Entre Mafias romance Capítulo 55

Mía

No puedo creer que volvamos a estar todos juntos. Los echaba muchísimo de menos. La sorpresa que según me dijo Marcus era para todos... No se, algo me dice que era solo para mi. Sabe cuanto quiero a mi hermano, a Dante y a Lea, ella es como mi hermana.

Me escapo un momento de la charla y voy a la cocina. Rebusco en el bolso mi pastillero. Mi estabilidad emocional está bailando sobre una cuerda en un edificio de veinte plantas de altura. No puedo olvidar ni una toma.

- ¿Necesitas ayuda? - La voz de Marcus justo detrás de mi me sorprende.

El pastillero cae de mi manos y choca contra el suelo. Al abrirse por el golpe las tres pastillas quedan tiradas.

- No, no... Me dolía la cabeza y... Bueno... Me iba a tomar algo - Contesto nerviosa.

Me agacho rápidamente para recogerlas, pero Marcus se adelanta. Las recoge y me las tiende sin hacer ninguna pregunta, ni montar una escena exagerada como las que le gustaba montar. Todo era un drama, todo podía terminar con las pistolas levantadas.

- Está bien. Vamos a sacar el postre, no tardes.

Da media vuelta y se aleja hacia el salón. Las sospechas que comienzan en mi cabeza terminan en cuanto Lea viene hacia mi. Me meto las pastillas en la boca y me las trago con un poco de agua.

- No sabes lo que me alegra verte así de bien - Levanta los brazos para darme otro abrazo.

Sonrío avergonzada. Ella vió la peor parte de mi, el momento más oscuro de mi vida. No podía comprender ni ver ninguna salida. Es difícil de explicar ahora que pienso con más claridad.

- Yo... Siento mucho haberos preocupado.

- No digas tonterias - Me separo unos centímetros para ver el cariño en su rostro - Somos familia, la familia está siempre, para lo bueno y para lo malo - Respira profundo y mira hacia la puerta. Baja el tono un par de puntos - ¿cómo estás ahora que os habeis vuelto a encontrar?

Aprieto los labios sin saber muy bien que contestar. Me afectó mucho, y después de todos los líos que hemos montado, lo hemos pasado peor todavía, pero ahora parece que todo ha sido por los celos y muchos malos entendidos.

- Ahora mejor, ha sido duro, pero parece que ahora empezamos a entendernos.

- Me alegro, de verdad que si.

Volvemos al salón junto a todos los demás. Le quitamos el envoltorio al postre. Al verlo no puedo evitar desviar la  mirada hacia Marcus. Es mi favorito. No se si en un pueblo tan pequeño los hacen o si lo ha buscado expresamente, pero siento el calor entrar en mi pecho, los pequeños detalles, un instante marca la diferencia.

- Torta negra del diablo - Susurro al verla.

Es una torta de chocolate, dentro puede llevar dulce de leche ( mi favorito) o mermelada de  fresa. Siempre me ha encantado este postre.

Marcus ignora mi comentario, bueno, en realidad todos ignoran mi comentario. La cortan en trozos y comenzamos a saborearla. Está increíble.

Después de esta noche, volvemos a  casa. Dante y Lea se quedan con Marcus. Siento como si hubiera perdido la custodia, me habría encantado que se hubieran venido conmigo, pero también intento no ser tan dramática, así que mañana  iré a buscar a Lea para enseñarle mi trabajo y dar un vuelta por el casco antiguo, estoy segura de que le va a encantar. Por lo menos mi hermano me ha elegido a mi. Vuelvo a casa abrazada a él.

Por la mañana, antes de que me dé tiempo ir a casa de Marcus, suena el timbre. Bajo las escaleras contenta y emocionada, aquí no viene nadie, vivimos en medio de la nada, así que solo puede ser alguno de mis vecinos.

Lea espera frente a la puerta. Me hago a un lado para que pase.

- He pensado que podríamos dar una vuelta - Se sienta en el sillón para descansar.

- Me encantaría, puedo enseñarte mi trabajo y las callecitas del centro, es muy bonito.

Me coloco el bolso y cojo las llaves. Lea sigue sentada, creo que he sido algo egoísta, está muy embarazada, debe estar cansada, y aquí está ella intentando hacerme feliz.

- Podemos dejarlo para otro momento.

Lea se levanta despacio, pero con una gran sonrisa.

- No, no, quiero que vayamos. No sabes lo sobreprotector que es Dante.

Me quedo de piedra. Pensaba que los hermanos Moretti estaban medio locos, pero Dante parecía el más racional.

- ¿En serio?

- Te lo juro, Mía. Se pasa el día... " No levantes peso" "No camines tan rápido"  "Duerme más tiempo" Me va a volver loca.

Tomo nota mental " No ser tan sobreprotectora" Recuerdo cuando Marcus lo era, también me sacaba de quicio.

Llegamos a la consulta donde trabajo. Es uno de los pocos sitios con aparcamiento, después es imposible dejar el coche por el centro, así que vamos a ir dando un paseo.

Lea se enamora al igual que me pasó a mi. Es muy romántico, íntimo, es un pueblo de ensueño. Todo el mundo se conoce y te tratan casi como si fueras familia.

Una hora callejeando es suficiente para mi amiga. Nos paramos dentro del bar de Marcus para tomarnos algo y descansar los pies.

Lo veo tras la barra. Lleva una camiseta negra que deja al descubierto los brazos llenos de tatuajes, sus músculos me llaman la atención, está más fuerte, más guapo. ¡PARA, MÍA!  ¿A qué estás jugando?  Mi subconsciente me va poniendo trampas con cada pensamiento fuera de lugar que tengo con mi marido.

Voy hacia él para pedir.

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