Esposa falsa de Simón romance Capítulo 935

El tiempo transcurrió tranquilamente, en un cerrar y abrir de ojos, llegó la tarde. Simón, Rafael y Bernabé todavía no regresaron, y Xenia empezó a preocuparse. Ella tomó el móvil y llamó a Simóm para preguntarle a dónde habían ido.

No tardón mucho, la llamada se cogió.

En el otro lado sonó una voz niña.

-Mamá.

Era Bernabé, la voz dulce contagió a Xenia, y la cual no podía contenerse la sonrisa.

-Bernabé.

-Mamá -le volvió a llamarla, luego le dijo-, ¡mala Mamá! Tienes mis números, ¿por qué no me llamas? ¡Eres injusta! No te gusto, solo te gusta papá.

¿Cómo era posible que una madre no quisiera a su hijo? Sin remedios, Xenia levantó la mano y pellizcó el entrecejo, le dijo suavemente, -Cariño, ¿cómo es posible que Mamá sea injusta?

Para ella, Simón y Bernabé eran los hombres más importantes de su vida, sin orden.

Por supuesto, si ella estaba embarazada de un niño, pues habría uno más de los hombres más importantes de su vida. Sin embargo, ella deseaba que tuviera una hija.

Si su deseo se hizo realidad, su vida sería perfecta.

Una familia de cuatro.

¡Qué acogedora!

-Mamá me engañas, Mamá dices que no eres injusta, pero Mamá no me has llamado.

Bernabé siguió acusándole.

-Vale, no te enfades. La próxima vez Mamá te llamaré primero, ¿bueno?

-¡No! Mamá solo puedes llamarme.

-Bueno, Mamá te prometo. -la madre simpre aceptaba lo que pedía el hijo.

Pero eso al niño no le satisfizo. Él se sentaba en el muslo de Simón tomando el móvil. De repente levantó a cabeza y echó una mirada a su papá.

Al hombre que estaba tranbajando inmediatamente subió una premonición mala, las vistas chocaron cuando bajó la cabeza.

-Mamá, ¿pues papá y yo a quién quieres más?

Simón se mantenía silencioso.

Sin embargo, él se volvió serio, incluso entrecerró los ojos agudos mirando a su hijo.

El niño no tenía nada miedo, encendió el manos libres para que escucharan claramente la repuesta de Xenia.

Ella le contestó de inmediato, -Por supuesto que Mamá te quiero más.

No lo pensó dos veces. Bernabé era un niño emocionalmente cambiante, por lo que a veces le engañó.

Además, Simón era el padre de él, debería que no le importara lo que decía.

El padre tenía que asumir la responsabilidad paternal.

-Mamá, ¿de veras?

-Sí.

No sabía por qué, al final de las palaras, un escalofrío recorrió la espalda de Xenia, y la cual encogió los hombros involuntariamente.

“ ¿Qué pasa? ” se sintió extraña.

En la oficina del jefe del Grupo Carlos.

Cuando Simón oyó lo que decía Xenia, se quedó hosco, incluso los ojos que se fijaban en Bernabé se volvieron especialmente agudos.

Era normal que Rafael que estaba a su lado notara su cambio obvio. Él trabajó para él muchos años, conocía a Simón tanto como su propia palma.

Sin embargo, él no se había imaginado que el señor Simón se enfadara a causa de la envidia a su hijo...

¡Un milagro!

-Bueno, Mamá, adiós.

La sonrisa de Simón fue desapareciendo...

-Bueno, adiós.

Esta vez, su sonrisa desapareció totalmente.

El niño apagó el móvil y lo pasó a Simón, -Papá, te lo devuelvo.

Pero el hombre no lo tomó, fijaba los ojos en la carita del niño. Él estaba callado, y todo el mundo como si se pusiera silencioso.

Un buen rato después, Bernabé metió el móvil en su bolsillo directamente, -Papá, ¿has oído? Mamá ha dicho que me quiere más.

Era natural que Simón supiera lo que pensaba él: cogió el móvil, encendió el manos libres, le echó tal pregunta y ignoró a él. ¡Este niño hizo todo con intención!

¿Para enfadarle?

¿O para tomar la revancha?

¿Como había tratado mal a Xenia, por eso él quería vengarle a su madre?

Parecía que solo existía esta posibilidad.

A pesar de que él sabía que había hecho algo mal a Xenia, él también quería mucho compensarle, pero ahora le faltaba la memoria, no podía recordar nada sobre lo que había pasado.

“Tengo que recuperar mi memoria cuanto antes.” pensaba.

Pero ahora todavía no podía calmarse.

“Aquella mujer ha dicho que quiere a Bernabé más que yo, bueno, no pasa nada. Pero ella no me ha mencionado ni una palabra, ¿ella todavía recuerda a quién quiere llamar? ” al pensarlo, sintió un peso opresivo en el corazón, casi no podía respirar.

-Papá, ¿está bien?

El niño se le acercó, le preguntó con ironía.

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