Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1008

Probablemente porque no estaba muy consciente, Xenia asintió y volvió a dormir.

Simón la llevó entonces al exterior. Tras unos pasos, Xenia pensó de repente en algo y abrió los ojos bruscamente para mirar a Simón.

-No. Tú bájame.

Ahora estaba en la oficina, tenía mucho trabajo que terminar, ¿cómo iba a irse?

Y fue también en ese momento cuando Xenia se dio cuenta de que, en realidad, le había entrado demasiado sueño y se había quedado dormida. ¿Cómo podría dar un buen ejemplo en el futuro para los otros? La jefa dormía en horas de trabajo, y ella dormía tan bien que ni siquiera sabía que Simón había venido.

Simón se detuvo en seco y la miró con el ceño fruncido.

¿Cómo pudo despertarse tan rápido?

-Rápido, bájame.

Xenia lo empujó, luchando por zafarse de los brazos de Simón. Pero él siguió rodeándola con sus brazos, frunciendo sus finos labios con cierto desagrado.

-¿Qué estás haciendo?

-Es hora de salir -recordó.

A Xenia le sorprendió mucho al oír esto. Recordó claramente que era temprano para terminar la jornada cuando trabajaba, pero se quedó dormida, y durmió hasta el final del día...

Se acabó, se acabó, se acabó...

Justo cuando Xenia se golpeaba a sí misma, Isidora dijo a su lado.

-¡Diosa Xenia! Debería volver con el señor. De estos trabajos nos podemos encargar yo y Ernesto. De todas formas, no hay prisa. Y te ves agotada, es mejor volver y descansar.

Xenia silenció, -Lo siento. No pensé que me quedaría dormida realmente.

-¡Está bien! -Isidora movió la mano. No le gustaba Xenia antes, pero después de saber que Xenia era su diseñadora favorita, Isidora no podría dejar de defenderla.

Las personas a quien quería proteger, hicieran lo que hicieran, tenían sus razones.

Y aunque no tuvieran, Isidora, encontraría una razón para ellos.

Ernesto llevaba mucho tiempo persiguiendo a Isidora y, naturalmente, conocía su carácter y temperamento. En ese momento sonrió y dijo, -Sí, vuelvan. Isidora y yo podemos encargarnos de las cosas aquí.

Simón, al ver que Xenia seguía dudando, tomó la decisión por ella enseguida.

-Volvamos hoy y continúa mañana con lo que no has terminado. A ambos les concederé un aumento del sueldo personalmente y saldrá de mi cuenta -dicho esto, Simón se acercó a su oído y le susurró-. ¿Satisfecho ya?

Xenia se sentía culpable por no haber dado un buen ejemplo como jefa y por haberle pedido a Isidora y Ernesto que hicieran tantas cosas. Gracias a lo que había dicho Simón, se sintió mejor.

Sin embargo, aún sentía un poco de curiosidad y preguntó en voz baja.

-Un aumento. ¿Cuánto?

Simón sonrió, -Hasta que estén satisfechos.

Isidora y Ernesto se sorprendieron.

“Tsk, el dinero habla.” Los dos pensaban.

Isidora asintió satisfecha, -Qué bueno un aumento. Xenia, ya puede irse a casa sin preocupación.

Xenia dudó, pero Simón no le dio la oportunidad de pensar en ello. Asintió a los dos y se fue con ella en brazos.

Cuando se fueron, Isidora se tomó la barbilla entre las manos, con los ojos brillantes.

-El señor es tan feliz, ¿no?

-Eh...

-¿Eh?

Simón se detuvo en sus movimientos y la miró.

-Parece que me he despertado y ahora no tengo nada de sueño.

Simón enarcó una ceja, -Está bien, volvamos a la cena.

Xenia, -En realidad, quiero volver al trabajo.

Clics.

Era el sonido del cinturón de seguridad.

Sus cejas se fruncieron ligeramente y miró a Simón con una mirada contrariada. Parecía que no iba a dejarla trabajar, pero Xenia seguía insistiendo.

-Eh, hay mucho trabajo que hacer y ya he dormido bastante por la tarde, así que estoy de buen humor para seguir trabajando.

Simón la respondió fríamente.

-Vamos a cenar primero, y hablaremos de ello después.

Mientras el coche se alejaba, Xenia dejó de hablar y miró impotente por la ventanilla.

Ni siquiera la dejó salir del coche para trabajar, así que después de la cena, era imposible en absoluto.

Hubo un momento de silencio en el coche. De repente, Xenia dijo, -Naomí ha dimitido.

-Bien -Simón respondió con calma, aparentemente sin ninguna sorpresa.

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