Esposa falsa de Simón romance Capítulo 513

Bernabé no tardó mucho en dormirse.

Viéndolo dormido, Xenia se volvió intranquila.

Debería descansar a esta hora, pero estaba pensando a Simón, solo y triste en el hospital.

“Xenia, ¿qué te pasó? ¡Mantente consciente! Simón no es un niño que necesita tu cuidado. No eres su niño, ¡no tienes porqué cuidarlo!” pensó Xenia.

Luego se echó a la cama.

Un rato después, se durmió, pero muy pronto, se despertó.

Ya eran las once por la noche.

Al final se levantó para revisar el teléfono y recibió varios mensajes.

-Si estás ocupada, te espero.- Era enviado cuando Xenia apagó el teléfono.

Y media hora después, recibió el otro, -¿Ocupada todavía?-

Luego vino el otro, a las nueve por la noche, -Te espero a la puerta del hospital, así cuando vienes, me encuentras más fácil.-

A las nueve y media, escribió, -Media hora a la puerta. ¿Quieres que te espere más tiempo?-

A las diez, escribió, -Hambreeeee…-

Media hora después, escribió, -Frío.-

A las once, justo ahora, escribió, -¿No vienes? Ya queda nadie a la puerta…-

“¿Sigue a la puerta? ¿Sin comer?” pensándolo, su rostro se demudó.

Cuando pensó que él, un enfermo con heridas en la espalda, le esperaba varias horas a la puerta del hospital, Xenia se sintió muy culpable, y se levantó de inmediato, agarrando cualquier chaqueta a su lado, y se marchó para allá.

Cuando salió de la casa, justo llegó un taxi.

Su casa quedaba a 20 minutos del hospital.

Xenia se encontraba ahora muy ansiosa por el último mensaje, pensando, “ya es un hombre mayor, pero actúa tan imprudente como un adolescente.”

-Señor, ¿podría conducir más rápido? Por favor. Mi amigo está esperándome.-

El conductor aceleró un poco y le respondió, -Vale, pero dentro de la seguridad.-

-Gracias.-

Vio el teléfono, no recibió más su mensaje.

“¿Si descansa o no?” pensó.

20 minutos después, por fin llegó al hospital. Apenas bajó del taxi, corrió hacia la puerta, pero no lo vio.

No pudo rechazarlo.

Aprovechando la ocasión, Simón la besó más fuerte, sintiendo la ternura y el calor de sus labios y su cuerpo, algo que le faltaba ahora.

Sin poder rechazarlo, de resistencia a obediencia, Xenia empezó poco a poco a disfrutar de su ternura, luego los dos se abrazaron.

Pero los ruidos que lanzó el coche a su lado la hicieron recuperar la conciencia, lo apartó.

Simón no siguió.

Lo miró enfadada, -¿Eres un tonto?-

Aún sabiendo que lo estaba reprochando, se acercó a ella con la frente pegada a la suya, y consintió.

-¿Aceptas que eres un tonto?-

-Sí.-

Cerró sus ojos, consintió de nuevo.

Al oírlo, Xenia se volvió más enfadada, apenas abrió la boca, escuchó su voz, -Siempre cuando tenga tu compañía, me complace siendo un tonto.- La abrazó más fuerte con la cabeza en su seno.

Se quedó aturdida, dejándose por abrazar.

Aunque estaba herido, expuesto al frío durante varias horas, débil y frágil, Xenia se sintió su poder, su calor, su ternura y su respiro, de los cuales estaba rodeada.

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