No se supo si fue porque hacía demasiado frío afuera, o porque tenía demasiada hambre, siempre se sentía tanto frío. Después de que abrazó el cuello de Simón, los dos cuerpos estaban pegados íntimamente.
Aunque se encontraban separados por las ropas, sentía todavía la alta temperatura. Comparando con ella, era como hielo y el otro, fuego.
Cuando Simón la levantó en sus brazos, descubrió que era de poco peso. Su cintura era tan delgada que podía romperla con una mano. Además... su cuerpo se quedaba terriblemente frío, como el agua congelada.
Simón frunció el ceño finalmente. No se preocupó por otras cosas. Se dio la vuelta abrazándola y salió del cuarto.
Dejó que se mirasen.
Alguien no pudo evitar extender la mano para frotar sus ojos.
-No me equivoco, ¿verdad? El que acaba de aparecer aquí ... ¿es realmente Simón?
-Joder. ¿Por qué esa mujer tiene suerte tan buena?
Y el camarero que fue llamado por Anthony ya había traído docenas de vino. Aunque no sabía qué pasó... ganaría dinero el bar por sus pedidos, así que lograría todavía la comisión que le perteneció. Estaba naturalmente muy obsequioso.
Casi terminó servir el vino a todos. Corrió hacia Anthony.
-Señor, ya he servido el vino. ¿Verdad?
Anthony sacó una tarjeta bancaria de su bolso y se la entregó, -Pago con la tarjeta y luego busca tú a algunos para sujetarlo de allí y emborracharlo con los vinos.
El camarero tomó la tarjeta y se quedó atónito, -¿Qué?
Anthony estaba un poco impaciente.
-¿Qué? ¿No puedes hacerlo?
Camarero, -No. Quería decir que... saldría mal si lo emborrachasen todos los tipos de vino, ¿no?
Bueno. Si lo ocurriese, ¿no se implicaría en un lío?
Anthony pensó por un momento, -Entonces ... mientras no mueras, pueden emborracharlo de todos modos. Quiero que beba. ¿No le gusta invitar a otros a beber?
El extranjero le mostró los dientes por ira mirándolo, -Anthony, ¿carajo no me ayudas?
Anthony dio un paso atrás, -¿En qué puedo ayudarte? Te lo he dicho de antemano que es la mujer de Simón. ¿Te dejo jugar con fuego? ¿Has tomado mis palabras en serio? Lo has ofendido a Simón. Si no sufres hoy, sufrirás en el futuro.
Al escuchar eso, se sintió frustrado en un santiamén el hombre.
Así era...
“Ahora es solo beber alcohol, a pesar de que me emborrachan hasta la incontinencia de orinar y defecar. Son pelillos. Si no lo acepto hoy, el otro día ...” él caviló.
Sin embargo, según el temperamento de Simón, que pudo luchar contra sí mismo, significó que le importaba esa mujer en su corazón. Pensando en el futuro, se arrepentía mucho...
Xenia fue abrazada partiendo.
Se inclinó en el cálido abrazo de Simón, oliendo el olor familiar. De repente se sintió satisfecha.
De esa forma, ¿trocó la desgracia en beneficio?
Al principio, pensaba que no lo vería.
Inesperadamente, lo vio y fue abrazada por él.
Suponía un abrazo después de más de un mes, que parecía toda una vida.
Xenia cerró los ojos. Inconscientemente apretó las manos. También se inclinó sobre él, mostrando la codicia especial por Simón.
Simón sintió el cambio.
Esa mujer le abrió directamente desde que la levantó con los brazos. Los dos eran íntimamente como una pareja. En ese momento, incluso le apoyaba en el cuerpo como si más hubiese logrado, más desease.
En cuanto bajaba la cabeza, aún podían ver que se le temblaban las pestañas caídas levemente.
No obstante, en realidad no lo odió...
El que siempre tenía la misofobia de hecho sintió que esa mujer debía permanecer en sus brazos obedientemente.
Le hizo un poco nervioso ese sentimiento de que la pequeñita se encogía en sus brazos con debilidad y obediencia.
Simón no sabía qué le había pasado. Solo se le movieron más rápido los pasos.
Le dejaron sorprendida a Xenia las tres preguntas seguidas de Simón. No esperaba que le dijese tan mal. Estaba un poco avergonzada y le replicó, -No soy la persona tan obediente de tu boca. Me dijeron que estabas allí, por eso yo ...
Habiendo dicho eso, Xenia cerró la boca abruptamente, dándose cuenta de que había expuesto algo cuando estaba hablando. Justamente se vio el semáforo en rojo, Simón detuvo el coche y luego la miró con los ojos de color tinta.
-¿Fuiste allí cuando te dijeron que yo estaba allí? ¿Has insistido en decir que no te uniste a la compañía por mí?
-¿Quién te dijo que fui cuando me enteré de que estabas allí? Acudí porque tenía miedo de que tuvieses tareas que contarme y temía que se retrasasen.
Sin embargo, después de decir eso, Simón no apartó la mirada. La miró directamente todavía.
La mirada era demasiado directa, como si estuvieran diciendo, -Está bien. Sigue mintiendo. Te miro decir en silencio.
Xenia se encontraba un poco frustrada, mordiéndose el labio inferior y tratando de defenderse nuevamente.
-Lo que te he dicho es verdad. Después de todo, trabajé horas extras esta noche. Pensaba que ... habría más trabajo, así que ...
-Bueno.
A Simón se le curvaron los delgados labios y se burlaron.
-Mujer terca y renuente.
No solo era extraña, sino que también llevó dos caras.
Luego, se calmó nuevamente en el coche. Tras un momento, Simón le preguntó la dirección. Xenia se la informó y pronto los dos se sumió en un extraño silencio nuevamente.
Era tarde a esa hora y no había coches en la carretera, por consiguiente, llegó rápidamente a la casa de Xenia.
Después de la puerta estaba oscura y no había luces.
-Gracias ... por llevarme de vuelta. -Xenia le agradeció. Se desabrochó el cinturón de seguridad para apearse. No estaba dispuesta a separarse de Simón, pero la cara de Simón estaba tensa, que no quería hablar más con ella.
No tuvo más remedio que despedirse de él. Se volvió y caminó en dirección a la puerta.
Caminando unos pasos, cuando Xenia quería regresar corriendo para preguntarle por qué vino a rescatarla, de repente un abrigo cálido cubrió su cabeza.
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