-¿Te gusto? -Naomí le preguntó a Rafael.
Rafael se quedó en silencio.
Eran solo unas palabras, pero hicieron a Rafael pasmado.
Suspenso, Rafael no podía creer lo que había pasado.
Incluso, se creía que tenía alucinación acústica.
Si no fuera así, no podría escuchar que Naomí le preguntó si le gustaba.
Sea como sea, Naomí no parecía a la persona que hizo esta pregunta.
Pero de verdad, Rafael la había escuchado.
-Pues -la cara de Rafael se puso roja y se turbó más-. No es como lo que piensas. Lo has malentendido.
-¿Lo he malentendido? -Naomí se confundió y miró hacia el vaso de agua.
Rafael no supo qué decir.
Un vaso de agua no significaba nada. Aunque antes a él le gustaba, no lo aceptó. Ya que ahora Rafael tenía una cicatriz en la cara, sería más imposible que le gustara.
Además, su cicatriz solo la asustaría.
-No pasa nada -Naomí encogió los hombros-. Pues lo he malentendido. Vuelve a dormir.
Nunca se había pensado que Naomí reconocería que lo había malentendido como así y tomaría el agua directamente.
Rafael empezó a sentirse triste. Mirando a Naomí, a quien no le importaba lo que pasó, quería decirle que no lo había malentendido y le gustaba.
Pero al recordar la cicatriz en su cara, desapareció la idea de decírselo.
Rafael dudó muchas veces, pero al final, se fue de la cocina sin palabras.
Después de tomar un vaso de agua, Naomí lo vio saliendo callado y se extrañó.
¿Era su ilusión? Naomí sentía que Rafael no estaba bien.
¿Era por la pregunta que le había hecho? Naomí no lo hizo a propósito, sino porque el aspecto de Rafael parecía al suyo cuando ella veía a Diego.
Por eso, se lo preguntó directamente.
Pero esto no estaba bien. Sea como sea, Naomí le puso a Rafael en un mal lugar y sería muy embarazoso los dos encontrarse después.
Naomí movió la cabeza, acabó la última agua en el vaso y regresó a la habitación.
Pero no se dio cuenta de que hubo unas diez llamadas perdidas en su móvil de modo mudo.
***
Xenia había dormido bien.
Sentía que había dormido mucho tiempo y soñado con muchas cosas. Cuando se despertó, todavía recordó algo del sueño.
Pero cuando abrió los ojos, el sueño vino perdiendo.
Después de darse vuelta y mirar la luz del sol, olvidó todo del sueño.
Más tarde, encontró que solo ella que se quedaba en la habitación y Naomí no estaba.
Se levantó y salió.
La casa estaba tranquila y no había nadie. Xenia llamó, -¿Naomí? ¿Bernabé?
Nadie le respondió.
Fui a la habitación de Simón, abrió la puerta y encontró que nadie estaba.
Naomí dijo-Vale. ¿No querías preguntar por los dos? Han salido de madrugada. Solo nos quedamos en casa.
-¿De madrugada?
“¿Para qué han salido tan temprano?” ella pensó. Cuando quería preguntar a Naomí, Naomí le había servido la comida.
-No preguntes más. Está embarazada, primero come. El bebé en tu vientre va a tener hambre.
Después de mencionar Naomí, Xenia se dio cuenta del hambre.
Dejó de hablar y comenzó a comer.
Naomí se alivió al ver que Xenia estaba comiendo tranquila, -Temo que tengas hambre. Está embarazada y llevas tanto tiempo viviendo en el extranjero. Tu hermano se preocupa mucho por ti.
Como se había mencionado de Diego, Xenia le preguntó.
-Hablando de mi hermano, ¿está de acuerdo con que vienes aquí con Bernabé?
Naomí se puso nerviosa y no dijo nada.
Notando el cambio de Naomí, Xenia comía más despacio y le preguntó, -¿Acaso venís aquí ocultando de él?
Después de un rato de silencio, Naomí se mostró muy pobre.
-Xenia, mi Xenia. No lo hago con intención. Pero si yo se lo contara, no me dejaría venir aquí con Bernabé. Habíamos quedado Bernabé y yo, también Rafael tenía que venir, que hace más seguro venir aquí.
Xenia asintió con la cabeza y pensó un poco, -¿Por eso, has salido con otro hombre escondiendo de mi hermano?
-¡Qué dices! Rafael es el asistente de Simón. No tiene relación conmigo.
Xenia sonrió.
Naomí se puso nerviosa, -No digas tonterías frente en tu hermano. Desde mucho tiempo ya sabes que a mí solo me gusta tu hermano.
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