Esposa falsa de Simón romance Capítulo 888

Tras entrar en la habitación, Simón llevó a Xenia al lavabo para que se lavara y secara las manos. Hasta ahora ella se dio cuenta de que se había cortado la mano, que se había cortado accidentalmente cuando se había arrodillado para recoger los fragmentos.

En ese momento se quedó paralizada por un instante y luego se levantó, incapaz de entender cómo las cosas podían haber resultado así.

-Una herida tan pequeña, ¿cómo la encontraste? -Xenia miró la herida y dijo.

Simón no respondió con una expresión descontenta, luego tomó el punto herido de ella en la boca y lo chupó suavemente.

-¡Tú! -Xenia se sonrojó y trató de retirar la mano propio.

Pero la fuerza de Simón era tan grande que ella no pudo liberarse. Tardó un rato en soltarla y le dijo fríamente, -No vuelvas a hacer eso, y llama a la niñera-.

Xenia se puso una expresión de mala gana, -Fue sólo un accidente, lo he hecho todo bien antes, es sólo que...

Ella dudó, curiosa por lo que Raquel acababa de decir a Simón en el salón, y luego preguntó con cautela, -¿Te ha dicho algo mi tía hace un momento?

Simón la miró y no respondió.

Su mirada hizo que Xenia fuera a por su manga con ansiedad.

-Dímelo.

-¿Cuál es la prisa?

Habló con ligereza, y su voz era baja y agradable, con una sonrisa en los ojos.

-¿Esto es lo que se llama un accidente?

-¡No es! -Hubo un momento de silencio y Xenia negó con la cabeza.

-No te preocupes.

Al ver que parecía un poco abatida, Simón le cogió la mano y ahuecó su pálida palma en la suya.

-Por parte de mi abuelo, me encargaré de ello, y si eso no es posible, aún puedo fugarme contigo, ¿no?

Al oír la última frase, Xenia exclamó.

-¿Lo dices en serio? ¿Vendrías conmigo si tu abuelo no lo aprobara?

-Realmente no hay más remedio que hacerlo, ¿no? -La palma de la mano que aún la apretaba se había desplazado hasta sus labios. Se acercó y dijo en voz baja, -Tendrás que cuidarme cuando llegue el momento.

Xenia ni siquiera se lo pensó, simplemente le agarró la mano y asintió sin medias tintas.

-¡No hay problema!

El contrato que este hombre le dio a Diego antes de la boda era, literalmente, darla todas sus posesiones; para él, ella era más importante que cualquier otra cosa.

Para ella, también, él era sin duda más importante que cualquier otra cosa.

"De todos modos, voy a criarlo con su propio dinero," pensó Xenia en secreto.

Simón, por su parte, se quedó helado al ver su mirada inquebrantable, la miró con asombro durante un largo rato y luego sonrió de repente.

-¿Por qué tan tonta?

-¿Qué?

-¿La primera reacción de una chica cuando oye algo así no debería ser escandalizarse?

-¿Por qué? -preguntó Xenia con incredulidad.

-Un gigolo, ¿y puedes aceptarlo?

¿Gigolo?

Xenia arrugó inconscientemente su nariz, -Claro que me molestan los gigolos.

Antes de que Simón pudiera decir las palabras que siguieron, ella añadió, -Pero si esta persona eres tú, ¡no me importa!

Simón estaba completamente desconcertado.

Al oír esto, Xenia se sintió un poco avergonzada.

-Tía, no creerás que he roto el plato a propósito, ¿verdad?

-¿No es así? -Raquel levantó una ceja y se rió.

-¡No!

Raquel le lanzó una mirada de incredulidad y Xenia añadió en un tono más pesado, -¡De verdad que no!

Xenia intentó explicarse, pero la mirada de Raquel y la mirada de sus ojos hicieron que Xenia sintiera que sus explicaciones eran inútiles.

Las dos mujeres no tenían mucho de hablar juntas y no pasó mucho tiempo antes de que Raquel se aburriera y quisiera irse a casa.

Xenia la acompaña hasta la puerta, para abrirla y encontrarse con Dylan, que estaba a punto de tocar el timbre.

La mano de Dylan acabó de tocar el timbre, sólo para que la puerta se abriera de golpe.

Ambas partes se congelaron por un momento.

Después de un momento, Dylan soltó la mano con torpeza y asintió a las dos con una sonrisa incómoda.

Estaba a punto de hablar cuando Raquel se llevó los brazos al pecho y le miró con frialdad.

-Dylan, no quiero ni contestar el teléfono, ¿crees que voy a verlo?- Raquel ni siquiera se molestó en ser educada, y sabía a qué había venido Dylan, así que antes de todo, simplemente dijo claramente su actitud propia.

Dylan también tenía una mirada ligeramente avergonzada, mirando a Xenia, que estaba a su lado, y frotándose la nariz sardónicamente.

-El señor Jorge te echa de menos, ya lleva muchos años esperando tu vuelta, ¿es cierto que no vas a juntar con tu padre en esta rara oportunidad?

Ante sus palabras, Raquel gruñó.

-¿Espera que vuelva yo? Creo que él espera que muera ahí fuera, ¿no? Así que no tengo que volver y hacer el ridículo por él, ¿verdad? En cuanto a visitarlo, no creo que sea necesario, ¿qué tengo que hablar con un viejo que ha sido terco toda su vida?

Tanto Raquel como Rosa habían dejado a la familia Carlos y se habían cambiado los apellidos enseguida, así que estaba claro que estaban en malos términos con la familia, pero Xenia no había esperado que Raquel estuviera en tan malos términos con Jorge.

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