Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1074

Naomí volvió a bajar, respirando inestable. Antes de verlo, Naomí encontró un lugar para tranquilizarse.

Más o menor medio minuto después, Naomí se sentía mejor.

Luego ella adelantó a pasos cortos.

El coche ya estaba apagado por pasar mucho tiempo. Diego estaba sentado en el asiento de conductor, con la ventana bajada a la mitad. En la sombra del coche debajo de la farola, se escondía la cara hermosa.

Desde lejos, vio esta escena Naomí.

Diego era muy tranquilo y sobrio, lo que le hizo inquieta. Eso pensaba Naomí antes, pero ahora creía que el hombre delantero no tenía corazón.

No, él tenía, sólo para su hermana.

Era imposible lograr ni un puntito de él.

Naomí le acercó con dificultad.

Al darse cuenta del ruido, Diego le dio la mirada.

Mirándolo a los ojos, Naomí tenía un poco de miedo, pero tuvo que ir.

-Señor Diego.

Diego frunció el ceño de ira.

Naomí se encogió con el miedo. Pensó que estaba enfadado por no llevar a Bernabé. Realmente quería recogerlo juntos, después de todo, Diego ya habló tan claro.

Si no lo llevó, parecería que fuera la gente desvergonzada.

-Bueno, por más que lo persuadiera, no querría bajar. -se obligó a decir Naomí, -O mañana lo diré otra vez, ¿a volver?

Diego no le contestó, sólo mirándola callado, por sus ojos profundos nadie podría adivinar qué estaba pensando.

Un rato después Diego dijo, -De día, ¿está contigo en el restaurante?

Naomí asintió con la cabeza.

-Lo veo.

Cuando Diego estaba listo para marcharse, sonó el teléfono de Naomí, quien sacó el celular a ver. A Naomí Le extrañó que Rafael le llamara.

Quería contestarlo, pero Diego todavía estaba aquí. Naomí le dio un vistazo a Diego, quien parecía que no iba a salir en absoluto.

En ese momento, Rafael debía estar en el hospital, ¿qué pasó si la llamó ahora?

Finalmente, Naomí lo contestó.

Dijo cuidadosamente, probablemente por la existencia de Diego.

-¿Has llegado a casa? -preguntó Rafael.

Naomí asintió con la cabeza subconscientemente, -Sí, he llegado.

-¿Cómo irás al hospital más tarde? -preguntó directamente Rafael.

Naomí pensó un ratito, dijo, -¿Tomo un taxi?

Después de todo, todavía no compró coche. Tuvo que tomar un taxi al hospital y además, en esa época, era muy fácil pedir un taxi.

-Eres chica, es inconveniente tomar un taxi por la noche, dame la dirección, voy a recogerte.

Naomí se quedó sin palabras.

Debido al silencio de noche, aunque Naomí no encendió manos libres, Diego podía oír claramente las palabras de Rafael.

La mirada de Diego se volvió más fría.

Naomí estaba nerviosa, -No, no hace falta, ahora estás en el hospital, te molestan la ida y la vuelta, voy al hospital en taxi.

-No pasa nada, dame la dirección.

Después de colgar el teléfono, Naomí lo vio sin largarse. Pensaba que la esperaría por Bernabé, y también dijo que ya lo veía.

Debería salir en coche ahora.

¿Por qué todavía estaba aquí?

No entendió qué estaba pensando y tampoco quería hablar con él, así que dio la vuelta e iba a salir.

De repente, dijo Diego.

-¿Quieres volver a quedar con Xenia?

Y le dio un vistazo por el espejo retrovisor.

Recordó ese día frío en el extranjero. Ella también llevaba poco y estaba a punto de congelarse cuando salió con él.

Y después ella tenía fiebre.

Si quería fingirse, no le importó mucho a Diego, al mismo tiempo, Diego también supo que era posible tener fiebre. Había visto cuánto dolores padecía cuando tenía fiebre.

Al pensar en eso, Diego cerró directamente la ventana.

Naomí pensó que sólo aguantaría tres minutos más y luego cerraría la ventana. Hasta ese momento, todo se explicaría si dijo tranquilamente que estaba mejor.

Ella no pensaba que Diego cerrase directamente la ventana.

Para ser razonable, Naomí preguntó, -¿Por qué cerras la ventana? Todavía no me basta.

Diego se quedó sin palabras.

¿Realmente no estaba hasta la coronilla de resignación y dignidad?

Justo se paró en el semáforo en rojo, Diego dio la vuelta para verla.

-Tengo frío.

Naomí se calló.

Bueno, tenía mucha razón.

De no ser así, debería vacilar en cerrar la ventana o no. Ya que dijo eso, Naomí le hizo eco.

-Lo siento, sin pensar en ti, pues no voy a abrirla.

-Vale.

Naomí sentía que la relación entre ellos facilitó mucho.

Ella bajó la mirada, mientras se sentía dulce y amarga.

Ahora parecía que Diego no se cuidó de ella tanto como antes, ¿acaso era debido a que ella finalmente dejó de tomarle cariño?

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