Esposa falsa de Simón romance Capítulo 814

Antes de que Anthony dijera esas palabras, Simón pensaba que este asunto entre él y Zoe era tan fácil que podría resolverlo con unas palabras.

Por eso, a él no le daba importancia al asunto en absoluto.

Una vez solucionado, todo volvió normal como siempre.

Pero ahora por las palabras de Anthony, Simón sintió que los planes que había organizado se habían desbaratado de antemano.

Era como una partida de ajedrez. Él había puesto claramente sus piezas y, de repente, llegaba un animal desbocado y derribaba su tablero. Todos sus esfuerzos fueron en vano.

Pensando en esto, la cara de Simón se volvió muy seria. Vio a Anthony como si mirara a un muerto.

La frialdad de Simón hizo que Anthony diera dos pasos atrás y tosiera ligeramente.

-Simón, realmente no es mi culpa. Tú tampoco me dijiste lo que pasó, ¿verdad? Y... cuando llamé a tu ayudante, no contestó al teléfono. Casi le llamé mil veces, y pensé que estaba enfadada porque lo sabía...

El tono de Simón era muy bajo.

-¿Quién te pidió que te ocuparas de mis asuntos? ¿Realmente no tienes nada que hacer?

Anthony retrocedió unos pasos más, -No, estoy un poco ocupado, sólo pasaba por aquí. Bueno, como ya te he contado lo que pasó, me voy.

Sin importarle la reacción de Simón, Anthony se dio la vuelta y echó a correr.

Después de haber corrido una larga distancia, Anthony miró hacia atrás cubriéndose el pecho. Y se sintió aliviado al ver que Simón se dirigía en dirección al garaje.

Esperaba que esta vez no lo arruinara. Realmente tendría que suicidarse si los dos no pudieran estar juntos por su culpa.

***

Xenia paseó por las calles durante mucho tiempo. Cuando se dio cuenta de lo tarde que era, empezó a volver a casa.

Así que cogió un taxi. Cuando bajó del coche, escuchó una fría voz masculina de la oscuridad a su izquierda.

-¿Dónde has ido?

La fría voz sobresaltó a Xenia e hizo que las llaves se le cayeran de la mano con un grito de sorpresa.

Había estado pensando en algo, no había luz alrededor, y el taxi se había ido en cuanto ella se bajó.

Xenia miró hacia la fuente del sonido.

Había una pequeña llama en la oscuridad. Y la voz familiar que acababa de escuchar sería la de Simón, si la había oído correctamente...

Al pensar en Simón, Xenia se le ocurrió, naturalmente, lo que había ido a discutir el compromiso esta noche.

Después de haber perdido durante toda la noche, Xenia se hartó de esta sensación. Trató de tranquilizarse, se agachó para buscar las llaves que acababa de dejar.

Pero una persona fue más rápida que ella y recogió sus llaves.

-¿Por qué no me contestas?

Xenia se congeló.

A la tenue luz de la luna, Xenia alcanzó las llaves en su mano, -Gracias, acabo de salir con unos amigos.

Las llaves le fueron quitadas. Sus suaves dedos rozaron la palma de su mano inconscientemente.

Por un momento, Simón no supo qué pensaba, pero quería agarrarle la mano y quedársela.

Pero cuando se quedó helado, Xenia ya había cogido la llave y abierto la puerta.

Simón la observó en silencio, apagó el cigarrillo que tenía en la mano y la siguió hacia dentro.

Tras unos pasos, Xenia se dio cuenta de que la seguía y se detuvo.

-¿Por qué?

-Está muy oscuro. Te acompañaré arriba.

Xenia no sabía cómo responderle.

Simón estaba en silencio.

Un poco molesto, levantó la mano y tiró de la corbata de su traje, -Todavía tengo sed.

-Bien -Xenia asentó con la cabeza-. Entonces te serviré otro vaso.

Recogió el vaso y volvió a la cocina por agua, moviéndose lentamente.

Simón vio el nuevo vaso de agua tibia frente a él. Esta vez Simón no lo bebió lentamente, porque estaba muy molesto. Lo cogió y dio unos tragos grandes.

El agua se deslizó por su garganta.

Entonces levantó la vista y vio a la mujer sentada. Tenía los ojos tranquilos y se veía muy débil y cansada.

Esto hizo que Simón se irritara aún más, y de repente golpeó su vaso sobre la mesa.

Xenia, que había estado sentada en silencio, lo miró sobresaltada, pero luego retiró rápidamente su mirada.

-Tú, ¿no tienes preguntas para mí?

Por fin, Simón no pudo resistirse a preguntar.

Xenia finalmente se movió los labios como si tuviera algo que decir, pero luego negó con la cabeza después de un momento de reflexión.

-Nada. Es tarde. Tienes que regresar.

Dicho esto, escuchó una risita de Simón. Levantó la cabeza y vio que estaba mirándola con una mirada burlona.

Tal mirada le hizo enfadarse a Xenia.

-Era él quien había ido a hablar del compromiso, pero no le dijo nada. ¿Y quería que ella preguntara?

-¿Qué podía preguntar? ¿Y en calidad de qué?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón