Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1134

Pronto Rafael se fue y Brisa le dijo a Naomí, -Creo que Rafael es un joven agradable, trabajador, capaz y amable, y debe tener sentido de la responsabilidad.

Naomí miró a Brisa con cierta impaciencia, y Brisa dijo inmediatamente, -No importa, se ha ido de todos modos.

Naomí fingió no escuchar las palabras de Brisa, como hacen siempre los ancianos.

Durante unos días Naomí estuvo un poco decaído, hasta que llegó Bernabé al restaurante y Naomí apenas pudo sonreír, así que habló un rato con él.

-Tía Naomí, si no estás ocupada, ¿puedes salir conmigo? -Bernabé tomó la mano de Naomí e hizo mimos.

Naomí hizo una pausa y miró a Bernabé, -¿A dónde quieres ir?

-El patio de recreo.

Bernabé nunca fue al patio, no le gustaba lo que a los demás niños. Pero Naomí solía pedirle a Bernabé que le acompañara cuando estaba en el extranjero.

Siempre estaba tan entusiasmada con la montaña rusa y el barco pirata que Bernabé la miró con desprecio y le dijo, -No seas tan infantil, tía Naomí, ya eres adulta, que no entiendo por qué te gustan las atracciones para niños.

Naomí le agarró de la oreja, ¿Qué? He venido a jugar para relajarme... Ya ves, no soy la única adulta aquí.

Bernabé dio una palmada de dolor en la mano de Naomí, -Pero están aquí por los niños.

-¡Y yo también!

-Pero yo no quería venir. ¡Si me vuelves a agarrar de la oreja, no estaré más contigo!

Naomí se soltó y sonrió y le sopló la oreja a Bernabé, -Perdón, cariño, ¿te duele la oreja? ¿Vendrás conmigo la próxima vez?

-¡La otra!

Bernabé le dio un tirón de la manga y Naomí volvió a la realidad.

-Tía Naomí, ¿nos vamos?

-Bien -Naomí asintió.

Sabía que Bernabé había sugerido el patio de recreos para hacerla feliz.

Después de despedirse de Brisa, ella y Bernabé fueron al patio de recreo cercano y se quedaron allí hasta la noche.

Al llegar a casa, Naomí se quedó dormida en el sofá y Bernabé fue al baño a buscar agua caliente para lavar la cara de Naomí, cuando Brisa salió y vio a Bernabé.

-Buen chico, déjame hacerlo.

Después de que Bernabé le lavara la cara a Naomí, se fue a la cama. Naomí se revolcó y estuvo a punto de caerse del sofá.

Brisa intentó inmediatamente ayudarla.

Pero Naomí volvió a revolcar y cayó sobre el frío suelo.

Entonces se despertó con dolor y se sentó, cubriendo sus rodillas, sin saber qué había pasado.

-Vete a dormir a tu habitación, ya eres demasiado grande para que te cargue, niña.

-¿Qué haces? ¿Sabes por qué está aquí?

-¿Por qué? Se pasea todos los días porque se aburre.

Brisa comprendió enseguida que Naomí no sabía la verdad y le explicó, -Quiere presentarte a un hombre.

Naomí se sorprendió.

-¿Qué?

-¿Crees que lo hace sólo por los fideos? ¿Son tan buenos los fideos?

-Claro, ya sabes.

Brisa se quedó sin palabras. Los fideos de Naomí eran muy buenos, así que el restaurante iba bien.

-Pues, tienes razón, ¿y si viene todos los días?

Naomí miró a Brisa, -Eso es bueno.

-¿Qué? ¿Y si no paga?

-No acepto gorrones, así que si no paga, no comida.

Con eso, Naomí se fue con los fideos.

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