Entre Mafias romance Capítulo 65

Marcus

Hemos conseguido que varios enemigos de Ricky accedan a trabajar con nosotros.  Sus hombres vienen con Killian y conmigo y cuando comprueben que es seguro, vendrán ellos.

Veo lógico que tomen esas medidas, si se hubieran fiado a la primera de cambio del primer tío que te dice que vengas con él, demostraría que es un mierda que no sabe dirigir nada.

Antes de entrar en nuestro terreno me doy cuenta de que algo no anda bien. Hay demasiado silencio, todas las luces están apagadas y según me contó Dante, Mía ha comprado todos los adornos de Navidad y las luces de Verona, esperaba ver la iluminación desde el aeropuerto.

- Para el coche Killian, algo va mal - Apaga las luces y sin hacer ruido frena poco a poco.

Los coches que nos siguen nos imitan. Abro la puerta despacio y me bajo con cuidado. Camino hasta el primer coche que abre la puerta como si fuera una bomba a punto de estallar.

- Creo que pasa algo, no estoy seguro. Voy a comprobarlo - Me alejo de Leonardo, el hombre que manda sobre todos los demás.

Me agarra del brazo para que no me aleje.

- Voy contigo - Saca su pistola y la carga.

Nos metemos en los arbustos y despacio avanzamos hasta poder ver la entrada de la casa. Hay muchos cuerpos tirados en el suelo. Mis hombres están muertos.

- Cuento a nueve fuera. Dentro puede haber más - Susurra Leonardo.

Este tío es todo un  profesional. Mantiene la cabeza fría en todo momento. Vuelve sobre sus pasos para avisar a los demás. Yo sigo en el mismo sitio, esperando ver a Mía por algún lado.

Si ese desgraciado la tuviera ya me habría llamado para regodearse ¿no?

Poco puedo hacer aquí. Tenemos que tomar el control. Sigo los pasos del hombre que ha tomado las riendas de la situación.

Todos comienzan a bajarse sin hacer el más mínimo ruido, abren los maleteros, y entre susurros se van pasando chalecos antibalas y armas, muchas armas.

- Ponte uno - Leonardo me pasa un chaleco.

No quiero ponerme un puto chaleco, quiero entrar ahí y buscar a mi mujer. Se lo quito y me lo pongo. Cuanto antes terminemos toda esta mierda, antes empezaremos.

Se abren en formación de abanico para sorprenderlos. Todos esperamos en nuestras posiciones hasta que nos de la señal y empecemos a matar a todos estos hijos de puta.

- Hermano, Mía está bien, estoy seguro - Killian se coloca a mi lado - Ella es lista.

- Eso espero - Me paso la mano por la cara en un inútil intento de quitarme parte de la presión - Eso espero - Susurro.

Un silbido largo y tres cortos es la señal. Todos salimos de nuestros escondites con un objetivo en nuestra mirilla. Los nueve hombres caen al suelo en el momento que aparecemos.

La parte izquierda del abanico entra en el castillo y la derecha lo rodea. Hago señas a los hombres que están cerca de mi.

- Mirad - Susurro.

Señalo al bosque. Allí hay linternas que se mueven. Cuento cerca de veinte linternas. A mi mujer le encanta ir allí a pensar o a relajarse. Ella nunca está dentro del castillo. Si hay tanto hombres, es porque la están buscando.

Camino decidido al lugar abarrotado de enemigos. No hay nada que pueda hacer que no entre ahí para buscarla. Killian me alcanza, cuando creo que va a intentar detenerme, carga su arma y camina a mi lado.

Los hombres de la parte derecha del abanico se unen a nosotros. Tenemos una clara ventaja y hay que aprovecharla. Ellos tienen linternas. Sabemos exactamente donde están.

Muevo la corredera y cargo el arma una vez más. La luz más cercana a mi cae al suelo en cuanto le disparo. Killian termina con dos más.

Nos responden disparando también, nos agachamos y caminamos escondiéndonos detrás de los troncos. Se dan cuenta de que la luz les delata, las sueltan y poco a poco van quedando en el suelo.

La locura dentro del Castillo llega hasta nuestros oídos, pero ahora mismo cada uno tiene que librar su propia batalla.

No veo a mi mujer por ningún lado ¿Dónde cojones está? ¿Es posible que hayamos llegado tarde y se la hayan llevado?

Poco después todo queda en calma. Parece que no queda nadie. Algunos han huido, pero la mayoría está tirado en el suelo con una bala en su cuerpo.

- ¿Mía? - Susurro esperando que conteste.

Dante llega corriendo hasta nosotros.

- ¿Qué ha pasado?

Como tantas otras veces, siento la rabia comenzar a crecer. Jamás me había fallado, siempre ha sabido protegerme y ahora viene corriendo preguntando que cojones ha pasado. Lo agarro del cuello y lo estampo contra el tronco de un árbol.

- ¡¿Dónde cojones estabas?! ¡Mi mujer era tu responsabilidad!

Killian me agarra por los hombros para separarme. Ahora mismo quiero matarle, pero en lugar de eso, dejo que me separe.

- En el pediatra, Ethan está enfermo - Susurra afectado por todo lo que ha pasado.

Joder. ¿Cómo cojones lo voy a culpar? Coloco la mano sobre su hombro y respiro un par de veces.

- Está bien, no es tu culpa. Tenemos que encontrar a Mía.

- Encárgate de todo, por favor - Le digo lo suficientemente bajo para que sólo él me escuche.

Asiente una única vez y adelanta el paso para hablar con Leonardo. No me gusta tener extraños en casa, pero tengo que admitir que el cabrón sabe lo que hace.

- ¡Espera! - Mía Salta en mis brazos - Han dicho algo... Algo de que habían puesto almendras. Lo saben - comienza a sollozar - Ellos lo saben.

Killian regresa sobre sus pasos. Mi hermano suele ser bastante más comedido que yo, pero está cabreado. No se en que momento Mía se convirtió en una persona tan importante en nuestra familia, pero lo es.

- No te preocupes pequeñaja, vamos a tirar toda la comida y vamos a matar a esos hijos de puta.

La llevo a mi habitación y salimos al balcón. Hay un sofá que mandé traer para que estemos más cómodos. Me siento en él sin soltarla.

- Marcus...

Se mete un mechón de pelo detrás de la oreja, buscando las palabras adecuadas.

- Dime.

- Quiero irme, por favor. Aquí... Estoy peor, por favor.

No me gusta la idea de alejarme del Castillo ahora que estamos todos preparando como acabar de una vez con Ricky, pero mi mujer es la primera en mi lista de prioridades.

- ¿Dónde quieres ir?

Se muerde el labio inferior pensando. No debería hacer eso. Está terriblemente sexy y hace que me olvide de lo que estamos hablando.

- A mi piso.

Enarco una ceja sin comprender. Hasta donde yo sé, ella vivía con su padre hasta que se vino a mi piso, después al castillo.

- Killian que compró uno cuando salí de... Bueno... De la clínica, no podía estar aquí...

- Vale, pero vamos a hacer las cosas bien. Mañana a primera hora irán algunos hombres para comprobar que es seguro - Le dejo un beso en la frente - Y después nos iremos tu y yo ¿vale?

Me mira con sus grandes ojos verdes y sonríe, por primera vez desde que la hemos encontrado en el árbol, esa maldita sonrisa por la que haría cualquier cosa.

- Te quiero - Ahora es ella la que posa sus labios sobre los míos, suave y delicada como solo ella saber ser.

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