Sólo cuando la ambulancia estaba lejos, Xenia miró a Bernabé, que estaba a su lado.
-¿Qué te pasa?-
-¿Qué? ¿Qué pasa? Mamá.- Bernabé levantó la cabeza y miró a Xenia con sus ojos inocentes, con una mirada de bondad inocente.
Mirando así a Bernabé, Xenia volvió a quedar desconcertada interiormente. Pero ella conocía bien a su hijo.
Entonces Xenia se arrodilló y pellizcó la cara de Bernabé.
-¿Lo has hecho a propósito?-
-Mamá, ¿de qué estás hablando? No puedo entenderlo.-
-¿Por qué le dijiste a la enfermera que no lo conocías? El tío Óliver incluso te invitó a un pastel la última vez, ¿lo has olvidado?-
-¡Mamá!- Bernabé se hizo el agraviado, -No lo he olvidado. Acabo de decirle a la enfermera que no somos la familia del tío Óliver, ¿está mal? ¿Dijiste que el tío Óliver era de nuestra familia? No he mentido, así que ¿por qué me culpas?-
Al recordarlo, le pareció que Bernabé no había dicho que no conociera a Óliver, sólo había dicho que Óliver no era su familia.
Y esa afirmación era efectivamente cierta.
Tenía tanto sentido que Xenia ni siquiera podía discutirlo.
-Mamá, recuerda, ¿dije algo malo en alguna parte?-
Xenia volvió a mirar a Bernabé frente a ella y negó con la cabeza, -No dijiste nada malo, pero la enfermera pensó que ni siquiera conocías al tío, piénsalo, ¿el tío Óliver se habría molestado al escuchar eso?-
-El tío Óliver se molestaría, creo.- Bernabé pensó un momento y admitió.
-Entonces, ¿por qué dices eso?-
-Pero el tío Óliver no es alguien que me importe, así que ¿por qué deberían importarme sus emociones?-
Xenia no había esperado que los pensamientos de su hijo fueran completamente diferentes a los suyos. Xenia se encontró incapaz de responder a Bernabé en absoluto.
-¡Mamá, mamá!- Bernabé le sacudió el brazo, -Prometiste ayudarme a encontrar a mi papá, sólo quiero a mi papá, no al tío Óliver.-
Bernabé se dirigió a Xenia en tono cariñoso, su expresión inocente era imposible de negar.
-Encontraré a tu padre pronto.- Xenia suspiró y frotó la cabeza de Bernabé, -Lo que te prometo, lo haré.-
-¿De verdad?- Bernabé estaba lleno de alegría, -¿Cuándo podré ver a mi padre? Mamá, eres muy mala, no actúas bien y me haces esperar mucho tiempo.-
-Es mi culpa, voy a acelerar las cosas y cuando se me ocurra una solución, dejaré que tú y tu papá se conozcan pronto, ¿de acuerdo?-
-Vale~ Pero, la tía Naomí dijo que debía recogerme hoy, ¿por qué no la he visto?-
Bernabé acababa de terminar de hablar cuando escuchó un grito de sorpresa.
-Bernabé, Xenia, ¿qué hacéis aquí?-
El dúo miró hacia la fuente de la voz justo a tiempo para ver a Naomí corriendo hacia ellos.
-Naomí, ¿aún no has vuelto?-
-Tía Naomí.-
Al ver a Xenia, Naomí tosió suavemente, -Creí que habías salido con ese hombre, no esperaba que estuvieras aquí, pero hoy he quedado con Bernabé y le llevaré a Diego esta tarde.-
-¿Te vas con Diego?-, se quedó helada Xenia, y luego sonrió, -¿Así que Bernabé es tu asesor emocional?-
La cara de Naomí se sonrojó y finalmente asintió con sinceridad.
-Con su relación con Diego, es el más indicado para ser mi consejero emocional.-
Ahora que Naomí había dicho eso, Xenia no tuvo más remedio que empujar a Bernabé hacia Naomí. -Bien, te devolveré a tu asesor emocional, y recuerda llevarlo a casa temprano esta noche para que descanse y no llegue a casa demasiado tarde.-
-¡Está bien, está bien!-
Antes de que Bernabé se fuera, parece que se le ocurrió algo.
Pero antes de que pudiera llegar a la sala, el teléfono de Xenia sonó de repente.
Xenia lo sacó, pero cuando vio el nombre de Simón parpadeando en la pantalla, se detuvo de repente en seco. Kimberly la vio detenerse y, extrañado, preguntó, -¿Señorita Xenia?-
-Disculpe, voy a tomar una llamada, usted siga adelante.-
Después de decir eso, Xenia se dirigió a un lado para contestar el teléfono. Como el hospital estaba lleno de gente, Xenia encontró un lugar donde había menos personas.
-¿Hola?-
-¿Dónde estás?- La voz de Simón sonaba perezosa, pero Xenia se sentía un poco incómoda, así que tosió y mintió, -Estoy de camino a casa.-
-¿Estás de camino a casa?- Simón hizo una pausa y luego dijo, -Entonces te espero en casa.-
Xenia dijo, -¿Qué quieres decir?-
-Estoy en tu puerta.-
Esta respuesta hizo que Xenia casi saltara.
¿Desde cuándo había ido Simón a su casa? Y, ¿qué hacía Simón en su casa en ese momento?
-Dije que aún no lo había pensado, por qué estás…-
-¿De qué tienes miedo? ¿Que voy a ver a nuestro hijo tarde o temprano? Además, hoy tengo un regalo para él.-
Xenia se puso a pensar rápidamente en la respuesta.
-Pero aún no he llegado a casa.-
-¿Cuánto tiempo más?-
¿Cuánto tiempo más? Con una mirada difícil a Kimberly, que no estaba lejos, respondió, -Probablemente otros veinte minutos más o menos.-
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