Xenia expresó su desesperación.
Naomí expresó su vergüenza, porque no sabía que llegaría a esto, y para ella, la presencia de Simón en esta habitación ya la dejaba sin aliento, y ahora con la adición de Diego, Naomí sentía que no podía respirar en absoluto.
De repente, Xenia abrió la boca.
-Hagamos un trato, id.
Simón y Diego se quedaron sin palabras.
Tras un momento, Diego preguntó con voz ligera, -¿Qué pasa?-
Al encontrarse con su mirada, Naomí se apresuró a apartarse, fingiendo no verlo, dejando que Xenia respondiera a su pregunta. -Queremos hablar un rato, ¿no podéis salir a hablar?
-No -Sin esperar a que Diego dijera nada, Simón ya había rechazado el ofrecimiento de Xenia, su mirada se clavó en Xenia, no parecía cansar sus ojos en absoluto, -tengo que vigilarte.
El médico ya había avisado de que era cuestión de dos días antes de que diera a luz, y la familia tenía que estar cerca en todo momento, por si acaso. Simón había estado en guardia durante los dos primeros días y no había forma de que aflojara en esos dos días.
Naomí escuchó, pensando que definitivamente Simón no se iba a ir y que probablemente se quedaría al lado de Xenia hasta que terminara de dar a luz, y después de pensarlo un poco, Naomí habló tímidamente, -¿Por qué no vuelvo mañana a verte?
Xenia le dirigió una mirada sensual y a Naomí se le encogió el corazón. Le hubiera gustado pasar más tiempo con Xenia, incluso podría haber pasado la noche con ella si Simón no hubiera estado aquí, pero aunque conocía bien a Xenia, seguía teniendo una sombra sobre Simón.
Justo cuando Naomí iba a decir algo más, Diego abrió la boca en ese momento.
-En realidad, no tienes que vigilar a mi hermana tan de cerca, dar a luz no da tanto miedo, además, ¿no quedan todavía dos días? Para el día que dé a luz, está bien que la vigiles.
Ante sus palabras, Simón hizo una mueca, no estando en absoluto de acuerdo con él.
-¿Cuándo va a tener tu mujer un bebé y puedes estar tan tranquilo antes de hablar de esto conmigo?
En una frase, fue un bloqueo directo a Diego.
Xenia dijo con cierta desesperación, -Olvídalo, volved primero.
Naomí se ocupó de levantarse, -Bueno, entonces me iré ahora y nos veremos en un par de días.
-¿No puedes comportarte? Acabo de pedirlo, sí, ¡y eres tan impaciente que la amistad se rompe! -declaró Xenia, mirando a Naomí con cierto dolor.
-Es una ruptura temporal por un par de días, ¡nos arreglaremos después de que des a luz! -Naomí sonrió y acarició la mejilla de Xenia, susurrando, -Vendré a buscarte el día que des a luz.
Naomí y Diego salieron juntos de la villa, y Naomí se sintió aliviada al ver la pequeña expresión de alivio de Diego cuando salieron de la villa.
Finalmente, no pude resistirme a decir, -Simón está vigilando a Xenia demasiado de cerca, incluso para que yo esté allí.
-No es la primera vez que soy padre, pero al fin y al cabo es la primera vez que me enfrento a un parto, así que es normal -Diego respondió a su pregunta en voz baja.
-¿Es normal? -Naomí se quedó un poco desconcertada, -¿Los hombres siempre tienen este aspecto cuando se convierten en padres por primera vez o cuando se enfrentan al parto?
Ante sus palabras, Diego dio un respingo y, tras un momento, sus finos labios se fruncieron ligeramente, -¿Es una pregunta para mí?
-En teoría, debería ser el 80 por ciento de los hombres, pero no estoy muy seguro de si estoy dentro de ese 80 por ciento o del otro 20 por ciento. o, si quieres saberlo, puedes probar.
-¿probar? -Naomí recogió sin pensar.
Sólo después de recibirla se dio cuenta de lo que Diego quería decir con lo que había dicho, y su bello rostro estalló en rojo mientras miraba a Diego durante un largo rato y decía, -¡¡¡Caramba!!!
¡Realmente estaba coqueteando con ella!
La exagerada reacción de la niña ya había sido adivinada por Diego, y la sonrisa entre sus labios se ensanchó unas cuantas muescas, incluso cuando una rica calidez se apoderó de sus ojos negros.
Naomí asintióm -Lo sé.
El semáforo en rojo no duraba mucho tiempo y pronto se pondría en verde.
-Faltan 25 segundos -Y añadió.
-¿Qué se puede hacer con...25 segundos?
Miró a Diego con cara de confusión, sin entender muy bien por qué le había recordado de repente esa época, y cuando levantó la vista para encontrarse con sus ojos, se dio cuenta de que éstos contenían una leve sonrisa y un atisbo de otras emociones.
Y por alguna razón, Naomí se sonrojó inexplicablemente, -¡Tú, no quieres!
-¿Qué?
-Sólo parar por un semáforo en rojo y tú también quieres eso, es muy peligroso, ¡no!
Diego entrecerró ligeramente los ojos, -¿Eso?
Parecía un poco confundido, y después de un momento de frenar para recordar a qué se refería Naomí, no pudo evitar reírse, -Dijiste que no quería distraerme conduciendo, y te recordé que ahora quedan 25 segundos para que puedas hablar conmigo, así que ¿cómo es que cuando se trata de ti, soy yo quien quiere eso? ¿O es que quieres hacerlo?
Con esa última frase, Diego frenó deliberadamente y cambió el tono de su voz, y el ambiente en el coche se volvió diferente de repente.
Naomí se atragantó de inmediato y le miró con incredulidad.
-Bueno, parece que tiene muchas ganas, pero no es un buen momento, así que ya veremos si tenemos la oportunidad más tarde.
Al final de la conversación, llegó el semáforo en rojo y Diego se dispuso a conducir, Naomí se sintió incomprendida y sólo pudo explicar bruscamente, -¿Quién ha pensado eso? No pensé eso. Me engañaste, ¿pero ahora me culpas a mí?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón