Entre Mafias romance Capítulo 56

Marcus

Mía y Lea se levantan para irse. He vuelto a tomar las riendas, pero temo que a mí mujer le afecte el embarazo de Lea, parece estar bien, pero ella siempre parece estar bien, así que no me fio mucho.

Después de pasar el resto del día trabajando conduzco hasta mi casa. Ha sido un día agotador. Un par de horas después de que Mía se fuera, volvió Carmen para pedirme explicaciones ¿Quién cojones se ha creído que es? La saqué del bar sin dudar. Los clientes que suelen venir se quedaron un poco atónitos, no es la actitud que suelo tener, pero ¿A quién demonios le importa eso?

Tengo una meta, un camino, y no pienso salirme del plan  ni una sola vez para satisfacer a nadie.

Abro la puerta. Killian está en la cocina hablando con Dante y Paul.

- ¿Ocurre algo? - Pregunto sacando una cerveza de la nevera.

Mi hermano deja su botella sobre la encima.

- En realidad si, tenemos que volver a Verona por unos asuntos con la empresa - lo dice como si fuera un drama.

Si todo esto es porque no quiere dejar a Mía sola, se puede ir a tomar por culo tranquilamente, estoy yo.

- ¿Y? - Pregunto sin entender el problema.

- Tom también tiene que venir, un paciente que estaba ingresado ha sufrido una recaída. No queremos que Mía se quede sola.

Lea estará con ella, pero es una mujer embarazada de ocho meses que no puede casi ni caminar, así que no es que vaya a ser de mucha ayuda si ocurre algo.

- Bien, yo me hago cargo.

- No creo que Mía te deje vigilarla - Killian lo suelta como una obviedad.

El antiguo Marcus, el cagado, habría visto un problema. El nuevo no ve ninguno. No hay otra opción, podemos hacerlo por las malas o por la buenas, aunque soy bueno engañando y espero no tener que llegar a atarla a la cama.

- He dicho que yo me encargo.

Levanta las manos en señal de rendición.

- Está bien, como quieras.

Se termina la cerveza de un buche y va a casa de Mía a preparar las maletas de vuelta. Les dejo tiempo para que se despidan mientras Dante y yo cenamos, cada uno ensimismado en sus pensamientos y problemas.

- ¿Has pensado como lo vas a hacer? - Pregunta al final Dante.

Todos están preocupado por que se quede sola. Yo llevo un año sin saber de ella, puede que ya no la conozca tan bien como creía, pero si se una cosa, siempre consigo lo quiero y ella no va a ser una excepción.

- Ahora lo verás. Tu solo tienes que seguirme el juego.

Esperamos a que Killian, Paul y Tom se vayan para ir a ver a Mía y a Lea.  Llamamos al timbre, poco después me abre la puerta una Mía con un pijama de vacas. Levanto una ceja sorprendido.

- ¿Qué hacéis aquí?

Se cruza de brazos intentando tapar las vaquitas que adornan su pijama gordo de invierno, pero  no puede hacer nada, ya lo he visto y aunque intento contener la risa, se me escapa.

- Te queda muy bien - Digo divertido.

Doy un paso para esquivarla y entro. No voy a esperar a que me vuelva a cerrar la puerta en las narices. Ya he entrado en su casa. Nadie me va a volver a sacar de aquí.

- Eh, eh ¿dónde vais? - Corre detrás de nosotros.

Llegamos al salón donde Lea está tumbada en el sofá con los pies en alto. Dante va directo hacia ella. Le deja un suave beso sobre la frente y se sienta a su lado. Parece un baile sincronizado a la perfección. Ella levanta la pierna y él comienza a darle un masaje.

- ¿Ya estais solas? - Pregunto volviéndome hacia Mía.

Asiente escondiendo un mechón de fuego detrás de la oreja.

- ¿Habeis cenado? - Vuelvo a preguntar para desviar la atención de nuestra auto invitación

Niega avergonzada. Maldita sea. Si no empieza por cuidarse a ella misma ¿cómo demonios pretende mejorar? Por estos pequeños detalles veo el cambio que ha sufrido en este año.

