Se hizo el silencio al otro lado del teléfono y Miguel preguntó sonriente, -¿Qué, no tienes más palabras?
-Es la amiga de mi hermana.- respondió la otra parte tras un momento de silencio.
-¿Oh?- Miguel bromeó, -Es juvenil y enérgica, buena candidata para un viejito como tú.
Entendía perfectamente lo que Diego había dicho: estaba ayudando a una de las amigas de su hermana. Pero Miguel se divertía de bromear con Diego.
Pobre Diego, suspiró sin tener ganas para dar más explicaciones, y se limitó a decir,
-Intérpretalo como quieras. Te dejo porque la reunión está a punto de empezar.
-Bien, recuerda que me debes un favor -dijo Miguel. Luego colgó el teléfono, mientras la sonrisa en su rostro se estaba desapareciendo. Parecía que se había convertido en otra persona.
Su esposa se había ido al cielo durante años, y él había aprendido a dominar sus emociones. Ya era capaz de sonreir alegremente sin sentir nada de felicidad en su interior, o sea, era maerstro en ocultar sus sentimientos verdaderos. La sonrisa sólo servía como su disfraz para el dolor. Su alegría había sido enterrada junto con su esposa...
Miguel cerró los ojos y una leve sonrisa se dibujó en su pálido rostro.
***
Xenia se sorprendió al enterarse de que Naomí iba a abrir un restaurante, le preguntó con mucha alegría,
-Cuando se abra, traeré a Simón allí para que te apoye.
Al oír el nombre de Simón, Naomí se puso nerviosa y dijo en voz baja, -¿Podrías vienir sola? Simón... pues, me temo que mi pequeña tienda no será capaz de acoger al gran jefe...
Xenia miró a Simón, que se estaba duchando en el baño, y al pensar en su cara fría y su poderosa aura, soltó una risa, y dijo,
-Ay...¿ todavía te da tanto miedo?Te ayudaré a controlarlo. Tranquila.
-¡Madre mía! No te creo. Dime en serio, ¿ vas a traerlo aquí?
-¡Por supuesto! Cuanta más gente, mejor para la inauguración
Naomí se quedó sin palabras. Volvió a mirar a su padre en la sala, imaginando su expresión al ver a Simón en el día de la inauguración. Al final, se comprometió, diciendo,
-Está bien. Por cierto, no estás enfadada conmigo, ¿verdad?
-¿Cómo?-Xenia le pareció muy extraña la pregunta,-¿Debería estar enfadada?
-No, es de Naomí.
Simón mostró una cara confusa sin saber qué decir.
-¡No me digas que ya la hayas olvidado! -exclamó Xenia con disgusto.
Simón se frotó la nariz, sintiéndose avergonzado. No era su intención olvidar a una amiga tan importante para Xenia, simplemente era porque su memoria era esporádica y desordenada durante esta etapa.
Había olvidado muchas cosas, y a muchas personas, excepto a Sofía, por lo imperdonable que había hecho a Xenia y a él mismo. Sobre esta mujer, además de que él había recordado algo de ella, Rafael le había dado información sobre ella, y ahora tenía una idea clara de qué clase de persona era Sofía.
-No, la recuerdo -Simón se acercó a la cama, se inclinó cerca de Xenia y le dijo en voz baja-. Me acuerdo de todo lo tuyo, pero ella no se cruzó en mi camino, así que no me la tomé a pecho. ¿Acaso Sra.Liliana quiere que me acerque a su bestie?
Los ojos de Xenia se abrieron de par en par, mientras le acusaba,
-Son cosas distintas. ¿Qué tiene que ver que te hayas acercado a ella con que la hayas olvidado?
Simón soltó una risa, y le aferró la barbilla, preguntándole,
-¿Me has rechazado la excusa?
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