«¿A dónde se había ido?», se preguntó Xavier cuando observó hacia el jardín y Anaelise no estaba. Después de aquel baile había necesitado respirar de la presencia de ella. Decidió alejarse lo más posible, pero siguió observando cada acción suya desde lo lejos.
Pensó mucho, de hecho, trató de explicarse a sí mismo qué era lo que lo estaba atrayéndolo como un imán hacia esa chica, y le enfermaba solo pensar que algo en su mirada, esa mirada carente de mucho, era lo que le gritaba desde lo más profundo de su alma, que necesitaba algo, y Xavier sabía perfectamente a que conllevaba fijarse en esa expresión vacía.
Las personas carentes de cosas siempre buscaban a otras personas vacías, era un círculo vicioso; así que esto era lo único lógico que él encontró en su pensamiento para que Anaelise le atrajera tanto. «Sí, él lo aceptaba», era seguro que no hubiese dudado en llevársela de aquí, y aprovecharse de ella.
Resopló solo de tener ese pensamiento, incluso, su cuerpo se excitó nada más de imaginarlo. Tomó sus manos, frustrado, y las pasó por su cara, porque, aunque quiso irse desde hace unas horas, él quería saber cómo y con quién se iba a ir Anaelise.
Todo esto era una tortura.
—Pareces aburrido… —escuchó Olivia en un tono sensual.
—Cansado… —respondió sin mirarla.
—Podemos irnos, si quieres —Odiaba esta situación, incluso era una completa mierda de solo pensar lo que se cruzó en su cabeza.
Quería utilizar a Olivia para descargar la tensión sexual de su cuerpo y lo haría usando su imaginación. Eso había decidido en esos segundos hasta que…
—¡Xavier!
Ese tono, ese color de voz, y esa agitación, solo dispararon su corazón. Giró de golpe. Él y Olivia quedaron impresionados por como Anaelise estaba pálida frente a ellos y había utilizado su nombre como si él fuese cercano suyo.
Pasó un trago muy forzado y se levantó colocando un semblante serio para ella.
—A pesar de que estamos en una fiesta, Anaelise, debes tener más respeto —despotricó Olivia un poco roja por la rabia como si estuviese defendiendo a Xavier como una tigra.
Sin embargo, la chica que los miraba insegura y en silencio, ignoró a Olivia y posó nuevamente la mirada en él.
—Necesito su ayuda, por favor…
—¿Qué ocurre? —preguntó Xavier dando unos pasos hacia ella.
—Es Andrew, lo están golpeando allá arriba, él quiso defenderme y…
Cox no dejó terminar a Ana y salió corriendo, subiendo los escalones de dos en dos mientras ella fue tras él.
Cuando llegó hacia la dirección, las patadas estaban llegando todas, de tres chicos hacia un Andrew inconsciente.
Xavier se metió en medio de todos ellos empujándolos hacia los lados, pensando que, aunque quisiera, no podía agarrarse a golpes con ninguno de ellos. No debía ser uno muy inteligente para saber que aquellos chicos estaban drogados.
Al ver a Cox los chicos reaccionaron un poco y se asustaron ante la situación.
Entonces Xavier colocó de lado a Andrew mientras hilos de sangre salían por su boca.
Debía llevarlo al hospital.
—Pero… ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Olivia agitada.
—¡Anaelise! —pronunció Xavier, esta vez alzando la mirada hacia ella—. Ayúdame a llevarlo al auto. Debo llevarlo al hospital.
Ella asintió muy nerviosa y caminó rápidamente tratando de ayudar a Xavier para levantar a Andrew.
—Xavier, ¡alistaré mi auto también…! —aseguró Olivia apresurada.
—Yo lo llevaré en el mío, iré con Anaelise, Oliva, ella es su amiga. Te llamaré si necesito tu ayuda.
Olivia se sintió desplazada quedándose de pie y observando como ellos colgaban en sus hombros al chico. Entonces trató de abrir paso para que pudiera facilitarles el camino, mientras que varios grupos comenzaron a aglomerarse viendo la situación que se estaba llevando a cabo.
Cuando ellos llegaron fuera, la música había disminuido un poco y Xavier acomodó a Andrew en la parte trasera. Cuando él iba a pedir ayuda a Ana, esta se subió en el auto, colocando la cabeza de Andrew encima de sus piernas.
