Al mencionar a su hermano Diego, Naomí tosió ligeramente, luego dijo, -Ya he encontrado un buen ayudante, seguro que no dejaré mi sueño-
-Me alegro mucho. No olvides poner anuncios para contratar un asistente-
-Vaaa..le. Cada día tenemos más asuntos que tratar en la empresa, sobre todo, cuando no estás, estoy loca por la cantidad de trabajo que me qeuda. Por si acaso, será mejor que contratemos uno más-
Después de que las dos llegaran a un consenso, Xenia empezó a preocuparse por algo. Se sentó ante su escritorio, mirando a Naomí, perecía tener mucho que decir.
-¿Qué te pasó? Si tienes algo que decir, dímelo. No te quedes mirándome como una mujer quejosa. Por suerte, soy mujer... Si no, me tomaría como un rompecorazón- Dijo Noamí.
Xenia quedó sin palabras.
Naomí dejó en la mesa los documentos que tenía en la mano, y luego sacó una silla y se sentó al lado de Xenia.
-Dime, ¿por qué te preocupas? Te haré todo lo posible para ayudarte-
Xenia miró a Naomí y dijo, -Todavía no he pensado bien cómo contartelo-
Naomí pensó en lo que había pasado en los últimos días y preguntó directamente, -¿Estás con él?-
Aunque estaba un poco avergonzada, Xenia se mordió el labio inferior y asintió. Probablemente se sintiera aprensiva, Xenia volvió a preguntar,
-¿Te parece que soy tonta ante el amor? Antes decidí que no iría a volver con él, por el daño que me había causado... Pero yo ...-
Xenia bajó los párpados como si se sintiera culpable, y agregó, -parece que no puedo controlarme-
Al ver que Xenia estaba así, tan triste y decepcionada por ella misma, Naomí también se lamentó y le tenía mucha piedad. Fue a cogerle la mano y le dijo suavemente, -¿Qué importa? Los sentimientos son incontrolables, y no se puede ocultar el enamoramiento de alguien. He estado a tu lado durante estos cinco años, por supuesto, sé que estás enamorada de él todo el tiempo. Por eso, te animé a estar con él. En realidad, a todos nos pasa lo mismo. Cuando amamos a alguien de verdad, estamos dispuestos a hacer todo por ello, sea lo que sea-
Al igual que Xenia, Naomí sabía perfectamente que Diego no le gustaba y que era imposible que le gustara, pero no quería dejar de quererlo.
También sabía que si se rendía antes, podría sufrir menos.
Sin embargo, en su corazón y en sus ojos solo cabía Diego. Para Naomí, él era su mundo entero.
¿Y qué podía hacer? ¿Olvidarlo y vivir su vida sola?
Naomí sabía claramente que no podría querer alguien que no sea Diego más después de tanto tiempo que llevaba queriéndole. De este modo, siempre y cuando todavía hubiera alguna oportunidad, la aprovecharía de todas maneras.
Las polillas seguirán lanzándose a la llama cuando la vean sin importarle la muerte.
Esto es la naturaleza.
Al igual que Xenia quería a Simón, y él, a ella.
Después de cinco años, ninguno de los dos había cambiado.
Era destino.
-En realidad, hay una cosa que no te he dicho en todos estos años-.
Xenia de repente rimpió el silencio que había mentenido durante mucho tiempo, diciendo eso.
-¿Qué es?¿ Acaso tienes algo que no sé?-
De hecho, todos no se sorpredió nada al ver que Bernabé era exactamente igual a Simón, porque Xenia y Simón habían sido pareja, y omó por hecho que el niño nacido después del divorcio era de Simón.
Sin embargo, Xenia simplemente no lo sabía sino fue engañada por Sofía, por lo que había estado creyendo la patraña de que el niño era de Óliver.
Además, Simón no sabía nada de lo que pasó en aquella noche lluviosa. Es decir, todo el mundo sabía que el niño era de ellos los dos, excepto a ellos mismos.
Ahora Xenia se enteró de la verdad, por lo que solo Simón, el padre, se quedó sin saberlo.
-¿Qué es? Dímelo- Naomí le preguntó agitando su propia mano frente a Xenia.
En el mismo momento, después de que Simón regresara, no volvió a la sala de reuniones, porque Rafael le había avisado que todos se retiraron automáticamente. Sorprendentemente, no se enfadó, y simplemente volvió a convocar la reunión.
Luego, la reunión continuó.
A medida que avanzaba la reunión, Simón comenzó a distraerse de nuevo.
Varios ancianos empezaron a discutir de nuevo, sin embargo, hasta el final entraron en un conflicto.
Esto parecía haberse convertido en una rutina en la reunión, así que Simón lo soliá ignorar y esperaba que terminara, para dar su discurso al final.
No obstante, esta vez Simón estaba pensado en otra cosa.
¿Qué sería un mejor regalo para su hijo que estaba a punto de conocer?
Mintió en el aeropuerto diciendo que ya había preparado un regalo, pero en realidad, Simón lo hizo para impresionar a Xenia.
Era un padre primerizo y ni siquiera había conocido a su hijo.
¿Cómo podría saber qué darle a un niño?
Incluso dijo que era un secreto, pero en realidad, estaba evitando que Xenia lo supiera.
Al pensar en esto, Simón sintió un dolor de cabeza y aprtó sus finos labios.
-Presidente, ¿qué te parece la sugerencia que te he hecho hace un momento?-
Simón levantó sus miradas para mirarlo y de repente pregunó,
- Normalmente, ¿qué les gusta a los niños?-
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