Esposa falsa de Simón romance Capítulo 406

En la familia Leguizamo.

Xenia regresó y se encontró con Diego que estaba a punto de salir.

-Pensé que vas a quedarte en la empresa todo el día.-

La voz de Diego era fría y su mirada era desagradable.

Xenia se quedó sin palabras por un momento, luego dio un paso adelante y sonrió, -¿Cómo es posible, hermano? Te prometí que tendrías un descanso en casa. No seré desobediente. Justo ahora había un cliente cuando salí. Así que subí a hablar con él y regresé al tener una negociación exitosa...--

-¿Qué pasa si no tienes éxito?-

Xenia dijo,-¿hermano?-

Diego se dio cuenta de que estaba un poco serio, por lo que frotar las cejas doloridas, -Tú, ya tienes hijo, así que no me hagas preocuparme por ti.-

Sus movimientos hicieron que Xenia creía que su hermano también estaba muy cansado. En el pasado, él cargaba con todo en silencio, sin importar lo que hiciera ella.

Pero ahora Xenia descubrió de repente que Diego era el hermano mayor. Ya tenía tanta edad, pero todavía no...

Pensando en esto, Xenia bajó los ojos y dijo en voz baja, -Hermano, sé que dedicaste mucho tiempo a encontrarme. También quieres compensar lo que sufrí en esos años. Pero durante estos cinco años, lo hiciste todo para mí ya es suficiente. En los próximos días, ¿no deberías considerar por ti mismo?-

Al escuchar eso, Diego se sorprendió, -¿Xenia?-

-Necesitas encontrar a alguien que te cuide. No puedes seguir dedicando tiempo a mí. ¿Hay alguien que te guste?-

Solo entonces Diego entendió que Xenia quería ser una casamentera por sí. Pero ¿cómo fue posible que tuviera tiempo para pensar en esto? Frunció el ceño, -No te preocupes por este asunto. Aún tengo negocios, vete a descansar.-

Diego se fue después de hablar, Xenia se quedó allí mirándo su espalda.

Pensando en la idea de Naomí hacia Diego a lo largo de estos años, ella sonrió. De hecho ... el carácter interesante de Naomí era una pareja buena para su hermano. Pero desde que regresaron estas dos personas, parecían hablarse muy poco.

¿Qué debía hacer?

Xenia se sintió triste por el resto de la vida de Diego de repente.

Volvió a arriba, Bernabé lo abrazó, -Mamá, ¿no necesitas ir a trabajar hoy?-

Xenia lo miró en sus brazos y asintió, -Bueno, puedo acompañarte hoy.-

-¿Wow! Entonces, mamá, ¿podemos hacer algunos juegos?-

Después de decirlo, Bernabé vio la mano de Xenia envuelta en una gasa. Su expresión se volvió frustrado, -Olvídalo, la mano de mamá está herida. ¡Déjame contarte el cuento hoy!-

Xenia se lastimó la mano, solo su brazo envolvía el cuerpo pequeño de Bernabé, -Hacemos lo que quieres.-

Entonces Bernabé encontró un libro de cuentos comprado por Xenia. Lo abrió y contó el cuento a Xenia. Ella siguió sentado y escuchando así.

Mientras escuchaba, su pensamiento se alejó mucho.

Después de un tiempo, escuché la voz de Bernabé llamándola todo el tiempo.

-¿Mamá, mamá?-

Xenia reaccionó abruptamente y miró a Bernabé en sus brazos.

-Yo...-

Bernabé levantó la cara más pequeña que una mano y parpadeó, -¿No eres feliz, mamá?-

¿Ella era infeliz? Xenia tardó un poco en reaccionar, sonriendo y negando con la cabeza.

-No.-

-¿De verdad?- Bernabé dejó el libro en su mano y se levantó para sostener la cara de Xenia, -¡Si mamá no estás contenta, debes decírmelo!-

-Está bien.- Xenia miró la cara que parecía alguien, después de considerar un poco, inclinándose para abrazarlo, -Te lo diré.-

No creía que ella todavía podría estar tan tranquila cuando no se había visto a él después de cinco años.

*

En Restaurante Debod.

Melina se sentó en su asiento y esperó, sintiéndose emocionada como un pájaro. Antes de venir, casi se vistió como una mariposa.

Después de ver que Simón aceptó su invitación, ella casi saltó de emoción.

Entonces, sentió que tenía esperanzas de ganar Simón. Por lo que la tomó mucho tiempo maquillarse y cambiarse de ropa.

Por fin, ahora se sentaba en este restaurante, esperando la llegada de su príncipe azul.

Melina incluso comenzó a imaginar que un día Simón sería influenciada por ella y el iceberg se convertiría en una bola de fuego caliente, calentándola.

-Señorita Melina.-

Una voz femenina vino desde atrás, Melina giró la cabeza y se dio cuenta de que venía Xenia.

-Xenia, ya vienes, date prisa y siéntate.-

Xenia sonrió levemente. Justo cuando quería caminar frente a Melina y sentarse, ella de repente se levantó y tomó su muñeca con expresión muy íntima, tirándola hacia su lado.

Xenia estaba perpleja

¿Qué pasó esto? ¿No era mejor hablar de las cosas cara a cara?

¿Por qué estaban sentadas juntos de repente?

-Te sientes conmigo. Alguien vendrá más tarde.-

Cuando Xenia lo escuchó, su tez se volvió un poco embarazasa. Antes de que preguntara, Melina se tapó la boca tímidamente y sonrió suavemente, -Lo viste ese día, es Simón.-

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