—Es hora de irnos —su voz resonó cerca de su oído y luego sintió la palma en su vientre.
Ella puso su mano encima de la suya y luego se giró en forma lenta, Xavier iba a caminar para salir de la terraza, pero ella lo frenó.
—¿Confías en mí? —le preguntó Ana.
—Por supuesto…
—Entonces mírame a los ojos y dime que ves cuando te digo: Te amo…
Cox amplió una sonrisa genuina y le dio un beso suave en los labios.
—Veo verdad…
Ana asintió con la cabeza y luego hundió su rostro en su cuello.
—Debo colocarme las sandalias…
Cuando estuvieron dentro del auditorio, él le sostuvo la mano todo el tiempo, y aunque ella trató de respetar su espacio, Cox no dejó que ella se fuera por su lado.
Se sentaron juntos como el primer día y el dedo de Cox siempre le hizo caricias en la mano. Las ponencias fueron mejores que cualquier otro día y eso sin contar que el cierre fue una maravilla para todos. Sin embargo, y a pesar de que la noche estaba yendo de maravilla, el corazón de Ana cada vez se arrugaba más.
—Ven… quiero presentarte a alguien especial —anunció Xavier cuando todos comenzaron a ir al área de celebración.
Caminaron un poco, y Cox entró con ella a un área especial, varios colegas lo recibieran con una sonrisa en la boca, entre esos, esa doctora que en los últimos días no había visto Ana.
—Kath… ella es…
—Anaelise —completó la mujer rubia que rompió el círculo para unirse a ellos—. Mucho gusto, Ana, se siente un poco extraño conocer a la chica de la que sé toda su vida, pero ella no me conoce a mí…
Ana trató de asomar una sonrisa, la mujer parecía una persona importante para Xavier y ella no quería arruinar las cosas.
—Espero que no sepas cosas muy extrañas sobre mí —soltó Ana con sus mejillas rojas.
—Pues… conozco a Xavier, —dijo ladeando la cabeza para colocarle una mano en su hombro mientras él le correspondía la sonrisa—. Y después que uno lo conoce a él, todos los demás parecen muy normales y sin ninguna complicación.
Una risa salió de Cox después de un:
—Gracias…
Ana sabía que él no miraba a esa chica como a una mujer que deseara, pero estaba segura de que la mirada de la mujer en Xavier, significaba que si le importaba y mucho.
A pesar de la situación y lo que descubrió en sus ojos, Ana hizo caso omiso y siguió la conversación para enterarse de que prácticamente ella le había dado muchos consejos a Xavier cuando estuvo a punto de perder el control. Agradeció en silencio a Kath por hacer cosas que ella no pudo, y siguió disfrutando del agarre que Cox tenía en la suya durante toda la noche.
En unas dos horas se estuvieron despidiendo y en aproximadamente 15 minutos ella se estaba quitando los zapatos en aquella enorme habitación.
Fijó sus ojos en aquella maleta que llegó allí hace solo un día, y luego se vio en el espejo un poco agitada.
Vio por el espejo que Xavier se quitó la ropa y la llamó a la cama con la mano y una sonrisa en el rostro. Ana se dio vuelta y se arrastró en la cama hasta posicionar su cabeza en el pecho de Cox para reprimir los ojos bostezando por el cansancio que dominaba su cuerpo.
Estos últimos días no había tenido descanso alguno, y este hombre parecía una máquina de hacer el amor.
—¿Ese bostezo es una especie de rechazo? —preguntó Xavier cerca de su oído.
Ana sonrió tanto que sus dientes se podían ver completamente y cuando sintió los dientes de Xavier en su cuello succionando fuertemente su piel, supo que su cuerpo nunca diría no a él, así no tuviese un mínimo aliento.
***
La pierna de Xavier se corrió lentamente por la sábana buscando el calor que, parecía había desaparecido de forma extraña. Aunque la movió hacia arriba y hacia abajo, nunca hizo contacto con el cuerpo que estaba buscando, entonces decidió pasar su brazo.
Los ojos se le abrieron rápidamente cuando sus movimientos le aseguraron que en esa cama solo estaba él, y se sentó de golpe.
Restregó sus ojos un poco soñolientos, desvió la mirada debajo de las cortinas y vio que había algunos rayos de sol que traspasaban la habitación. Pero hoy no debían levantarse temprano, al menos no Anaelise, pensó.
Se dio una sonrisa a él mismo y puso los pies en la alfombra, tomó una toalla, envolvió su cuerpo y decidió bajar a la cocina donde de seguro estaría ella preparando un desayuno.
Cuando bajó las escaleras, sintió un silencio apremiante y ningún olor se desprendía de ninguna parte, su casa estaba completamente sola, tal y como la había dejado la noche anterior, cerrada.
Pasó un trago difícil y luego se volvió a la habitación para ver si ella estaba en su baño, y a medida que encontraba cada lugar vacío, su pecho comenzó a agitarse.
