Entre Mafias romance Capítulo 63

Mía

No estoy acostumbrada a estar todo el día con Marcus a mi lado. He estado demasiado tiempo sola y deprimida y ahora de pronto, mi vida vuelve a ser la misma, con las mismas personas y los mismo peligros.

Mi marido se preocupa mucho por mi, agradezco las atenciones que me da, pero me siento extraña.

He salido un rato al jardín, pero el día es especialmente frío. Entro de nuevo, justo cuando voy a subir las escaleras, escucho a Marcus y a Killian discutiendo sobre algo. Me pongo de puntillas y camino con cuidado para no hacer ruido hasta el salón.

- Marcus, tenemos que ir, no hay otra opción - Killian levanta la voz intentando imponerse.

Pego un salto cuando un golpe en la mesa me asusta.

- No pienso dejarla sola con ese loco suelto. ¿No lo entiendes?

- Si, claro que lo entiendo, pero para acabar con él debemos ir a Manhattan.

Tienen que irse los dos. El único motivo por el que Marcus no quiere hacerlo soy yo. Quedan dos días para que sea el día de navidad, sabía que no haríamos nada especial, pero pasarlo sola tampoco estaba entre mis planes.

- Tendrás que buscarte a otro - Esas son las últimas palabras que dice mi marido antes de salir y chocar conmigo.

Fantástico Mía, eres toda una espía. Le agarro del brazo y camino hacia el salón, Marcus me sigue poco convencido.

- Os he escuchado hablar, siento haberos espiado, pero tenéis que ir si esa es la forma de solucionar todo lo que está ocurriendo.

Killian me lanza una mirada de agradecimiento por apoyar su idea, Marcus es otra historia, no le gusta que le obliguen a hacer algo que no  quiere, ni siquiera yo.

- Lo he dejado bien claro, no pienso ir.

Agarro sus manos con cariño. Necesito que comprenda hasta donde nos puede llevar una mala decisión. No sé si que se vaya es la correcta o no, pero sé que no hacer nada es peor.

- La última vez que no hicimos nada terminé con un tiro en el estómago - Observo cómo sus ojos se oscurecen - tu te fuiste, yo... Perdí un poco el rumbo y terminé en un hospital. No podéis dejar que este hombre gane porque dudo que las consecuencias sean mejores que la última vez.

La rabia que se reflejaba en su rostro se ha esfumado. Ahora creo que comprende lo importante que es tener el control e ir un paso por delante.

- No puedo dejarte sola - Baja el tono para que esta confidencia sea solo de nosotros dos - Otra vez no.

Levanto la mano hasta que mis dedos rozan su mejilla.

- No voy a estar sola. Tenéis un ejército protegiéndonos y Dante está aquí. No va a pasarnos nada.

Niega repetidas veces con la cabeza.

- Está bien, joder - mira directamente a su hermano - dos días, ni uno más.

Se va dando grande zancadas. No está contento. Le estamos obligando a hacer algo que no quiere, pero es lo correcto.

Killian se acerca y me abraza. Apoyo la cabeza sobre su pecho y respiro profundo. No quiero que ninguno de los dos se vaya, no quiero quedarme sola, pero ya no puedo seguir siendo la pobrecita Mía por más tiempo.

-Gracias pequeñaja, sin ti no lo habría podido convencer.

- ¿Qué es lo que hay en Manhattan?

Tengo curiosidad. Tanta insistencia con ir allí tiene que ser por algo gordo.

- Enemigos.

Buscan aliados. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, según dicen. Espero que funcione.

El resto de la tarde paseo para calmar la ansiedad. Marcus solucionó el tema del incendio de mi casa, el del bar y el muerto en la consulta, pero ¿quién arregla el lío en mi cabeza? Solo puedo hacerlo yo y a veces siento que me va a explotar.

Me paso por la habitación de Lea. Tiene a su bebé en brazos, lo mece con cuidado. Tiene tanto amor que dar, ha soportado tanto. Es más fuerte que yo. Ella jamás se derrumbó.

- Hola Mía, pasa por favor.

Me acerco  a los dos. Me tiende a su hijo para que lo coja, después de un instante de duda estiro los brazos. Si pude sostenerlo en medio del mar cuando un loco nos perseguía, puedo hacerlo ahora.

