-Ah.- Alguien gritó, pero no era Xenia, sino Isidora que cogía el brazo de Naomí.
Todos miraron de repente hacia allí. La expresión de Xenia se cambió ligeramente, y se apresuró a girar la cara hacia él, susurrando, -Bájame. ¿Qué estás haciendo?-
Simón frunció las cejas y dijo, -¿No te sientes frío con los pies descalzados? Te llevaré afuera.-
Xenia, -No hace falta que me abraces. Puedo caminar sola. ¡Bájame!-
Sin embargo, Simón no le dio la oportunidad de refutación en absoluto. Salió abrazándola. E incluso se reunieron las vistas en el escenario. Xenia luchó contra él por un momento y finalmente se rindió sumergiéndose en el seno de Simón. Por cierto, estiró la mano y tiró del cuello y la solapa para cubrir la cara.
Había tantos medios allí. Se les metería en un lío si los fotografiasen.
Simón no tenía miedo. Siempre que escondiese su rostro, diría que estaba abrazando a una mujer, y no tuvo nada que ver con Xenia.
Las acciones que hizo ella no despertaron el disgusto de Simón, por el contrario, ella confió en él de esa manera que tomó la iniciativa de acercarse a él haciéndole feliz a Simón. Se le levantaron los labios finos ligeramente y avanzó a pasos grandes.
Sin embargo, Isidora y Naomi quedaron atónitas durante cinco segundos completos antes de reaccionar y rápidamente se levantaron. Los siguieron y salieron.
No se supo quien dio un grito entre los medios.
-¡Es el magnate del mundo de comercio, Simón Freixa! ¡Dios mío! ¡Simón de la familia Freixa de la Ciudad Norte!-
-¿A quién está abrazando? ¡Sacad fotos!¡Rápido!-
El foco llegó y brilló sobre los dos. Isidora y Naomí, que estaban detrás de Simón, inconscientemente cubrieron las caras con la mano, pero se dieron cuenta de que no fueron fotografiadas, sino Simón y Xenia.
Así que volvió a bajar la mano por el pensamiento.
Aunque Xenia hundió la cabeza en los brazos de Simón, podía sentir cuántas cámaras les fotografiaban frenéticamente. Se quedó sin palabras y se le apretó el cuerpo. Creía que a esos medios les encantaban demasiado los escándalos.
¿Acaso el encanto de Simón era más grande que esas estrellas de la pantalla y las joyas? No les tomaron fotos, ¿sino a Simón?
-Pum.-
Mientras pensaba, hubo una vibración en el tórax de Simón. Su voz vino desde arriba.
-No tengas miedo. Bien te protegeré.-
Xenia, -..-
"¡No lo creo!" ella pensando.
"¡Si no me abrazas, no pasará nada!"
Sin embargo, ¿qué pudo decir más? No había otro camino de retroceder. Solamente pudo esperar a que la llevase fuera.
Simón caminó lentamente como si tratase de torturarla a propósito. Por fin, fueron cercados por los medios.
-¿Qué haces? Date prisa.- Xenia sintió sofocada en sus brazos. Además, ella se vestía una falda que hizo que le costase ajustar la postura. Temía que se expusiesen las partes privadas.
Simón miró a los medios frente a él. Después de darse cuenta de la irritabilidad de la persona en sus brazos, la aura de indiferencia que se rodeaba de su cuerpo se aumentó repentinamente, viendo a ese grupo de personas con frialdad.
-Fuera.-
Los que fueron regañados por Simón se miraron mutuamente de repente, y luego retrocedieron a pasos inconscientes.
No le dio ninguna dignidad a los medios, y no le importó cuán despiadado e irrazonable le describirían los reporteros. Para Simón los comentarios eran irrelevantes.
Sin embargo, los que quisieran morir se atreverían a escribir un informe negativo sobre Simón.
No solo era despiadado, sino también difícil de provocar, a menos que no quisieran perder el tiempo en la Ciudad Norte.
Así que todos se dispersaron conscientemente y nadie se atrevió a perseguirlos.
Isidora y Naomí los siguieron como dos colas.
Xenia miró hacia Simón con un tono tranquilo.
-¿Has oído lo que ha dicho? Bájame rápido.-
Simón fijó la mirada pensativamente su rostro durante un largo rato. Cuando estaba a punto de hablar, la escuchó a Xenia decir, -Si no me bajas, te pondré en la lista negra de Whatsapp.-
Simón, -...-
-¿Me bajas o no?- finalmente fue el turno de Xenia de amenazarlo.
No se supo qué le pasó a Simón, como si realmente tuviese miedo de que ella le pusiese en la lista negra. La dejó lentamente bajo su mirada.
Xenia no pudo evitar temblar cuando pisaba en el frío suelo.
Hacía mucho frío.
-¡No me pongas en la lista negra!- le exigió con la cara fría.
En ese momento, Simón parecía un sinvergüenza que daba libertad a su mal humor. Xenia no quería molestarse en prestarle atención. Se dio la vuelta y se fue.
Le tiró de la muñeca. Xenia no podía avanzar. Frunció las cejas y giró la cabeza, -¡Suéltame!-
-¿Has escuchado lo que te dije?- Simón la miró con el ceño fruncido, seria y solemnemente.
Parecía que no la dejaría irse si ella no estaba de acuerdo. Xenia sentía que esas cosas habían sucedido repetidamente. Estaba realmente impaciente.
-Ya veo. Te lo prometo. Te juro no ponerte en la lista negra. ¿De acuerdo? ¿Puedo irme ahora?-
Simón soltó la mano. -Vale. Presta atención a la seguridad en el camino.-
Esas palabras casi hicieron que Xenia pensase que la persona frente a él había renacido por completo. Tan indiferente como él, ¿incluso podía decir las frases tan cariñosas?
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