Entre Mafias romance Capítulo 64

Mía

Desayuno en el jardín. Estoy de buen humor. La noche con Marcus ha sido simplemente perfecta. Nos queremos y estamos casados y eso nadie puede negarlo. Podemos rompernos en mil pedazos, podemos herirnos en lo más profundo, en la oscuridad más negra, pero siempre estaremos para el otro, siempre volveremos a encontrarnos y a limpiar nuestras heridas, porque así es este mundo.

Aparece a mi lado, me deja un beso en la mejilla y se sienta conmigo. Tiene puestas las gafas de sol, unos vaqueros que le sientan como si lo hubieran hecho a medida y una camisa blanca.

- En media hora tenemos que irnos - Explica cogiendo una tostada - Pero si prefieres que me quede, me quedaré.

Sé que lo primero para él soy yo, no es el trabajo, ni los negocios, no siquiera la venganza, soy yo. Me lo ha demostrado una y otra vez.

- No, no, tenéis que ir, es la única manera de terminar con todo este lío.

- Si el muy cabrón  no se escondiera ya habría terminado yo con él.

Es como una cerilla que arde en un momento. Se enfada en cuanto recuerda lo que nos ha hecho o lo que hizo su hermano.

- Esa boca - Le regaño.

Le hace gracia que le llame la atención. Con cuidado levanta las gafas para mirarme con esa intensidad que me desmonta por completo.

- ¿Piensas castigarme si no me comporto, Mía Moretti?

Levanto un dedo para silenciarlo.

- Carussi, Mía Carussi, y si, pienso castigarte.

- Tenemos que hablar lo del apellido - Dice volviendo a colocarse las negras gafas sobre los ojos.

No hay mucho que discutir. No me lo voy a cambiar. Fin. Esta es una de esas conversaciones que no nos va a llevar a ningún sitio, así que en lugar de contestarle, continúo disfrutando de mi desayuno y de la compañía.

Marcus me prometió que estarían de vuelta para el día de Navidad, así que tengo pensado hacer algo especial para esa noche. Quiero adornar un poco el salón con motivos navideños, poner un árbol, algunos angelitos por aquí y por allá.

La cena tiene que ser algo especial. Volvemos a estar juntos. Quiero que esta Navidad la recordemos siempre.

Killian aparca el coche y se acerca a nosotros con ese porte tan distinto al de su hermano. Va vestido con un traje italiano azul, se acopla a la perfección a su cuerpo.

-  Es la hora - informa mirando su reloj.

Marcus se levanta. Se arrodilla a mi lado, coloca sus grandes manos a ambos lados de mi mandíbula y me besa.

- Por favor, no hagas nada estúpido - pide . Se me escapa una risa pensando que está de broma, pero a él no parece hacerle gracia - Lo digo en serio.

Killian garraspea conteniendo la gracia que le ha hecho. Lo miro con desprecio.

-  No te enfades, mi hermano tiene razón. Tienes un imán para los problemas - Se acerca  a mi y me da un beso en la frente - Cuidate pequeñaja.

Marcus le da un puñetazo en el hombro. Creo que nunca los he visto así, como dos críos bromistas, como hermanos. Me gusta mi familia. No la cambiaría por nada.

- Deja de llamar pequeñaja a mi mujer si no quieres que te arranque la lengua.

Killian rompe a reír en sonoras carcajadas. Se inclina hacia delante abrazándose el estómago, su risa es contagiosa, aprieto los labios para no hacer lo mismo, pero tiene razón, los celos de mi marido no tienen razón de ser.

- Tío contrólate. No sabía que eras tan celoso.

Me da un último beso y veo como se alejan hacia el coche, lo arrancan y se alejan, espero que les vaya bien y que consigan lo que han ido a buscar.

Algo que caracteriza a los hermanos Moretti es que son exagerados, Marcus bastante más, pero Killian no tiene nada que envidiarle.

El castillo está custodiado por un pequeño ejército. Controlan la entrada, todo el perímetro. En el jardín hay unos diez hombres y dentro del Castillo repartidos por cada esquina también hay muchísimos. Por lo menos me van a poder ayudar a decorarlo todo de un ambiente navideño.

Paso los dos días bastante tranquila. Llamo a muchas tiendas para encargar los adornos. Podría llevarme a algunos hombres e ir yo misma, pero lo último que me dijeron es que no hiciera nada estúpido, creo que salir a comprar cosas de Navidad cuando alguien intenta matarnos sería literalmente una estupidez.

El mismo día de navidad a primera hora llega todo lo que he ido pidiendo. He puesto a trabajar a la mayoría de los hombres que nos protegen.

- ¿Dónde quiere esta caja señora Carussi?

Me acerco hasta él. Busco en los laterales hasta que encuentro en una esquina escrito " Adornos árbol"

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Entre Mafias