Encuéntrame romance Capítulo 47

Xavier pasó un trago, como si hubiese comido un puñado de vidrios de golpe y los hubiese pasado por su garganta. Quería gritar en desespero, golpearse a sí mismo, o que ahora mismo la vida desgraciada, se convirtiera en una persona para que él pudiese deshacerla con sus manos.

Su corazón estaba volviéndose mierda al verla en ese estado, y lo pensó tantas veces en venir aquí por su misma reacción. «Pero, ¿cómo se iría de este lugar sin verla una última vez?, ¿cómo no llevaría su olor y su recuerdo con él para continuar de ahora en adelante?»

Se odió a sí mismo por permitir todo esto, y se sentía miserable cuando veía bajar cada lágrima en el rostro de Anaelise. Sin embargo, ella superaría esto, era una mujer fuerte, más fuerte de lo que muchos lo pensaban, continuaría y cumpliría el único objetivo de su vida para seguir adelante.

Ella pensaba que le estaba suplicando que se quedara por una noche, pero Xavier estaba claro que él era el más necesitado en este asunto. El cuerpo le ardía en desesperación por tocarla, incluso una fatiga estuvo en su cuerpo todo este tiempo en que no la vio. Era necesario retirarse estos días, debía terminar de resolver todo para que Ana estuviera bien de forma completa, y aunque pudo aprovechar ese tiempo con ella, a la larga sería peor para ellos.

Ana atrapó su cuerpo mientras metió su rostro en su cuello y los ojos de Xavier se le cerraron de golpe. Aspiró el aroma de su cabello y finalmente levantó a Ana sobre su regazo devolviendo su abrazo.

Estaba dispuesto a llevarla a su habitación, pero ella lo detuvo quitándole la camisa con premura. Él entendió que también lo quería así, que no quería adornos, ni anticipos, que deseaba poseerla como ella lo anhelaba, así que la sentó sobre el buró de la cocina y unió los labios a en su boca mientras la besaba con intensidad.

Aunque el nudo estaba en su garganta, y la presión seguía en su pecho, la necesidad de acercarse a ella fue mayor que su sufrimiento.

Trazó sus dedos en la piel de Ana acariciándola una última vez, comiendo su boca porque esta era su despedida. Ella lo abrazaba todo el tiempo, su cuerpo temblaba encima del suyo, y estaba seguro de que entre gemidos, Ana sollozaba, estaban haciendo el amor y a la vez estaban sintiendo el desamor más grande de toda su vida.

Cox no supo expresar todo lo que estaba abrumando su cuerpo, esta vez no estaban apresurados ni siendo rápidos, ellos no querían terminar este momento, de hecho, Xavier quería postergarlo todo lo que pudiera, porque en el momento en que se despegara de Anaelise, él comenzaría a morir lentamente.

La besó, besó su boca, su piel, mientras ella marcaba sus duros besos en su cuerpo, y rastrillando las uñas en su espalda.

Ana se tensó, su cuerpo se estremeció y luego echó la cabeza hacia atrás a la vez que soltó un gemido que explotó las partículas en el cuerpo de Xavier. La apretó hacia su cuerpo de forma lenta mientras se iba descargando en ella hasta vaciarse completamente. Restregaron sus cuerpos sin dejar de moverse hasta que las respiraciones se cruzaron. La observó detenidamente y deslizó los dedos por el rostro de Ana.

Ella tenía los ojos hinchados y los labios rojos, tanto por llorar como por los besos desesperados que le dio. Ana era perfecta en todo el sentido de la palabra, y le dolía entender que pudo tenerla para siempre.

—Eres hermosa —trató de no ahondar más en el tema, pero ella solo estaba recostada de espaldas hacia él mirando hacia un punto fijo.

Ambos estaban desnudos, encima de un sofá en medio de la sala, mientras el aire frío entraba por el balcón del apartamento. Los dos veían hacia afuera, porque el vidrió los dejaba observar el cielo oscuro, sin alguna estrella que alumbrara.

Ana no dijo una sola palabra, solo asintió para él.

—Anaelise —Xavier le tomó el rostro para que volteara un poco y lo mirara—. Prométeme algo…

Ella quiso bufar, pero Cox tapó su boca.

—No hables con rabia, no es momento para enojarse, por favor…

—¿Qué quieres que prometa? —preguntó alzando sus ojos.

—Quiero que te concentres en estudiar… que…

—Lo haré… —Cortó—. Con una condición —esta vez ella captó toda su atención. Xavier frunció el ceño un poco nervioso y se sentó mejor para ver la expresión de su rostro.

—¿Qué condición?

Ana esperó unos segundos mientras su rostro se puso rojo de nuevo, Cox pudo ver como sus ojos enrojecían y ella dudaba mucho en hablar.

—Prométeme que, si alguien aparece en tu vida, no vas a pensarlo…

—¿Qué?

—Prométemelo… dime que no volverás a encerrarte en ti mismo, que amarás, que…

—Ana —siseó Xavier adolorido.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuéntrame