Entre Mafias romance Capítulo 39

Mía

Tal vez podría haber hecho más por él para que no terminara siendo un títere de mi padre, tal vez si no hubiera estado tan pendiente de lo que quería, si hubiera prestado más atención a todo, este final sería distinto.

Mi hermano camina hacia mi con furia, respira rápido y su pecho sube y baja sin control. Me agarra de la rebeca y me acerca a él de forma violenta.

- Paul... - Susurro sufriendo al verlo tan mal - ¿qué te ha hecho? - las lágrimas caer por mis mejillas.

Su dolor es mi dolor, no podría ser de otra forma,  es mi hermano.

- Deja de intentar que cambie de idea - gruñe por lo bajo pegando los labios  a mi oído - hoy vas a morir.

Me quito las lágrimas con rabia. Voy a morir ¡BIEN! vale, lo acepto. Ha llegado mi hora. Si tengo que ser sincera hace tiempo que llegó, cuando mi padre decidió que no valía la pena  que mi corazón siguiera latiendo.

- Si mamá te viera se avergonzaría - Contesto con la misma rabia - Preferiría seguir muerta a volver a vuestro lado. Te salvé la vida, convencí a Marcus ¿Así lo pagas?

Ver la muerte tan de cerca ha hecho que saque todo el coraje que tengo incrustado en mi corazón desde que comenzó está locura.

- Crecimos juntos - Continúo atacándole - tu curabas mis heridas cuando me caía y ahora de pronto no soy nada para ti, pues bien, dispara de una vez para que deje de tenerte delante.

Mi hermano poco a poco ha ido aflojando su agarre. Ahora ya no me sujeta ni me zarandea, solo me observa con  el arma levantada, apuntando directamente a mi cabeza.

El arma tiembla entre sus manos, aprieta los dientes y el rostro, como si tuviera que hacer algo que no quiere, como si de verdad le estuviera costando tomar una decisión.

Baja la pistola y se acerca a mi hasta que apenas nos separan unos centímetros.

- Tu no lo entiendes. Eres tú o yo.

Jamás tan pocas palabras habían significado tanto para mi. Una simple explicación que le da sentido a todo. Mi padre lo tiene amenazado a él también. Es un monstruo que no quiere a nadie, ni a sus hijos.

- Déjalo, vente conmigo, por favor  Paul.

Coloco mis manos sobre las suyas, ayudándole a terminar de bajar la pistola. No importa todo lo que me ha hecho, acabo de comprender que él ha sido tan prisionero como yo.

No quiero ni imaginar la de atrocidades que habrá hecho en nombre de mi padre por miedo a sus represalias. Siempre me he sentido en mi familia como si no encajara, pero eso era bueno. Lo malo era encajar en los propósitos de mi padre, porque entonces te utilizaba y te hundía hasta que ya no le quedaba nada por quitarte.

- Da igual donde vaya, no puedes huir de él.

Con cuidado se remanga la camisa y deja libre parte de su brazo. Está repleto de cicatrices como la mia. Yo solo tengo una y me parece una aberración su significado y el autor, pero Paul tiene muchas, muchísimas.

-¿Qué es esto? - pregunto pasando los dedos por encima. Tengo que contener las lágrimas que luchan por salir - ¿por qué?

- Estas cicatrices son errores.

Se escuchan aplausos. Mi hermano y yo nos giramos y observamos como mi padre aplaude, pero su cara es la pura expresión de la muerte. Esta realmente enfadado.

Cuando tienes delante a un psicópata cabreado y con una pistola, tienes un serio problema.

- Una simple orden Paul, y ni eso eres capaz de hacer - Recrimina mi padre.

- Padre... - comienza a explicarse.

Levanta la pistola y apunta a mi hermano. El corazón me va a mil, tengo la sensación de que en cualquier momento se va a salir de mi pecho, incapaz de contenerlo. Todo el cansancio que tenía se ha esfumado por arte de magia. Mi nivel de ansiedad está por la nubes y en medio de todo este caos solo espero que Marcus esté bien.

- Callate - Pide con asco - Lo he escuchado todo así que no hace falta que me mientas.

Un movimiento entre nosotros y mi padre llama la atención de todos. Marcus aparece con su pistola también levantada. Tiene las manos llenas de sangre, la camisa rasgada y una fea herida en la cabeza, la sangre desciende despacio por su cuello hasta la camisa.

- ¡MARCUS!

Él solo tiene ojos para mi padre, es el que nos apunta.

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