Entre Mafias romance Capítulo 54

Mía

Cada vez que pienso en lo que ocurrió hace algunos días me muero de vergüenza. El primer error de muchos fue salir corriendo como la cobarde que soy. Un poco más dramática y me llaman para el papel principal de una telenovela.

Después, encima que Marcus me busca, me cuida y me lleva a mi casa para que no coja frío, lo empujo y lo saco a patadas ¡madre mía! No voy a ser capaz de volver a mirarlo a la cara.

Que le gusta otra mujer ¿y qué? No me debe nada, lo nuestro terminó hace mucho tiempo y él tiene derecho a hacer con su vida lo que le dé la real gana.

La fiebre me ha bajado y la garganta casi no me duele ya... Y aquí sigo, escondida para no enfrentar las cagadas. Marcus ha venido todos los días a verme, todas las veces me he hecho la dormida hasta que se ha ido.

No voy a poder evitarlo eternamente, ya lo se, pero tengo que poner en orden mi cabeza antes de poder explicarle porque me he comportado como una loca.

Hoy, el sol entra por la ventana iluminando toda la habitación. No hace tanto frío como la semana pasada. Me pongo una sudadera enorme de las que llegan por las rodillas, y salgo al jardín. Me encanta respirar el aire limpio de la naturaleza.

Me siento sobre una de las tumbonas y me quito los zapatos, con cuidado meto los calcetines dentro, y salgo al camino que da a la playa. El barco aun descansa en el muelle, me habría encantado poder dar una vuelta, pero todavía tendré que esperar unos días más para que Killian acceda a llevarme.

Camino despacio, de vez en cuando entierro los dedos en la arena que  comienza a calentarse. Me siento con cuidado y miro el mar, las pequeñas olas que se acercan y se alejan ajenas a toda la locura que envuelve mi vida. Pensaba que aquí iba a estar tranquila, que me recuperaría y que todo el horror del pasado se iría olvidando poco a poco.

- ¿Estás mejor? - Pregunta Marcus acercándose.

Tendría que haberle visto venir y seguramente habría hecho el ridículo una vez más. Me habría levantado llena de arena y habría salido corriendo como el que ve un fantasma. Ahora sólo puedo disimular y comportarme como si no me importara nada.

- Si, mucho mejor, gracias.

Se sienta a mi lado y mira el mar como yo. ¿En qué momento nos hemos convertido en dos extraños? El fue mi peor enemigo, pero tambien mi primer amor, mi marido, la persona que más amo.

- He ido a verte, pero no hemos podido hablar, me gustaría...

- Ya, ya lo se, Marcus - Le interrumpo - Te debo una disculpa, mi comportamiento no tiene excusa.

Se queda en silencio. Observo su barba de tres o cuatro días, su cuadrada mandíbula, los músculos de los brazos que se marcan bajo la camiseta.

- Soy yo el que te debe una disculpa. No he sido del todo sincero contigo.

Me quedo de piedra al escucharlo. ¿Sincero? Tampoco es como si me debiera algo, pero ahora si que ha captado mi atención.

- ¿Qué? - Pregunto sin comprender.

- Si, el día que te vi no lo esperaba. Si quieres que sea sincero me afectó - Se coloca la mano sobre la nuca avergonzado y ríe por lo bajo -  viniste con tu novio y bueno... Me inventé lo de Carmen, he caido muy bajo.

¿Todo era mentira? ¿Por qué me mentiría? Pero por encima de eso ¿por qué lo admite justo ahora? Está claro que cada vez que los veía juntos me llevaban los demonios de lo celosa que me ponía, y él ya debe saberlo después de la que formé la semana pasada.

- ¿Por qué?

- ¿No es obvio? - Me mira intensamente. Respira profundo y vuelve la vista al mar - Estaba celoso.

Estas dos palabras me dejan paralizada, mirándolo como una tonta. ¿Por qué iba a estar celoso? Se fue, me dejó y se construyó una nueva y mejor vida sin mi.

- Pero... Fue a tu casa la otra noche.

- Una estupidez de la que me arrepentí al momento, después la llevé a su casa - Se acerca a  mi un poco, su aliento roza mi piel y me la pone de gallina - Todavía está enfadada por como me comporté.

- Vaya....

- Mía, ha habido un lío enorme, pero creo que ya es hora de que sea totalmente sincero contigo - Se revuelve el pelo nervioso - Me fuí porque me sentía culpable, mi estilo de vida, mis enemigos te hirieron esa noche, todo fue mi culpa y creía que alejandome no volverías a estar en peligro.

Mi corazón sufre tantos altibajos últimamente que creo que cualquier día se puede parar. Lo que Marcus me acaba de decir es algo totalmente distinto a lo que pensaba, él se sentía tan mal como yo, tal culpable y miserable.

- No fue culpa tuya - Digo con un  hilo de voz.

Se levanta y se sienta sobre sus rodillas frente a mi, sujeta mis manos entre las suyas. Su intensidad me abrasa, igual que Ícaro con el sol. Marcus es mi sol particular.

- Te engañé para que te casaras conmigo, te secuestré, te llevé de vuelta a Verona aunque tu no querias, tu padre te odiaba por estar conmigo, todo eso tiene algo en común: Yo.

- No se que decir.

Tiene razón en todo lo que ha dicho, pero si juntamos todo eso con la porquería de decisiones que tomé, se forma una bomba de relojería.

- No tienes que decir nada, solo quería que lo supieras - Se levanta y se sacude la arena de los pantalones - mañana voy a dar una pequeña fiesta en mi casa, espero que vengáis todos, tengo una sorpresa que daros.

Me levanto igual que él y me sacudo la arena. El aire se ha vuelto más frío que hace un rato, pero cuando Marcus extiende los brazos hasta el gorro de la sudadera y me lo coloca con cuidado sobre la cabeza para que no tenga frío, mi corazón se salta un latido.

Antes de que me contara la verdad había momentos en los que le guardaba rencor, sentía mucha rabia hacia él, pero ahora... Ahora se que ha sufrido mucho, todo este tiempo igual que yo, la única diferencia es que él ha sido más fuerte y ha sabido soportarlo.

-  ¿Qué sorpresa?

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