Marcus
Sujeto mi camisa fuertemente contra el estómago de Mía. Hace un rato que ha perdido el conocimiento, pero aún respira. Eso es buena señal.
Paul aparca en la zona de las ambulancias y salta del coche para pedir ayuda mientras yo salgo con mi mujer en brazos. Los celadores traen una camilla y justo a su lado un médico y varias enfermeras.
Corren por lo pasillos para poder comenzar a atenderla. Yo los sigo sin soltar su mano. Esta no va a ser la última vez que la voy a ver. Estoy seguro. Nuestra historia no puede terminar aquí.
Empujan dos grandes puertas.
- No puede pasar, señor - Una de las enfermeras me corta el paso.
Levante el dedo señalando el jodido cartel que hay pegado a la puerta "Acceso restringido"
La miro con ganas de matarla. ¿Quien cojones se ha creído que es para prohibirme nada?
- Gracias - Dice Paul - Esperaremos aquí mismo.
Nos quedamos solos. No quiero ni mirar al hermano de Mía. El único motivo por el que sigue vivo es por la promesa de mierda que le he hecho. Si hubiera disparado un segundo antes a Leandro mi mujer no estaría ahora mismo entre la vida y la muerte.
Meto la mano en el bolsillo y saco el móvil. Mis dedos están teñidos de rojo, tengo sangre hasta los codos, la sangre de la mujer que no he sabido proteger.
Marco el número de mi hermano y espero a que descuelgue.
- Killian, necesito que vayas la desvío que lleva a los invernaderos.
- ¿Para qué? - Contesta de mala gana.
Dirigir una puta organización como la nuestra te da muchos quebraderos de cabeza. Debería estar centrado en mi mujer, pero tengo que encargarme de los hijos de puta que he matado.
- Allí está Leandro Carussi con dos tiros en las cabeza y cuatro de sus hombres. Encargate.
Me giro para observar la reacción de Paul. No van a volver a pillarme desprevenido nunca más. Tiene la mirada clavada en el suelo. No reacciona, o tal vez le da igual lo que le ha pasado a su padre.
- Joder. Voy ahora mismo.
- Espera, necesito que después me traigas ropa limpia al hospital donde trabaja Mía - Estoy lleno de sangre y sin camisa. Ya mismo tendré a la policía haciendo preguntas.
- ¿Estás bien? ¿Pero qué cojones ha pasado?
No puedo explicarlo todo por teléfono. Tampoco quiero explicarle cual es el estado de Mía. Sé que la odia y le daría igual que muriera, pero si escucho su puto tono en el que insinúa que se alegra, no dudaré en meterle una jodida bala a él también. No hay esta noche nadie más letal que yo.
- Mía está herida - Cuelgo sin escuchar si dice algo más o no.
Las horas pasan y nadie sale a decirnos nada. Doy vueltas por el pasillo una y otra vez. Dante aparece junto con mi hermano. Lleva una bolsa en las manos. Camino hacia ellos y la cojo.
Killian y Dante sacan la pistola y apuntan a Paul. Vamos a formar un puto espectáculo.
- Bajad las armas ahora mismo - Ordeno.
Dante lo hace al momento, a Killian le gusta desafiarme siempre que puede, lo que no sabe es que hoy no puede. Coloco mi mano sobre el cañón y la bajo yo mismo sin apartar mi mirada de él. Le daré puñetazos hasta convertirlo en un amasijo de sangre y carne si me obliga.
Finalmente la guarda resoplando.
- Ya nos hemos encargado de todo.
Asiento mientras me pongo la camisa limpia. La puerta por donde horas antes ha entrado Mía se abre y sale un médico. Trago saliva. Es la primera vez en mi vida que siento pánico a lo que pueda decir.
- Lo siento mucho, hermano - pega su frente contra la mía y por primera vez en años, creo que es sincero de verdad.
A partir de este momento, que marca un antes y un después, el tiempo cambia completamente para mi y su percepción también. Relego todo el negocio sobre las espaldas de mi hermano, me siento incapaz de hacer como si nada hubiera pasado.
No me he movido ni un segundo del Hospital. Mía sigue sedada y no tienen intención de despertarla aún, dicen que por las heridas es mejor que la peor parte la pase dormida.
Le he pedido a Killian que se acerque al hospital. Tenemos que hablar sobre el negocio y como no pienso alejarme de la habitación de mi mujer, las pocas reuniones que tenemos últimamente, las hacemos aquí.
- ¿Cómo sigue? - Pregunta acercándose la cama.
- Igual. Oye Killian, he estado pensando que tal vez ha llegado el momento de terminar la guerra con los Carussi, mira lo que nos ha traído todo esto.
No he permitido a Paul venir al hospital ni una sola vez, que se joda, el que disparó fue su padre y está muerto y enterrado. Por otro lado, al igual que Leandro escuchó la conversación entre Mía y Paul, yo también lo hice y puede que realmente su padre fuera un enfermo con Paul también, sus cicatrices lo demuestran.
- ¿En qué habías pensado?
Mi hermano parece más maduro, más centrado. Puede que también le haya afectado a él todo lo que ha pasado, en cuanto se enteró del embarazo de Mía, bueno, de que habíamos perdido al bebé, su actitud cambió completamente.
- Yo no voy a volver a entrar, podríais uniros vosotros dos, no habría nadie con más poder.
- Pero él sería mi segundo.
- Por supuesto.
Levanta la mano y me la ofrece, la acepto al momento. Cerramos el trato estrechándolas.
Todo mi mundo, toda mi vida y mi forma de vivirla han puesto en peligro a mi mujer desde que la conocí y ahora he matado a nuestro hijo. Jamás voy a volver pertenecer a la mafia o al submundo de sangre y drogas. Esa vida se ha terminado para mi. Por primera vez tengo muy claro que es lo correcto y pienso ceñirme a mi plan por el bien de Mía.
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