Xavier cerró las puertas y se montó en el asiento del copiloto cuando escucho a Frank que gritó.
—¡Cox! ¿Qué le pasó a mi primo? —preguntó llegando al auto agitado con los demás detrás de él. Xavier sabía que de este asunto iba a acarrear un gran problema. Los padres de Andrew tenían mucho poder económico en la ciudad, y sabía que a esos jóvenes que lo golpearon, les iba a ir muy mal.
—Lo llevaré al hospital, ve allá, no puedo demorar.
Con estas palabras Xavier arrancó su auto lo más rápido que pudo.
Ana tenía un temblor muy fuerte en su cuerpo a la vez que con sus manos sostenía el rostro de Andrew. Él parecía dormido con moretones en su rostro. La ceja estaba partida y los labios tenían sangre. «Tenía la culpa, era la causante de esta situación», pensó.
—Lo siento —susurró para él mientras sus labios temblaron.
Justo cuando su garganta se apretó escuchó una voz como de llamada telefónica que retumbó en todo el auto.
—Doctor, buenas noches, ¿en qué podemos ayudarlo? —preguntó una voz femenina.
—Estoy llegando al hospital, Sara, por favor, necesito que me reciban en emergencia, hay un chico que golpearon y necesito que todo esté listo. Llego en 2 minutos.
—Sí, doctor, ya anuncio.
La llamada se cortó mientras la mirada de Ana se conectó con la de Xavier por el retrovisor.
—¿Aún no despierta? —preguntó hacia ella, y Ana solo negó muy asustada.
Llegaron al hospital, pero en aquella parte que Cox estacionó, le trajo un recuerdo basto a Anaelise.
Aquel día, cuando a ella la entraron por esa puerta de emergencia.
Su respiración se hizo pesada y quedó inmóvil mientras podía vivir cada segundo de ese día. Recordó incluso el dolor entre sus piernas, y en cómo la sangre bajaba por ellas. Veía los ojos de los médicos, algunos impactados, y algunas enfermeras que se les escurrieron las lágrimas al ver su condición. Todo era un enigma, y los médicos decidieron llamar a la policía, situación que la dejó en Shock.
—¡Anaelise! —el grito de Xavier muy cerca de ella la hizo volver al presente de golpe.
Muchos médicos estaban a la entrada con una camilla, y ella solo estaba obstruyendo el protocolo. Se deslizó con cuidado bajando del auto y colocando la cabeza de Andrew con cuidado en el cojín. Las personas vinieron después de ello y trataron de sacar al chico con el mejor cuidado posible.
Luego de eso, Andrew desapareció entre las puertas de la emergencia.
¡Por Dios!, pensó Ana preocupada hasta que vio que Xavier estaba hablando con una mujer, dándole indicaciones de algunas cosas en la recepción de la emergencia.
Cox sacó su teléfono celular luego de ello, y se retiró hacia una esquina, por lo poco que escuchó Ana, parecía que estaba llamado a algún familiar de Andrew.
Ana se sentó en unas bancas y luego llevó sus manos al rostro.
«Era su culpa».
—¿Por qué lo golpearon? —la voz de Xavier llegó a sus oídos después de un rato y ella se levantó de inmediato.
—Estaba por irme a casa, pero quise pasar por el baño primero, una chica me dijo donde quedaba y subí al segundo piso —respondió atropelladamente tratando de relatar los sucesos. Estar frente a ese hombre nuevamente le creaba una tortura, pero ellos ahora estaban en una situación muy distinta—. Cuando llegué cerca del baño, estaban esos tres chicos, no les presté atención… pero cuando salí, ellos…
—Entonces Andrew se metió y ellos lo golpearon… —terminó por decir Xavier pata acortar la historia.
—Sí, creo que estaban drogados y…
—Cuando venga la familia de Andrew, si es que pueden hablar contigo, no le digas nada de esto —Cortó Xavier nuevamente.
—¿Por qué? —preguntó Ana con extrañeza.
—Solo haz lo que te digo, Anaelise, si acaso se te acercan mientras no estoy, solo le dices que, así como yo, llegaste a ayudar —indicó Cox en tono seco y serio.
—Está bien… solo quiero saber, ¿Por qué?
—Está afuera.
Andrew soltó el aire.