Buscó su maleta, su ropa, alguna cosa que le dijera que ella seguía aquí, pero no hubo rastro de Ana en su casa, y como última opción mientras sus manos temblaban él marcó a su número telefónico.
“Este número de teléfono se encuentra fuera de servicio, intente más tarde o deje un mensaje después del tono”
Su teléfono estaba apagado.
No esperó un segundo y marcó al número de Kanye.
—Cox…
—Kanye… ¿Ustedes ya se fueron?
—No, estamos en el aeropuerto como estaba planeado desde que llegamos, nuestro vuelo sale…
—¿Anaelise está contigo?
Un silencio desesperante se hizo en el momento y a Xavier se le secó la boca.
—Ella… creo que Andrew me dijo que tomarían un vuelo más temprano, deben estar llegando a Durango en este momento… no sabía a qué llegaron ustedes, pero Andrew no parecía esconder nada, ni tampoco…
Xavier cortó la llamada mientras su corazón se hizo añicos y su garganta se le apretó.
—Sabes cuál es mi principal motivación, pero tienes razón en lo que dices…
—Y sé que, aunque Xavier la esté pasando agrio tal y como lo oí, explotará de alegría cuando por fin sepa que estarás con él. —Ana pudo ver que Oliver tenía una especie de nudo en la garganta en este momento y decidió cambiar el tema y la principal la razón por la que vino aquí.
—¿Estás solo? —preguntó Ana al notar que la casa estaba muy silenciosa.
—Sí, Eleonor está con las chicas de compras, ellas nos están visitando un par de semanas.
Ella sonrió y luego se acercó un poco más.
—Oliver —Ana carraspeó su garganta—. Nunca le di la oportunidad a Edward de despejar la duda que siempre carcomió mi alma, y ahora que ya es tarde, lamento haberme dejado llevar por la rabia…
Walsh arrugó su ceño y la instó a que prosiguiera.
—Siempre quise saber… ¿Por qué siempre estuvo callado y pasivo? ¿Por qué permitió el abuso de mi tío en sus narices? Es algo que nunca he logrado entender, y ahora que me voy de esta ciudad, ese pensamiento late con fuerza dentro de mi pecho…
Oliver asintió y luego se hizo hacia delante para tomar sus manos entre las suyas.
—Me hice la misma pregunta muchos años atrás… pero a diferencia de ti, yo pude indagar con Edward en algunos momentos…
Ana abrió los ojos recordando que, aunque Oliver tenía poca empatía con su padre, estuvo obligado a lidiar con él más de una vez.
—Muchas cosas salieron de él, y esta conclusión que te voy a dar, quizás no pueda dejarte tranquila, pero como médico, también necesité tener un punto para entender su falta de preocupación después de la muerte de tu madre. Pero indagué también un poco y conecté todos los puntos…
—¿Cuál fue tu conclusión? —preguntó Ana más ansiosa que nunca.
—Ros y Ned Overent, fueron niños que pasaron por muchos hogares de acogida…
Ana abrió los ojos como platos, un poco impactada con esa información. A la verdad ella conocía muy poco de su madre y eso aunado a que su padre nunca trató de forjar una relación con ella.
—No… nunca lo imaginé —susurró Ana y Oliver asintió.
—En algunas palabras que escuché de tu padre, Ned siempre fue muy dependiente de Ros en casi todo. Incluso Edward asomó que su hermano veía a su esposa de una forma extraña y enfermiza, pero Edward siempre fue un hombre de carácter débil. Ros protegía tanto a Ned que cuando ella fue a vivir con tu padre, le hizo prometer que él también debía estar al tanto de su hermano y en su enfermedad le hizo jurar que Ned pudiera conocer a su hija y fueran apegados junto con su familia.
Ana se levantó de golpe de su puesto mientras la sensación en su estómago le hacía tener náuseas. Todo era una cadena, y todos de algún modo sumaron para su propia desgracia, incluyendo a su madre que ni siquiera recordaba…
—Cuando tu madre murió, no solo fue devastador para tu padre… sino para tu tío, y perdona que lo mencione con decoro, Anaelise.
Ella negó.
—No te preocupes…
—Edward también me habló de lo culpable que se sentía, y de lo mal que lo hacía sentir Ned Overent por la muerte de Ros. Tu padre retrocedió como persona; de los roles que uno como persona vive, y las etapas que se queman al pasar los años. En vez de ponerse firme con tu tío, él decidió dejarse poner el pie, eso sumado a que la mitad de la casa le pertenecía al hombre, y esto ayudó a que su sistema mental fuera tan débil como una hoja, Ana. Quizás en su bebida y sus borracheras, su inestabilidad en todos los sentidos de la palabra le hicieron creer que inexistiendo y dejándose hundir en la depresión, las cosas solo pasarían. Hay muchas clases de depresiones, y créeme, si no matan a la persona lentamente, ellas terminan por quitarse la vida por sí mismas, tal como tu padre lo hizo en ese edificio de construcción…
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