Entre Mafias romance Capítulo 62

Marcus

Escucho atento la historia de Mía, como acabó ella sola con  el hombre en la consulta donde trabajaba, como la dejaron inconsciente y se despertó en el barco, junto a Lea y Ricky, el hermano del hijo de puta que maté.

Cada palabra que sale de la boca de mi mujer me cabrea más. El tal Ricky va a morir, pero acabo de decidir  que su muerte va a ser lenta y dolorosa, y una advertencia por sí alguien, en algún momento decide volver a retarme.

- Killian, llama a todos nuestros socios de Verona y concerta una reunión.

No se quien es o que hace, pero voy a saberlo muy pronto. De momento, lo que tengo claro es que ese tío no es un mierda como su hermano. Ha conseguido introducir alguien  en el castillo para intentar matarme. Este desgraciado sabe lo que hace. Tenemos que tener mucho cuidado.

- Ya lo había pensado. Algo se nos está escapando, no se el que, pero tengo la sensación de que lo tenemos delante de nuestras narices.

Mi hermano se levanta y se aleja hasta el mueble bar. Mía está sentada en la butaca, pero no deja de retorcerse los dedos, aunque intenta disimularlo colocándolos sobre la pierna.

Mira a Killian un par de veces y se levanta. Se acerca mientras sirve un Whisky. Me mira como si intentara ocultar algo, y como solo soy capaz de hacer el ridículo delante de Mía, desvío rápidamente la vista de ella y miro un cuadro feísimo que cuelga en el Salón.

Aprieto los dientes cabreado ¿Qué cojones quiere de Killian? Y ¿Por qué no se lo ha dicho delante de mí? Ha esperado a que se levantara y se alejara y después lo ha seguido para hablar de algún secretito.

No puedo contenerme. Me levanto y voy directo hacia ellos.

- ¿Qué ocurre? - Pregunto cerrando los puños.

Mía disimula en cuanto escucha mi voz demasiado cerca.

- Nada, nada - Contesta nerviosa - Tonterías. Voy a ir a la cocina a ver si hay algo que me apetezca.

Lo único que le ha faltado es salir del salón mientras gritaba. Está claro que está escapando de mi, pero ¿por qué?

Encaro a mi hermano esperando una explicación. A Mía jamás le haría nada, pero Killian es otra historia...

-  La has puesto nerviosa - Acusa - Y además no deberías ser tan celoso, no te pega. El terrible Marcus celoso hasta del aire que toca a su mujer - Mueve los brazos como si escribiera el letrero de una película.

- Déjate de mierdas ¿Qué te ha dicho?

Mira hacia la puerta comprobando que no hay nadie escuchando, después se acerca a mi  como si fuéramos confidentes.

- No seas infantil - ¿No ves que está agobiada? Necesita sus medicinas y las perdió en el incendio.

¡Joder! No me acordaba de la medicación de Mía. Creo que eso me convierte oficialmente en el peor marido, aunque he hecho tantas cosas desde que nos casamos que podría ser el peor marido con medalla de honor.

- Llama a todos para la reunión.

Me alejo y salgo. Voy a la cocina, pero no la veo. En algún momento tendremos que hablar del año que hemos pasado alejados, no me gusta que tengamos secretos ni tener que hacer un papel, como el que no sabe nada.

Subo las escaleras, no está en mi habitación, tampoco en la suya, no se porque tenemos que estar separados, pero ella ha decidido que prefiere el cuartucho que hay frente al mío.

Me quedo parado en medio del pasillo mirando las escaleras que suben al Torreón. No tiene sus medicinas ¿cómo está su estabilidad emocional? Corro hacia ella, subo los escalones de dos en dos y en cuanto llego a la puerta la empujo con el hombro como un toro desbocado. Me he convertido en alguien  exagerado, pero en mi defensa diré que nuestra vida no es tranquila y monótona precisamente.

Mía esta de pie, mirando hacia el infinito, por lo menos lo estaba hasta que yo he llegado como si fuera el fin del mundo. Me mira fijamente con las cejas fruncidas.

- Lo sabes.

No hay duda ni pregunta.

- Lo se - Admito. No tiene sentido seguir mintiendo.

Me acerco hasta ella que no se ha movido ni un milímetro y la abrazo por detrás. Huelo su pelo, a Limón y canela. Descansa su cabeza sobre mi pecho.

- ¿Qué hacías aquí?

No hemos marcado ningúna regla sobre lo que podemos o no podemos hacer, pero es peligroso estar en espacios abiertos sin haber comprobado los alrededores. Sujeto sus dedos entre los míos y camino hacia la puerta.

- En realidad nada - Se coloca un mechón detrás de la oreja - Solo... Solo me gusta respirar el aire fresco... No me gusta sentirme encerrada.

Parece tan frágil... Sus palabras me tocan la fibra, esa fibra que creía que había perdido. Creo que empiezo a tener claro que la antigua Mía no volverá, ella ha cambiado a otra versión después del sufrimiento más extremo que puede soportar una persona. Tengo que comenzar a conocerla de nuevo.

- ¿Puedo hacer algo por ti?

Se le escapa una pequeña risilla.

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