Esposa falsa de Simón romance Capítulo 545

Al día siguiente, apenas se despertó Xenia, olfateó el olor a la comida.

Para que participara en el evento en perfecto estado, casi no comió nada anoche.

Pensando que era su ilusión olfateando el olor a la comida por el hambre, vio la ventana y descubrió que Bernabé desapareció.

Sorprendida, se cambió de ropa y bajó al primer piso.

Vio en seguida los platos en la mesa, y pensó, “¿Ha vuelto Naomí?”

Sin embargo, cuando entró en la cocina, vio a Bernabé encima de un asiento de alta altura, esforzándose por alcanzar los utensilios del estante.

No se le acercó hasta que consiguió Bernabé lo que quería del estante, y le reprochó, -¿Qué estás haciendo?-

Escuchando su voz inesperada, se quedó sorprendido y contestó con los ojos inocentes, -Estoy cocinando, Mamá.-

-¿Cuando aprendiste a cocinar? ¿Sabes lo peligro que te encuentras encima de un asiento de alta altura?-

Viéndolo alcanzar lo alto encima de un asiento, estaba tan preocupada que ni siquiera pudo respirar.

-Mamá, no te preocupes. No me caeré.-

Luego puso los platos en la mesa y la llamó, -Ven, Mamá, desayunamos.-

Se quedó inmóvil de furia.

Se le acercó y agarró su mano pidiéndole perdón, pero Xenia no se movió ni un paso. Entonces tuvo que repetir perdón, -Mamá, no te enfades, la próxima vez no estaré en un lugar tan alto.-

-¿La próxima vez?- lo interrogó.

Contestó en seguida, -No volveré a hacerlo. Ven, Mamá, prueba los platos que te hice.-

Escuchando sus palabras, se ablandó.

“Son platos especialmente hechos para mí, claro que voy a probarlos.” Pensó Xenia.

Luego se sentaron los dos a la mesa.

Era en realidad, un simple desayuno, con huevos fritos, pan recién horneado y leche de soja.

Probó el huevo y encontró que era bien cocinado, muy delicioso.

Miró a su hijo con sorpresa, y Bernabé le preguntó ansioso, -¿Qué te parece? Mamá.-

Viendo sus ojos llenos de esperanzas, lo elogió con satisfacción, -Mejor que me imaginaba.-

-Gracias, Mamá. Si te gusta, come más. Y te puedo cocinar todos los días.-

Sonrió forzosa, -Claro que no. Has hecho muy bien.-

Extendió la mano para acariciarlo, y dijo suavemente, -Pero la próxima vez no quiero verte en la cocina preparándome el desayuno, ¿de acuerdo? Si quieres comer algo, avísame y te lo cocinaré yo, ¿bien?-

Moviendo la cabeza afirmativamente y dijo, -De acuerdo, Mamá.-

-Que lo recuerdes fijo en tu mente.- Repitió Xenia.

-Vale.-

En la casa de Diego, dormida Naomí, pero se cayó al suelo de repente por haberse vuelto.

Ahora se despertó del dolor, y se levantó con los ojos medio cerrados.

“¿Qué pasó?” pensó, “Mi cama no es así, la mía está apoyada contra la pared y, además, con las barandillas a los cuatros lados. ¿Por qué me caí?”

Pensándolo con mucha confusión y de repente vio a una figura inesperada.

Estaba leyendo en el balcón, sentado bajo el sol, cuyo color representaba en este momento suavidad y ternura, bajo lo cual, su perfil se volvió brillante como un oro.

Lo miró como si estuviera presenciando una obra de arte, pensando, “¡Ojalá pudiera soñar en él todas las noches!”

Luego se movió Diego, y clavó sus ojos en los suyos, diciendo fríamente, -¿Estás despiertas?-

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