- ¿Le habéis puesto nombre?

- Ethan, ese es su nombre - Dice orgullosa.

Ethan me mira con ojos muy abiertos, aunque es un recién nacido presta atención sobre lo que le rodea.

- Me gusta, es muy bonito.

Coge al bebé de mis brazos y lo suelta en la cunita. Vuelve hacia mi con los ojos llorosos.

- Todavía no te he agradecido todo lo que hiciste por mi y por mi hijo.

Está emocionada. Lea es una persona transparente, te transmite justo lo que es, ni más ni menos. Llevo tanto tiempo conteniendo lo que siento, intentando enmascararlo, ocultarlo  a los ojos de los demás.

Mi visión se vuelve borrosa intentando contener las lágrimas. Lea me abraza y yo la abrazo a ella. Finalmente, lloro sobre su hombro. Dejo que las lágrimas limpien un poco toda la tristeza que envuelve mi vida.

- Me gustaría que fueras su madrina - Pide sin soltarme.

-Lea - Susurro tapándome la boca - Me encantaría, claro que si.

Voy a ser la madrina del pequeño Ethan, no hay nada que me de más alegría. Después de dejar a Lea busco a Marcus para contárselo. No está por ningún lado.

Puedo esperarlo en mi habitación, pero es pequeña y cuando estoy un rato siento como si las paredes se fueran estrechando cada vez más, así que espero en su habitación. Abro las puertas correderas que dan a un balcón enorme. Saco una silla, cojo la colcha de la cama y lo espero fuera.

- ¿El qué? - Pregunto conteniendo el placer.

- Los ruiditos que haces, los gemidos.

Me avergüenzo, mis mejillas se tiñen de rojo, pero a Marcus parece no importarle, aumenta el ritmo de sus embestidas, mis dedos rodean sus hombros sintiendo la excitación en cada poro de mi piel.

- Oh Marcus.

Pasa una de sus manos debajo de mi glúteo y tira hacia arriba, me aprieta contra él en medio del frenesí. Enredo mis piernas a su cintura. Lo necesito todo de él.

Un instante después  siento el placer recorrer todo mi cuerpo, suelto los hombros de Marcus y arqueo la espalda disfrutando las oleadas que atraviesan cada parte de mi cuerpo terminando en los dedos de los pies. Marcus gruñe al momento, terminando conmigo.

Deja caer su cuerpo sobre el mío mientras intentamos calmar la respiración.

- Te amo - Se levanta con cuidado.

Me ayuda a levantarme y sin soltarme la mano, vamos juntos a la ducha.

- Marcus - Lo llamo timidamente.

Frota mi cabello con el shampoo que suele usar él. Adoro su olor  a roble y poder.

- Dime preciosa.

- ¿Estarás de vuelta para el día de Navidad?

Ya se que es una tontería. Tenemos problemas mucho más importantes, pero es un día especial para mí, y me gusta pasarlo con la gente a la que quiero. No sé si mi hermano estará de vuelta, así que espero que estén Marcus, Killian, Lea y Dante.

-  Si tú quieres que esté, no hay fuerza que me haga faltar.

Me ayuda a salir y me envuelve en una toalla esponjosa y calentita. Se me escapa un bostezo. Llevo muchos días durmiendo mal y no se porque extraño motivo, estar con Marcus me relaja.

- Vamos a dormir - Vuelve a levantarme del suelo para llevarme hacia la cama.

- Puedo caminar ¿ lo sabes?

Me suelta despacio y recoge la colcha para taparme.

- Lo se, pero disfruto cuidándote. No sabes cuánto lo he echado de menos.

Se tumba junto a mi, levanta el brazo e instintivamente coloco mi cabeza sobre su pecho. Vuelvo a bostezar. Marcus apaga la luz de la lámpara y yo cierro los ojos, olvidándome por primera vez en un año de la ansiedad, de las paredes que me rodean o del dolor que sentía dentro de mi a todas horas.

Se ha encendido una pequeña lucecita en mi interior, esa luz me deja dormir tranquila y sin pesadillas en los brazos del hombre que amo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Entre Mafias