Esposa falsa de Simón romance Capítulo 774

Reinaba el silencio el cuarto.

Todo se debió a que Xenia de repente extendió su mano para tomar el vaso de cerveza más cercano a ella y lo arrojó directamente a la cara del extranjero.

Luego que el vino salpicó su rostro, recorrió el contorno con alta velocidad y finalmente cayó al suelo. Todos lo observaron de callada. Tal vez fuesen asustados por el comportamiento de Xenia.

Como no esperaba que de repente se enojase y directamente vertiese un vaso de bebida en la otra parte a pesar de que su apariencia se vio pacífica con la mirada inofensiva.

Xenia todavía cogía el vaso vacío en su mano, mirando al hombre que contaba con una cara ensopada. Le dijo fríamente, -¿Puedes soltarme ahora?

Anthony se quedaba con la boca abierta como si fuese del tamaño de un huevo.

¿¿Esa asistente era bastante feroz??

El extranjero parecía estar aturdido allí también. Se aflojó un poco la fuerza de su mano. Xenia aprovechó la oportunidad para tirar la mano, se dio la vuelta y salió por la puerta del cuarto.

Al ver que estaba a punto de saltar por la puerta, una figura rápidamente se paró frente a ella.

Era el extranjero. Alargó la mano y se secó la bebida en el rostro de manera indiscriminada con una sonrisa cruel.

-¿Quieres irte así salpicándome todo el cuerpo de vino?

Al verlo parado frente a sí misma, Xenia tampoco se asustó. Levantó la vista y fijó la mirada en él directamente, -¿Qué quieres más?

¿Le dijo tan palabras desagradables y contó con ella misma para ser cortés con él?

Nunca había sido tratado así por una mujer e incluso todo fue hecho frente a tanta gente. Por añadidura, ella no tenía miedo. Él sintió que se desprestigió totalmente. -Me has salpicado de vino frente a tanta gente. Si no me pides perdón, no te podrás ir esta noche.

-¿Te pido perdón? -murmuró Xenia esas palabras. La frialdad surgió en sus ojos gradualmente-, ¿a ti te lo mereces?

-Bueno. -se le dirigió a ella. Se inclinó, acercándose a ella con el rostro oliendo a alcohol. Los ojos se llenaban de lujuria, -Está bien si no me pides perdón. Entonces quédate y juega conmigo por una noche.

-Vete.

-Veo que prefieres el castigo a la cortesía.

Xenia se burló fríamente.

-No seas descarado.

-¡Tú!

De repente. El extranjero dejó de discutir con ella. Extendió la mano para pellizcar su barbilla y vertió el vino donde existía algo que había puesto en la boca de Xenia en la mano.

Xenia se sobrecogió y rápidamente lo empujó. Dio pasos atrás con la cara de miedo.

Ella estaba embarazada. ¿Quién supo qué coño le había vertido?

Al ver el miedo finalmente apareció bajo sus ojos, se observó una sonrisa maliciosa en el rostro del hombre, -Ya que no quieres beberlo de esta manera, entonces te alimentaré de una otra.

Acabando de hablar, bebió lentamente el vino y luego tiró la copa. Se desabotonó el traje y se lo quitó, preparándose para dirigirse a Xenia que se había encogido a un lado.

Anthony no pudo soportarlo más e iba a ayudarla.

¡Plof!

Tras un segundo, solo vieron al hombre extranjero que caminaba hacia Xenia volando repentinamente. Golpeó el armario detrás.

El choque fue extremadamente fuerte y ruidoso.

El extranjero gimió. Le dolió tanto todo el cuerpo que se inclinó. Levantó la cabeza a disgusto mientras maldecía.

-Quién busca la muerte que se atreve a patearme a mí...

Al alzar la vista, se encontró con un par de ojos cubiertos de luces sombrías.

Se asustó y se quedó asombroso allí por completo.

-¡Es Simón!

Exclamaron en el cuarto privado.

-Sí. Dios mío. Realmente está aquí ...

Debió ser la persona malvada. Aunque no lo conoció mucho, creyó que lo entendió bien.

Trajo a Xenia allí. Si no hiciese algo en ese momento, sería posible que su destino fuese el mismo que el del extranjero.

A pesar de los ojos agudos y fríos que lo veía, Anthony se le acercó y le dijo en voz baja, -¿No me colgaste el móvil coño?

Simón ni siquiera lo miró. Se alejó con sus largas piernas y anduvo hacia Xenia que estaba aturdida.

Xenia, que se escondía a un lado, quería encontrar una oportunidad para escapar. Todo lo que tuvo lugar ante sus ojos la hizo incapaz de recuperarse.

Hasta que la figura alta y recta se paró frente a sí misma, una frase fría salió de su boca, -¿No te vas? ¿Quieres esperar a que te emborrachen?

Xenia no fue capaz de refutarlo.

Se le movieron los labios rosados, tratando de decir algo, pero todo parecía ahogarse en su garganta.

Quería moverse, pero descubrió que sus piernas no podían ni dar un paso en ese momento.

El pecho estaba caliente, como si algo hubiese surtido.

-¿Por qué te quedas pasmada? -Simón entrecerró los ojos y la miró con disgusto.

Sonaba muy mal su tono con la vista aguda, nada amable.

Sin embargo, en el momento en que apareció, a Xenia se le rompió la cuerda tensa que había sostenido con fuerza en la mente.

Se le comenzó a agriar la nariz. Xenia ni siquiera se dio cuenta de que se le enrojeció los ojos. Después de que Simón, que estaba parado frente a ella, lo vio, pensó que estaba asustada por el hombre extranjero.

Se le volvió más descontento el corazón y más feroz la mirada que fijó en ella.

No pudo controlarse los movimientos. Simón dio un paso adelante directamente, abrazó su delgada cintura con los grandes manos.

-Ah.

Xenia dejó escapar un gemido y, reflexivamente, sustentó su cuello con ambos brazos.

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