-¡Ah! -gritando, Naomí se asustó y se puso de pie a apoyar a Xenia, -Xenia, ¿estás bien?
La reacción repentida lo abrumó a todo el mundo. Xenia vomitó tanto que su cara se puso macilenta y no pudo enderezarse. Su frente blanca estaba cubierta de sudores fríos.
Se veía que estaba muy mal.
Al ver esto, Carmen, quien estaba a un lado, fue a llamar al médico sin decir nada.
-Perdón, Xenia. ¿Te sirvo la comida demasiado rápido? Perdona, nunca he pensado que acabas de despertarte y debería servirte la comida más despacio -después de ayudar a Xenia a levantarse Naomí, se le saltaron las lágrimas.
Jadeando, Xenia se apoyaba en una almohada muy débil, y se notaba que ella respiraba con dificultad. Naomí solo pudo palmearle la espalda suavemente y dijo, -Mil disculpas. ¿Te lo sirvo un vaso de agua?
-Déjala descansar un poco -mirando la escena, Diego frunció el entrecejo y pidió la gente para que quitara el desorden. Muy pronto Carmen también trajo al médico. Se podía decir que todo estuvo caótico en la sala de hospital.
Xenia estaba mirando a la gente delante de ella.
Las cuencas de Naomí estaban tan rojas que la hicieron asustada. Sus lágrimas se semejaban a las sojas y ella sentía mucha vergüenza e inquietud.
También Diego, que estaba a un lado, se mostraba un poco pálido. Su barbilla estaba cubierta de más barba y se veía mucho peor que antes.
Preocupada, Carmen estaba mandando las cosas a un lado. El médico se la acercó a Xenia para examinarla y le dijo algo seriamente.
Xenia sentía que tenía zumbidos en los oídos. Después de vomitar, se sentía cansada y tan débil que volvió a echarse en la cama y dijo en voz baja, -Quiero descansar un poco sola.
Todo el mundo no le respondió nada.
Naomí resolló y le preguntó, -¿Estás bien si te quedas sola?
Diego miró a Xenia en serio, mantuvo en silencio un rato y dijo, -Déjala descansar.
Al terminar sus palabras, Diego salió de la sala de hospital directamente.
Con algo de inseguridad, Naomí echó un vistazo a Carmen y Carmen le respondió con una señal. Así, las dos se fueron juntas y cerraron la puerta.
Luego de salir, Naomí se preocupó de pronto.
-¿Por qué? Xenia ahora no está bien. Si se queda sola dentro…
-Descuido -Naomí explicó pacientemente, -Xenia ya es adulta. Se ajustará cuando no es el momento de ser caprichosa.
-Pero ya veis qué terrible es la sacudida para ella.
-Como la sacudida es muy afectada, Xenia necesita mejorarse más. No puede aceptar la muerte de Simón, por eso va a pensar lo más posible para conversarse a sí misma. Esto es más difícil que hacerla aceptar que Simón ya estás muerto, ¿entiendes? Pero mientras es fácil.
No había más remedios. A veces, la vida era tan complicada.
¿Acaso ellas no eran así? Por ejemplo, si fueran engañadas, se consolarían diciendo que era para aliviar algún desastre o para aprender una lección. Porque este consuelo era más aceptable que la verdad a pesar de su crueldad.
Tal vez la gente pasaría la vida consolándose y mintiéndose una y otra vez.
Apoyada contra la puerta, Naomí no insistió en hablar más. La miró a Xenia y deseaba que Xenia se animara pronto.
Xenia había dormido mucho tiempo. Cuando se despertó, se desconcertó. Otra vez, Naomí le había preparado sopa de arroz caliente. Pero solo la hizo comer menos de tazón de sopa de arroz. Cada vez que Xenia tomó un bocado, Naomí observó su acción con mucho cuidado.
Xenia le dijo, -Estoy bien. Lo que ha pasado esta mañana es un accidente. Esto no pasará.
Después de un momento, Diego se la aproximó a Xenia. Tocando su cabeza y dijo suavemente, -Xenia, me alegra que pienses así. ¿Sabes? Ya está embarazada.
Xenia se asombró, bajó la mirada hacia su vientre y dijo, -Quizá.
-Antes lo sentía, pero no estaba segura. Quería que Simón me acompañara al hospital para que me revisaran en caso de embarazo después de la boda. Si de verdad estaba embarazada, pues el embarazo sería el traje de boda que le regalé.
Hablando de esto, apareció una sonrisa templada como la brisa primaveral, -Si Simón supiera que estoy embarazada, se sentiría muy feliz. Hermano, ¿crees que Simón volverá más pronto cuando yo difunda esta noticia?
Diego le contestó, -Sí, regresará más pronto.
-Bien. Pues estoy aquí esperándolo. En cuanto a la noticia de mi embarazo, ¿la transmites por mí?
-No te preocupes -con las manos empuñadas, Diego miró a su hermana con una mirada firme.-Si Simón sigue existiendo en el mundo, yo te lo traeré. Estoy seguro de que lo haré volver a tu lado sano y salvo.
Por supuesto, Diego no dijo que, si Simón no existiera en el mundo, qué podría hacer.
-Hermano, lo recuerdo. Tienes que cumplir la promesa.
“Simón, también tienes que cumplir la promesa, como lo que me has prometido, que vas a darme una sorpresa.”
“Te creo. No te pasará nada. Estoy esperando tu sorpresa. ”ella pensó.
En los días siguientes, Xenia se quedaba en el hospital para recuperarse. Al comienzo todos los días Diego la acompañaba. Pero como le quedaban muchas cosas por resolver en el país, Diego tuvo que aprovechar tiempo libre para regresar a su país. Después volver al país, Diego encontró un asunto más complicado.
Era Bernabé Leguizamo.
El día cuando se casó, como Xenia sabía que había medios en la boda y no quería que Bernabé fuera molestado por esos medios inmorales, no lo dejó a Bernabé asistir a su boda.
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