Así que Bernabé y Naomi salieron.
Xenia estaba realmente cansada. No había dormido bien la noche anterior y ahora le dolía el cuello por la mala posición que adoptó durante la siesta de hoy.
El apartamento se quedó en silencio y Xenia se tumbó en el sofá y pronto se quedó dormida.
En su sueño, entraba en un bosque.
El bosque estaba lleno de niebla y era imposible ver el camino por el que había venido o ver hacia adelante.
Xenia estaba de pie en el centro, confundida.
¿Qué estaba pasando aquí?
-¿Con quién lo tuviste el chico?-
De repente, oyó que un varón la interrogaba así, sobresaltando a Xenia, y ésta echó la cabeza hacia atrás para tratar de encontrar a la persona que había hecho ese ruido.
Pero la zona estaba vacía, no había nadie.
-¿Qué me has estado ocultando exactamente estos últimos cinco años?- La voz del hombre se hacía cada vez más cercana, tan opresiva que ella apenas podía levantar la cabeza.
Estaba claro que no había hecho nada malo, pero por alguna razón, Xenia no pudo evitar dar un paso atrás.
De repente, su espalda pareció chocar con algo duro.
Xenia miró hacia atrás y vio un rostro hermoso.
-¡Eres tú!- Xenia gritó y se dio la vuelta para intentar escapar.
Pero las manos de Simón eran como cadenas alrededor de la esbelta cintura de Xenia, y su otra mano la agarró por los hombros, atrapando a Xenia entre el árbol y su abrazo.
El Simón del sueño fue grosero.
Nada que ver con la que había tenido frente al hospital.
Xenia sintió su espalda contra el áspero poste del árbol, la corteza moliendo su espalda en el dolor, y el hombre frente a ella con ira en sus ojos y una niebla negra rodeándolo.
-¡Contesta la pregunta!- La voz de Simón era severa.
Xenia mantuvo la cabeza baja, demasiado nerviosa para hablar.
La barbilla de Xenia fue ahuecada y Simón la obligó a mirar hacia arriba.
-¡Dime! ¿De quién es el hijo? ¿Con quién exactamente tuviste el bebé en los últimos cinco años?-
-¡Suéltame!- Xenia estaba tan enfadada que intentó apartarlo, pero no pudo, la mano de Simón la envolvía como un demonio. Fue en este momento crítico cuando Xenia gritó, -¿Has perdido la memoria? Estuve embarazada hace cinco años, lo sabías entonces, este bebé…-
Antes de que pudiera terminar sus palabras, Simón se congeló y sus movimientos se detuvieron por un momento.
Un momento después, Simón se puso aún más furioso, -¿Este es tu anterior hijo? ¡Realmente diste a luz a un niño! ¿Cómo puedes ser tan descarado?-
Xenia, -¡Suéltame!-
Pero Simón no la escuchó, sus labios fríos y sin emoción besaron a Xenia.
Simón al besó con tal fuerza que sus dientes mordieron los labios de Xenia.
El sabor de la sangre se mezcló en el beso entre los dos.
El beso no fue nada suave.
Fue un beso duro, ¡y ella no lo quería!
-¡No!-
Xenia gritó y abrió los ojos antes de ver el techo blanco como la nieve y la araña de cristal que colgaba a poca distancia.
Xenia se levantó y se secó un sudor frío de la parte superior de la frente, con la mente casi en blanco durante medio minuto.
¿Por qué ocurre esto?…
Realmente estaba soñando con Simón de nuevo, y era una pesadilla tan horrible.
Seguramente Simón era ahora una pesadilla para ella.
Cinco años…
Xenia aún no había superado sus debilidades.
Debería haber olvidado a este hombre hace mucho tiempo.
Simón lo pensó por un momento y le pareció una buena idea.
Pero…
-Deja que la señorita Xenia descanse unos días primero, después de todo, está cansada de cuidarte en el hospital estos últimos días. Se cansará y enfermará si siempre la hacen venir después del trabajo. Aprovecha el tiempo que está descansando mientras te recuperas.-
Al oír esto, Simón probablemente entendió lo que Rafael quería decir.
Simón entrecerró los ojos y miró a Rafael de arriba abajo.
Rafael se sintió muy débil por la mirada de Simón y comenzó a preguntarse si acababa de decir algo equivocado, de lo contrario, ¿por qué el señor Simón lo miraba con esa mirada?
- Señor Simón, si cree que mi consejo es incorrecto, entonces…-
-Bien.- Rafael fue interrumpido por Simón antes de que pudiera terminar sus palabras, -Que alguien haga una nueva comida y la envíe.-
Ahora que decidió salir del hospital, debería comer bien y no seguir tan decrépito.
Las personas siempre no eran capaz de ver claramente la situación en que estaban.
Xenia ya había gastado mucha energía en cuidarlo estos últimos días, y tenía que volver a ocuparse del trabajo acumulado en la empresa, pero Simón encontró la manera de llamarla.
Y a última hora de la noche, cuando era obvio que Xenia ya se había ido a la cama, aún se levantó por Simón y se apresuró a ir sólo en pijama.
Al pensar en el aspecto de Xenia la noche anterior, Simón se dio cuenta de lo mal que lo había hecho.
Rafael se sorprendió, -Señor Simón, ¿de verdad ha decidido comer?-
-Sí.- Simón asintió.
-De acuerdo, entonces voy a estar allí.- Al oír la respuesta de Simón, Rafael se apresuró a ir a la puerta para hacer la llamada.
Rafael sintió que su consejo había sido útil, y se alegró porque ayudó a su jefe fuera parte de su trabajo.
Pero la clave de todo esto seguía siendo esa mujer Xenia.
Para Simón, él solo alguien insignificante.
Rafael lo pensó en su mente por un momento y lo dejó salir, no le importaba eso.
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