Narra Amelia.
Estaba preparandome un emparedado. Cuando mi telefono vibró. Era un número que no conocía.
—Hola—dije.
—Señorita García, habla Carolina la secretaria del señor White—me extraño su llamada.
—¿Pasa algo ?—pregunte.
—Su padre y mi jefe ellos...—dijo haciendo una pausa, su voz era nerviosa.
—Dime que paso por favor —le pedí con un poco de desesperación.
—Su padre vino borracho a buscar a mi jefe y discutieron.
—¿Discutieron? ¿ Sobre que?—quise saber.
—Fue por usted señorita. Que pena, pero creo que no es necesario decirle sobre que se trató la discusión —agregó en un tono suave, claramente estaba incomoda con la conversación. Fue ahí que me dí cuenta nuestro romance había sido descubierto, pero ¿como?. Sentí mis piernas débiles y mi garganta seca—.El señor García golpeo con el arma que traía detrás de la cabeza de mi jefe—comentó.
No podía creer lo que me estaba diciendo ¿mi padre borracho y armado? Jamás lo hubiese creído. Mis nervios comenzaron apoderarse de mi, sentía que mis manos sudaban y estaba temblando.
—¿Como esta mi padre y Daniel?—pregunte.
Carolina me informó que Daniel fue llevado al hospital y mi padre estaba en la estación de policías con cargos de agresión. Busque las llaves de mi auto y luego salí de la casa. Ingresé al vehículo y arranque el motor. Estuve nerviosa durante todo el viaje. Aceleré a través de los semáforos, evite las señales de alto y ni siquiera me moleste en usar la intermitente.
Realmente no podía entender lo que había sucedido. Papá había agredido a Daniel por mi culpa. Agarré la correa de mi cinturón de seguridad, rezando que estuviera bien.
Llegue a la estación policial. Corrí hacia el escritorio y le pregunte a un oficial la ubicación de mi papá. Mientras hablaba, miré a mi alrededor para ver si podía encontrarlo. Me tomó un minuto, la oficina era bastante grande, pero más allá de algunos escritorios y ventanas que separaban la habitación lo vi. pero él no volteo. El vidrio parecía ser especial como en las peliculas, por fuera lo podía ver, pero de adentro hacia afuera no se veia nada.
—¿Y papá? ¿Él estará bien ?
Ella me dio una mirada en blanco. Ella no pudo responder ninguna de las preguntas. En cambio, dijo: —Te llamaré cuando hayamos terminado. Te prometo qie todo estara bien. Ve, Amelia, Ahora a casa.
Luego se dio la vuelta y se marchó, caminando entre los escritorios y a través de algunas puertas abiertas para llegar a mi padre.
Caminé por el pasillo para verlos un poco más claramente. Lorena entró a la habitación con la barbilla levantada, parecería que iba a golpear a los oficiales, me agradó esa personalidad de ella. Mi padre la miró y le dedicó una leve sonrisa.
—¿Dónde está Amelia?—logre escuchar lo que él preguntó. Quería gritar que estaba justo aquí. Quería que me viera, pero al mismo tiempo, estaba aterrorizada de tener sus ojos en mí, solo para que él no viera nada más que disgusto y decepción. Ya no sería su pequeña niña. No se enorgullecería de mí.
Lorena le respondió. Que estaba bien en casa. Uno de los oficiales los interrumpió para comenzar con la investigación.
Me fui antes de que las lágrimas pudieran cegarme. No me fui de inmediato. En cambio, me senté detrás del volante y enterré mi rostro entre mis manos. Esto no podría estar pasando. Esta no puede ser mi vida. ¿Qué había hecho yo? No era mi intención que papá se metiera en problemas o que él se enterara alguna vez. Y Daniel... Oh, Dios, Daniel. ¿En que hospital estaba? ¿Estaba herido? ¿Presentó cargos? me pregunte. Fui a casa y subí a mi habitación, me acurruque debajo de mis mantas. Tenía que hacer algo para saber algo de Daniel. Todo lo que pude hacer para comunicarme fue enviarle un mensaje de texto. Sabía que no respondería, pero quería que supiera que al menos estaba pensando en él mientras estaba herido. Darme cuenta de lo que había sucedido ese día me abofeteó en la cara, me dio un fuerte puñetazo en el estómago. Iba a estar a un par de kilómetros de distancia en menos de veinticuatro horas. Estaría en la universidad y probablemente no volvería a casa en meses. Las cosas cambiarían. La atmósfera sería pesada. Mi vida perfecta con la familia perfecta, ya no existía. Esto nos había destruido.
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