Narra Amelia.
Papá finalmente había sido liberado de la cárcel. Carolina me habia dado el nombre del hospital donde estaba Daniel. Pero no podia ir. Necesitaba estar en casa para papá.
Cuando llegó con Lorena, me apresuré a abrazar a papá antes de que pudiera cruzar el umbral. Él me devolvió el abrazo, pero no fue fuerte como sus abrazos habituales. Sus brazos estaban flojos a mi alrededor, como si tuviera miedo de tocarme, miedo de quién era yo, pero ignoré ese pensamiento y lo miré.
—Debo irme—dijo Lorena—. Si necesitan algo llamenme—agregó.
—Gracias por todo —le agradeció mi padre. Ella asintió y se marchó. Nos quedamos solos él y yo.
—¿Estás bien?—pregunté despues de varios segudos en silencio. Fue una pregunta tonta. Papá se veía serio. Honestamente, más serio de lo que nunca lo había visto antes.
—Estoy bien—murmuró —.Solo necesito una ducha. Debes irte a la universidad, tu educación es importante—agregó en un tono serio. Mi mirada cayó al suelo, el borde de mis ojos en carne viva y ardiente. Ni siquiera podía mirarme. Me quería lejos de él, cuando mi madre murió también hizo lo mismo, se alejó de todos y del mundo—. ¿Ya tienes todo listo?—preguntó. Solo pude asentir con la cabeza. No tenía idea de cuánto me estaba rompiendo el corazón al hacerlo. Lo que más me dolió fue que ni siquiera podía culparlo. ¿Qué le dice a su hija después de enterarse de esas cosas? Había tensión entre todos nosotros, una tensión tan densa que me sentí sofocada—. Vete, estaré bien—añadió, y finalmente me miró. Y sus ojos. Dios, sus ojos. Nunca olvidaré cómo lucían. Estaban tan tristes. Nunca lo había visto así antes. Alguna vez. No podía creer que lo hubiera lastimado tanto. Yo. Su hija.
—Papá, yo...
Quería que todo fuera perfecto y lleno de vida, felicidad y paz. En cambio, era aburrido y deprimente, y aunque estaba soleado, todo a mi alrededor estaba nublado y gris. Decirle "hasta luego" a mi padre se sentía mal, y no poder decirle nada a Daniel antes de irme me rompió en pedazos. Antes de darme cuenta, estaba saliendo de Santa Clara.
—Todo estará bien—susurre para mi misma sollozando en silencio detrás del volante
Quizás en unos meses todo vuelva a la normalidad ¿Pero realmente lo haría? Porque sin Daniel, no habría nada normal. Se convertiría en parte de nuestra unidad. Mi vida fue inusual. Solo recé para que mi vida anormal me hiciera resistente algún día.
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