Entre Mafias romance Capítulo 42

EPÍLOGO

Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.

Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.

Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.

Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.

Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas y matar a su hijo ¿quién querría estar conmigo?

Me levanto de la hierba, me acomodo el chal sobre los hombros y camino de regreso al castillo.  El otoño amenaza con llegar y los días son más fríos y cortos.

Lea está sentada en una de las tumbonas hablando con Dante. Ya es oficial su relación. Me alegro muchísimo por ellos, son personas maravillosas que se merecen ser felices.

Levanto la mano y los saludo. Se han acostumbrado a mis silencios, así que levantan la mano y me saludan con una triste sonrisa. Odio ver la pena pintada en el rostro de los demás.

Subo las escaleras hasta la planta donde se encuentran todas las habitaciones. Killian sale de la suya.

- ¿Cómo estás? - Pregunta acercándose.

Destrozada, rota, no creo que pueda volver a ser la misma que era antes de todo esto, pero las personas no quieren  escuchar la verdad y dudo que Killian se preocupe realmente por mi.

- Bien, gracias.

En lugar de entrar en mi habitación para descansar un rato, decido subir a uno de los torreones. Me gustan las vistas y escuchar como el viento choca contra los muros de piedra y tiene que desviar su camino para poder pasar.

Coloco las manos sobre la barandilla de piedra maciza. Una idea fugaz pasa por mi cabeza. Jamás se me había ocurrido, pero tal vez es la solución a todos mi problemas, al dolor que siento desde que me levanto hasta que me acuesto.

Los demás no pueden entenderme, saben que estoy triste, pero no comprenden que llega un punto en el que el dolor sale del corazón y envuelve todo tu cuerpo, las articulaciones, los músculos, se convierte en un dolor real y que llegas a un punto crítico en el que sólo quieres que se termine, da igual como, pero que se acabe.

Me agarro a la pared y coloco un pie sobre la barandilla, me impulso y coloco el otro. De pie sobre  la piedra de diez centímetros es la primera vez que puedo sonreír.

Respiro profundo un par de veces antes de hacer lo que quiero hacer. La puerta a mi espalda se abre de golpe.

- Mía - Dice tranquilamente Killian - Baja de ahí, venga, vamos a hablar.

Giro la cabeza y veo como se acerca despacio a mi. Cuando quería vivir, él solo pensaba en acabar conmigo y ahora que quiero morir tampoco me deja.

- No te acerques - Ordeno - déjame sola.

- Sabes que no puedo hacer eso.

Da otro paso hacia mi con las manos levantadas intentando calmarme.

- ¿Por qué? Tu siempre has querido que esto pasara y mi padre y mi hermano también - Mi ojos se anegan de lágrimas una vez más. Cada vez que lo digo en voz alto soy consciente de lo sola que estoy - Y ahora seguramente también Marcus.

Dejo de mirarle para ver la vista impresionante que hay delante de mí. Solo tengo  que adelantar un pie y dejarme caer, es fácil. Un segundo y todo se terminará.

Hago lo que mi cerebro me pide a gritos. Levanto un pie y lo adelanto, dejándolo flotando en el aire, me inclino hacia delante y me dejo caer.

La calma que por fin me había envuelto solo dura un segundo, el tiempo que tarda Killian en correr hacia mi y rodear mi cintura con sus manos. Tira de nosotros hacia atrás y caigo encima de él.

- ¡Estas loca! Podrías haberte matado.

No me dejan vivir y tampoco morir ¿qué narices quieren?

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