Enséñame el placer romance Capítulo 12

Narra Daniel.

Al entrar en mi oficina, me sente frente a mi computadora, acababa de terminar de hablar con Fabian Me pidió el favor de que me pasara por su casa de vez en cuando para ver si Amelia estaba bien,  muchas veces cuide de ella cuando estaba pequeña, pero esta vez todo era diferente. Cuando llegue ella estaba en el patio, viendo a la nada.

—Hola—le dije una vez que estaba cerca.

—Hola —dijo en un tono triste.

—Tu padre me dijo que ayer saliendo al cine–comente, me sente en la otra silla. Sabia que su tristeza era por la culpa y así me sentía yo exactamente.

—Ella comenzó a contarme el día maravilloso que había tenido con él y las palabras que le había dicho—. Yo también me siento culpable, pero lo que siento por ti es real—confesé—. Estamos en una situación difícil, pero quiero que sepas que solo basta una palabra tuya para enfrentarme a él cara a cara y decirle que te quiero de verdad, como mi mujer—agregue. Ella en ese momento me vio —. ¿Que te parece si lo piensas bien y me dijes al finalizar el verano tu decisión final en cuanto a nuestra relación?—propuse—. Por mi parte estoy dispuesto a todo por ti, pero se que tu posición es diferente y necesitas pensarlo bien antes que la bomba estalle, no quiero presionarte, quiero que tomes la mejor decisión para ti y yo la aceptaré de todo corazon—añadí.

Ella lo pensó por unos segundos.

—De acuerdo—respondió ya con una mejor cara.

Quizás nuestro final estaba cerca, trataría de hacerla feliz durante estas semanas. Aunque me rompiera el corazón si ella decide dejarme.

—Me daré libre tres días del trabajo, ¿ que te parece si nos vamos de paseo? —le propuse.

—¿Y si mi padre se entera que no estoy en casa?—preguntó.

—Yo me encargo—respondí.

Ella sonrió y me dijo que sí. Le dije que empacara un maletin con ropa liviana y comoda mientras tanto la esperaba en la sala de estar. Una vez que terminó salimos rumbo a mi departamento para que yo empacara. 

—¿A dónde vamos?—preguntó con curiosidad.

—Es una sorpresa. Saldremos alrededor de una hora —dije viendo qué debia llevarme.

—No puedes decirme que nos vamos de paseo y luego no darme más detalles. ¡Me muero! — gritó, mientras se tumbaba en la cama, haciendo que la cabecera golpera la pared. El sonido me puso la polla dura al instante.

Suspire y me acerque a ella.  Era adorable pero no tenia paciencia.

—Acuéstate boca abajo— le indique.

—¿Por qué?—preguntó cruzando los brazos sobre el pecho y sacando el labio inferior.

—Porque estás demasiado enojada y necesitas algo de ayuda—le dije con la voz más tranquila que podia reunir. Ella refunfuña un poco, pero se dejó caer en la cama, boca abajo. Ella llevaba puesto un vestido un poco holgado. Me puse encima de ella, bajándole las bragas, le bese cada nalga—.Un par de nalgadas hará que te portes bien y tengas paciencia—agregue.

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