—Nunca más volverá a aceptar una invitación —dijo negando varias veces.
—Escucha, debo irme, solo vine porque en necesario que sepas que no es conveniente que menciones a tu amiga a la policía, ni a tu familia.
—¿A qué se refiere? —preguntó Andrew incómodo.
—Sabes que esta paliza pasará a la policía. Tu familia colocará cargos contra esos muchachos, y no estoy en contra de ello. Pero sabes que si hablas del por qué te metiste en esa pelea…
—Entiendo, ella se verá involucrada, aparte mi familia la tendrá entre ojos. Parece que los conoce.
—Nos vemos luego —le cortó Xavier y luego se retiró del lugar. Se despidió de varios de sus colegas queriendo llegar muy rápido a la sala de espera para llevarse a Ana, antes de que la familia de ese chico llegara al hospital.
Cuando llegó al salón, ella estaba de pie caminando hacia ambos lados mordiendo su uña. De hecho, él se concentró exactamente en cómo delineaba sus labios con su dedo índice, y esto solo aumentó su ira. Estaba realmente frustrado.
—Anaelise —dijo acercándose a ella, asustándola. El cuerpo de Ana se sacudió por acto de reflejo y luego se giró hacia él.
—¿Cómo está él? —preguntó nerviosa.
—Bien, estable. Ahora… Debemos irnos.
Ella abrió mucho los ojos.
—¿Irnos?
—Sí, irnos, tú y yo. ¿Cuál parte no entiendes? —preguntó Xavier enojado.
—Yo quiero ver a Andrew, preguntarle si está bien, darle las gracias —respondió Ana un poco insegura.
—Luego le das las gracias, es hora de irnos de aquí —Cox tomó la mano de Ana para casi obligarla a salir de ese lugar hasta que ella se retuvo al sentir su contacto nuevamente.
—No necesita molestarse más, sé que todo esto lo ha irritado, yo puedo tomar un taxi.
—¡Maldita sea! Solo la llevaré, acaso no entiende que…
—¿En dónde está mi hijo? —una voz fuerte y muy disgustada entró a la emergencia—. ¡Quiero verlo ahora mismo! ¡Y deben explicarme que mierdas fue lo que ocurrió!
Xavier aprovechó el despelote que se estaba formando en cuanto llegó Jarol White, el padre de Andrew. Afirmó su mano en la de Ana, y se escurrió por la emergencia hasta llegar al estacionamiento. Parecía una escena sacada de película, él literalmente arrastraba a Ana en contra de su voluntad.
—¡Deje de comportarse como una niña! —Explotó Xavier mientras le soltó la mano para colocarse frente a ella—. Usted me pidió ayuda, por usted es que su compañero está aquí, ¿qué es lo que piensa acaso? ¿Cree que esa mierda de baile me importó algo? ¿No ha pensado que usted es bastante patética?
Ana dejó caer su brazo hacia los lados después que lo escuchó. Aunque no quiso, su piel se puso caliente y su rostro ardió de la vergüenza. No quería parecer una persona patética, tampoco tenía la suficiente confianza para creer que podía llamar la atención de alguien. Si algún chico la miraba era porque aquella maldición la perseguía, aquella donde les gritaba a los hombres que podían aprovecharse de ella.
Pero vio algo diferente en el hombre que tenía frente a ella. Desde que tuvo un encuentro con él algo dentro de Anaelise se quebró, él la había tocado, había colocado sus manos sobre ella, y por primera vez Ana no quiso salir corriendo.
Así que ahora lo que Cox le había dicho, literalmente la había hecho mísera. Sus labios temblaron, pero apretó su boca cuando sintió un picor en sus ojos. Sentía que las lágrimas estaban allí, pero hizo todo lo que pudo para no seguir siendo como ese hombre la había llamado.
—Lo siento… me iré sola —Ana dio varios pasos hacia atrás y estaba a punto de girarse cuando Cox corrió hacia ella tomándola entre sus brazos.
—Discúlpame… pero, estás jodiendo todo, Anaelise
Su rostro estaba muy cerca de ella, Cox olía a hombre, a peligro y a fuego. Todo de lo que ella necesitaba huir. Sin embargo, el roce de sus dedos en la piel hizo añicos toda su autoestima y de nuevo su mente se colocó en cero.
Solo tenía una visión delante de ella. Su boca.
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