- Lea está embarazada, necesita comer y tu estás en los huesos - Digo algo más serio de lo necesario - Vamos a preparar algo.

No le doy opción a contestar. Camino hacia la cocina, pero escucho sus pasos detrás de mi. Abro la nevera en busca de algo que pueda aprovechar.

- No hay mucho donde elegir - Se sienta sobre un taburete y observa cada uno de mis movimientos.

Respiro profundo antes de sacar la cabeza de la nevera. Tiene que empezar a cuidarse porque cada vez tengo más ganas de bajarle los pantalones y darle unos azotes. Ahora empiezo a comprender lo importante que era Tom para ella. Es cierto, no está bien, y se le nota por estos pequeños detalles.

- El cheff Moretti se encarga de la cena, señorita - Bromeo.

Corto unos champiñones, corto una cuantas patatas bien finas junto con cebolla, después le añado queso y tenemos algo que no se muy bien como se llama, pero que huele que alimenta. Con los ingredientes que tenía no podía hacer mucho más.

Lo divido todo en dos platos. Dante y yo ya hemos cenado antes de venir. En la nevera veo que hay cervezas. Saco un par para nosotros.

No se que sueño exactamente, pero si llama mi atención el olor. Huele a quemado, no es un olor característico como puede ser el plástico quemado o la madera, es como si fueran distintos materiales. Abro los ojos de golpe. Todo está lleno de humo.

Salto de la cama y corro hacia la habitación de Lea para despertar a Dante.

- Tenemos que salir. La casa está ardiendo - Lo zarandeo hasta que cae de la cama.

- Joder, hay mucho humo.

Al momento entiende la situación. Ayuda a Lea a levantarse y yo corro hacia la habitación de Mía.

La sacudo igual que a Dante hace un momento. Parpadea sin comprender un par de veces, después su cara cambia debido al olor que penetra en las fosas nasales y hace que las vías respiratorias escuezan. Se tapa la nariz y sale de la cama.

- ¿Qué está ocurriendo? ¿Se está quemando la casa? Oh Dios mío.

Entro en el baño y empapo la toalla. Se la tiendo a Mía para que se proteja con ella. No sé de donde proviene el fuego ni como está de avanzado, más vale prevenir que curar.

- Tranquila, estoy contigo.

Bajamos las escaleras. Dante y Lea intentan abrir la puerta de la calle. Está bloqueada. No hay forma de salir por aquí. La empujo varias veces con el hombro, pero no se mueve ni un centímetro.

El fuego está repartido por muchas partes. El sofá está ardiendo, las cortinas en el suelo están en llamas. De la cocina también sale humo. Parece provocado.

- ¿Por qué no abre? - Lloriquea Lea tocándose la tripa.

Mía se pone a su lado y la abraza. Le tiende la toalla para que respire a través de ella. Corro hacia el salón. Podemos salir al jardín abriendo las cristaleras.

Todas están cerradas, parecen bloqueadas a conciencia.

- Agachaos - ordeno a Lea y a Mía - en el suelo hay menos humo.

Se tumban haciéndome caso. Golpeo la cristalera una y otra vez. Es inútil.

- Busca algo para romperla - Dante se mueve por el salón siguiendo mis órdenes.

Camino agachado hacia la cocina. Busco los trapos de cocina y los empapo en agua. Coloco uno sobre mi boca y mi nariz, busco a mi mujer entre tanto humo y le coloco a ella otro.

Dante a comenzado a golpear la cristalera con una silla de madera. Mi hermano jamás compraría una casa en la que Mía no estuviera totalmente protegida, dudo que una silla de madera pueda romper ese cristal.

Calculo que tenemos unos minutos para conseguir abrirla antes de perder el conocimiento por la inhalación de humo. Hay que pensar rápido. Piensa, Marcus, joder.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Entre Mafias