Esposa falsa de Simón romance Capítulo 815

-¿Estás seguro de que no tienes ninguna pregunta para mí? -Miró fijamente a ella, como un cazador que se fijaba en su presa. Si tan sólo levantara su arma la alcanzaría en el siguiente segundo.

Normalmente, Xenia se habría puesto nerviosa ante una mirada así, pero hoy estaba tan molesta y irritable que simplemente le respondió.

-Me preguntas si tengo alguna pregunta para ti. Y me gustaría preguntarte, ¿qué tengo que preguntarte? ¿Qué has hecho que necesitas que te pregunte?

Al escuchar tal respuesta, Simón no pudo evitar levantar una ceja.

-Un temperamento explosivo, ¿eh?

Xenia se levantó y abrió la puerta enseguida, -Tengo que trabajar mañana.

La implicación fue que te vete, tengo que descansar.

Simón frunció el ceño, pensando. “Tenía tanta prisa por deshacerse de mí, que parecía que no quería dejar las cosas claras.”

Así que, supongo que no podía esperar a que ella se lo preguntara hoy.

De acuerdo con su naturaleza arrogante, debería haberse levantado e irse después de que ella le había dicho esto.

Pero Simón sintió, si se iba así hoy, se arrepentiría.

Pensando en esto, Simón se levantó y se acercó a ella.

Xenia pensó que estaba listo para irse, pero para su sorpresa se detuvo frente a ella, con la mirada fija en ella misma, sin intención de irse.

Su aura era fuerte mientras se acercaba a ella, -Si no hay nada que preguntar, entonces ¿por qué estás enojada?

Xenia frunció el ceño, -No estoy enojada.

De repente, se escuchó unos sonidos de besos.

Xenia no lo escuchó al principio. Pero cuando lo oyó claramente, se sonrojó mucho. La pareja que vivía al lado de ella era muy joven y solía tener sexo todas las noches antes de irse a dormir.

Al fin y al cabo, era una habitación pequeña y estas paredes eran muy finas.

Además, tenían la puerta abierta, y los sonidos que venían de la puerta de al lado eran aún más claros.

Xenia sabía que Simón también lo había oído. Entonces, retrocedió de repente y cerró la puerta.

Cuando la puerta se cerró, el sonido se debilitó. Pero como se había oído, todavía podía escuchar algo débilmente.

Si ella pudo oírlo, Simón naturalmente, también.

Sus mejillas, que habían estado blancas, se pusieron instantáneamente en rojo. Xenia nunca hubiera imaginado que se encontraría con algo así, y el ambiente, que había sido tan intenso entre ellos un momento antes, se había vuelto ahora particularmente incómodo.

-Que...

Cuando acababa de abrir la boca, vio que Simón que se acercaba lentamente.

-¿Seguro que no estás enojada conmigo?

No sabía por qué. Xenia realmente pensó que la voz de Simón sonaba mucho más baja y ronca en ese momento.

Así, se sintió muy peligrosa por Simón.

Xenia extendió la mano para empujarle. Pero cuando su mano tocó su pecho, él se la llevó por delante y la inmovilizó contra la puerta.

Todo el cuerpo estaba casi apretado contra el suyo. Era tan pesado que Xenia no podía liberarse y sólo podía mirarlo con rabia, -¿Qué demonios estás haciendo?

Al mismo tiempo, la mujer de al lado se irritó tanto que su aliento quedó suspendido en el aire.

Xenia vio claramente que los ojos de Simón se volvían más oscuros, con un tipo de emoción que no podía entender. Antes de que pudiera reaccionar, él había bajado la cabeza y le había besado la boca con fuerza.

Sus ojos se abrieron grande y trató de apartarlo. Pero sus manos estaban controladas por él y no podía moverlas.

Simón la besó por un momento y se apartó. Su frente apoyada en la de ella, dijo con la voz ronca.

-¿Cómo te atreves a decir que no?

Xenia se asustó.

Ella apartó la mirada tímidamente y dijo débilmente, -Si dices que sí, sí.

Esta mirada de resignación y reticencia a admitir que le gustaba, hizo que Simón se sintiera tentado. Le tocó la barbilla y entrecerró los ojos acercándola.

-Sí o no. No seas ambigua.

Los dos se encontraron frente a frente, tan cerca que apenas podían verse las caras. Sólo podían ver los reflejos en sus ojos.

Bajo su contundente mirada, Xenia dijo una palabra, -Sí.

Dicho esto, por fin Simón mostró una mirada amable, que no se había visto desde que perdió la memoria.

Se rio satisfecho, -Son tus propias palabras. Me gustas, así que no cambies de opinión.

Aunque no sabía cómo se había atraído por esa extraña mujer, casi todas las noches, al cerrar los ojos, siempre pensaba en su rostro.

Xenia le miró insegura y dudó, -¿Estás confesando conmigo?

Simón su puso serio otra vez. Fue ella quien dijo que le gustaba, pero en su opinión fue lo contrario.

Xenia suspiró impotente al ver que su rostro se volvía serio de repente.

No quería admitirlo, pero su comportamiento lo demostraba.

Y lo que le había dicho hoy significaba que se preocupaba por ella realmente. Eso era suficiente.

Xenia finalmente extendió la mano y rodeó su fuerte y delgada cintura con los brazos, luego metió su mejilla en sus brazos.

Todo el cuerpo de Simón se puso congelado.

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