Esposa falsa de Simón romance Capítulo 605

El tío gordo consideró que Simón, el hombre, era demasiado aburrido como para escuchar su experiencia. Así que cambió de opinión, -Joven, no seas tan arrogante, si siempre tienes esta actitud, no podrás hacer las cosas.-

-Como no quieres escuchar, no diré nada.-

El tío gordo fue a buscar a su mujer. Simón miró a su espalda y le siguió con cara inexpresiva.

-Permíteme decirte que si eres demasiado sumisa con los hombres, no tendrás ningún lugar en la familia más adelante, trata a los hombres con entusiasmo un momento y con indiferencia al siguiente, para que él pueda sentir que eres importante. Además, en esa situación de ahora, deberías tomar tus propias decisiones, si él no quiere estar contigo, entonces no tienes que pedírselo, él mismo vendrá a ti después de un tiempo.-

Xenia se quedó sin palabras, no creía que necesitara esos trucos para nada. Porque para ella, Simón no era su marido en absoluto, y ¿de qué le servía aprender esos trucos?

Pero esta tía era demasiado entusiasta, y si Xenia decía en ese momento que Simón no era su marido, podría herir sus sentimientos.

Así que Xenia iba a ser una máquina de charlar.

-Gracias, lo tengo.-

- Bien. Pero tu novio es guapo y de excelente estatura, pero tiene una actitud un tanto distante, ¿es así cuando hacéis el amor en la cama?-

La pregunta pilló desprevenida a Xenia, que miró incrédula a su tía vecina, preguntándose por qué iba a hacer esa pregunta.

-Lo siento, sé que es más personal, pero es tan guapo que me da más curiosidad.-

Xenia pensó en lo que había pasado antes.

¿Había sido Simón tan frío en la cama?

La respuesta fue ciertamente no.

La forma en que Simón actuaba cuando tenía sexo no se parecía en nada a cómo actuaba en la realidad.

Si Simón con la ropa puesta está tranquilo, comedido y frío.

Luego, sin ropa, Simón está caliente, codicioso y posesivo.

Especialmente cuando llegaron al final, la mirada de Simón, y la expresión de su rostro, sólo podían describirse con una palabra.

La lujuria.

Así que cada vez que Xenia se atrevía a no mirar la expresión de Simón, siempre sentía ese momento en el que Simón quería frotarla en su cuerpo.

-¿Le dura?- Esta tía volvió a preguntar de repente, y Xenia se sobresaltó y recuperó el sentido.

-¿Qué has dicho?-

La tía esbozó una sonrisa que sólo las chicas saben entender, -¿No me lo vas a decir? Entonces, ¿quieres escuchar la mía?-

Al ver su boca abierta, Xenia se sonrojó de miedo y se apresuró a alejarse.

-Oye, aún no he terminado mi frase, ¿por qué huyes?-

Al ver a Xenia salir corriendo, Simón se tensó y la persiguió. Xenia frenó una vez que se alejó de la tía, justo a tiempo para que Simón la cogiera de la mano.

-¿Qué pasa?-

Xenia levantó la vista antes de darse cuenta de que era Simón quien la había alcanzado. En cuanto vio el rostro inexpresivo de Simón, Xenia pensó en la imagen que acababa de recordar y su cara parecía una manzana roja.

No creía que Simón hubiera escuchado lo que su tía vecina acababa de decirle, ¿verdad?

Xenia negó con la cabeza, -Nada.-

La mirada de Simón se posó en su rostro enrojecido y volvió a subir hasta justo por encima de sus orejas enrojecidas.

De repente apareció otro hombre guapo con aire esbelto, y la tía que estaba junto a Xenia evaluó a los dos hombres antes de acercarse sigilosamente a Xenia y preguntar, -¿Tu amante anterior?-

Eso casi hizo que Xenia se atragantara con su propia saliva mientras suspiraba sin poder evitarlo y miraba a esta tía a su lado.

Su marido era un hombre sencillo y honesto, ¿cómo terminó con una esposa tan vivaz? Y tenía una personalidad ABIERTA, ¿verdad? ¿Por qué no bajaba la voz cuando decía cosas como viejos amantes?

Xenia, avergonzada, respondió, -No.-

Después de decir eso, de repente pensó en algo y miró hacia atrás.

Sólo para encontrar un espacio vacío detrás de ella, sin Simón a la vista.

¿Adónde había ido Simón?

-Él y mi marido están en otro lugar ahora mismo.- La tía vecina explicó, -¿Te acabas de enterar? Eres un poco indiferente a tu marido.-

Como antes había estado escuchando a esta tía, poco a poco se fue olvidando de que Simón aún la seguía.

Sin esperar encontrarse de repente con Óliver, se había vuelto para ver la reacción de Simón.

Al fin y al cabo, los dos hermanos eran incompatibles y podrían discutir si se encontraran ahora.

Pensar en ello hizo que Xenia se sintiera muy mal, y menos mal que Simón no estaba aquí.

-¿Has venido a comprar algo?- preguntó Óliver de nuevo, justo cuando Xenia guardó silencio.

Antes de que Xenia pudiera responder, la tía que estaba a su lado contestó por ella primero.

-Sí, ¿tú también?-

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