Esposa falsa de Simón romance Capítulo 920

Bernabé no pensaba que le tocara un día cuando podía sentir el amor y el cariño de su padre.

Después de todo, en su impresión, seguía viviendo con su madre.

Su madre lo trataba genial, su tía Naomí y su tío Diego también lo amaban y lo cuidaban mucho.

Si tenía el cariño de su padre, ¿sería igual que el de su tío?

Pero cuando compartió a su madre con la tía Naomí, sabía que serían diferentes los amores de su padre y su tío Diego. Por supuesto, no dijo que el tío Diego y la tía Naomí no lo amaban tanto como sus padres.

Por el contrario, todos lo trataban genial.

Era no más que alguna emoción no se sustituiría.

Padre era padre, madre era madre, también eran diferentes.

Mientras vio a Simón amasando la herida suya, Bernabé se sintió amargo por dentro. Dentro de poco, sabía que fue conmovido por su padre.

Cuando Bernabé reaccionó, él dio un gemido fuerte, retrajo la mano.

Simón se paró un ratito, le preguntó, -¿Qué pasa?

Él quería tomarle de la mano otra vez, sorprendentemente, Bernabé lo empujó lejos, bajó de la cama, y se mantuvo alejado de él.

Al ver que estaba lejos de él con una cara descontenta, Simón adivinó que estaba enojado por su actitud ante Xenia.

Simón apretó los labios, -¿Por qué estás tan lejos? Ven.

Al oírlo, Bernabé le hizo una mueca, dio la vuelta y se largó.

Simón frunció el ceño, se quitó la manta para salir. Probablemente debido a la acción grande, un dolor fuerte en la cabeza le hizo parar. Subconscientemente, tendió las manos para apretar la cabeza.

Le pasó por la mente una luz blanca, acompañada de las escenas.

Esta situación había sucedido varias veces antes.

Una vez era por ver a Xenia, la otra vez por ver a Raquel, y la última vez era por ver a Bernabé.

Entonces, su memoria fue estimulada una y otra vez, ¿y luego iba a romper el bloqueo?

Cerrándose los labios, Simón estaba muy descontento, con los ojos fríos y profundos. Le dio mucha pena que nada más pudiera recordar, pero lo que había pasado en los ojos ya dijo todo.

Rafael se quedaba en el pasillo, de repente, vio la puerta abierta, de donde salió el cariño.

Él se levantó rápidamente, con una cara un poco cambiada.

-Bernabé, ¿por qué sales?

¿Acaso se produjo algo?

-Tío Rafael, mi papá ya se ha despertado -Bernabé se paró y dijo.

Al oírlo, Rafael se cortó un ratito, pero dentro poco mostró la alegría.

-¿Señor Simón se despierta? Voy a verlo.

Rafael pasó directamente a Bernabé y entró en la sala. Cuando entró, se sintió extraño, así que volvió a llevarlo juntos.

Bernabé quería rechazar. Pero de repente la imagen de Simón apareció en su mente, por lo que puso las manos en el cuello de Rafael. Se vieron muy íntimos.

Cuando Bernabé lo acercó, Rafael se quedó rígido.

De pequeño a grande, Rafael nunca había abrazar tan íntimo a un niño, especialmente, el niño del señor Simón. ¡Tan íntima la distancia se mantuvo! De repente, Rafael sintió que los pequeños también eran muy monos.

Si pudiera tener uno...

Al pensar, Rafael se detuvo, no se atrevió a imaginar más.

Entró en la sala con Bernabé.

Rafael no era tonto, rápidamente declaró su identidad. Después de todo, sabía muy bien su carácter.

En efecto, al escucharlo, Simón entrecerró los ojos, cuya aura aguda se redujo a la mitad.

-¿Asistente?

-Sí -Rafael asintió con la cabeza, mientras intentó bajar a Bernabé en el suelo, y luego explicó en una voz suave-. Estaba muy preocupado después del accidente de usted, pues vengo con el señorito Bernabé.

Asistente...el señorito Bernabé.

Estos dos títulos rápidamente le permitieron a Simón clasificar las identidades de los dos frente a él.

La fiereza desapareció, sustituida por la indiferencia.

Al enterarse de que Rafael era su asistente y no tenía amenaza, Simón partió la mirada seria de Rafael hacia Bernabé.

-Cariño, ven.

Bernabé estrechó el cuello de Rafael a prisa, sacudió la cabeza.

Simón entrecerró los ojos de nuevo.

Rafael dio una risa embarazosa, murmuró a Bernabé.

-Señorito Bernabé, el señor le llama, dese prisa bajar.

Bernabé lo agarró con fuerza, por lo que Rafael casi no podía respirar. Rafael se quedó sin remedio.

-Tío Rafael, papá es muy mal. Date prisa, llama a mi mamá para llevarme a casa, no quiero quedar con papá, quiero volver a casa.

Rafael y Simón se quedaron sin palabras.

Con respecto a Xenia, la mirada de Simón se volvió suave, pero dentro de poco se recuperó la indiferencia. Simón acercó a Bernabé, al mismo tiempo dijo, -No se necesita llamar a tu madre, voy a llevarte a casa.

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