Xenia se desesperaría si la memoria de Simón no volviera.
Ella recordaba todo lo que había pasado, pero él lo había olvidado todo.
Era injusto dejarla sola con el dolor.
Al menos tenía que soportar la mitad él.
-¿Qué te parece un tratamiento conservador? Ya no puedes llegar a extremos, por si acaso... -le aconsejó Rafael.
-Está bien, os tengo a todos aquí -Simón dijo con calma.
Parecía haber olvidado que acababa de perder el conocimiento.
Su viejo amigo Jason estaba tan enfadado que quería darle un puñetazo, pero ya tenía un moretón en la barbilla.
Rafael le dijo a Jason al encontrarlo que el médico no tenía más consejos para Simón.
Y Jason sugirió inmediatamente una simulación de la escena.
Como Simón había perdido la memoria en el mar, volver al agua era la mejor manera de estimularle para que la recuperara.
Originalmente Jason le dijo que tuviera más contacto con la gente que solía conocer.
Pero Simón no los recordaba en absoluto.
Por eso Jason se arriesgó a sugerir esto.
No esperaba que Simón lo hiciera realmente, sin embargo, el peligro era desconocido e incontrolable.
-Si no fueras tan débil, te habría golpeado.
-No, señorita Xenia, su mujer lo sabrá.
-¿Qué?
-¿Te has casado y no me lo has dicho? -Jason no podía creerlo.
Como viejo amigo de Simón, estaba un poco decepcionado.
-Simón te lo explicará cuando recupere la memoria -dijo Rafael, un poco avergonzado.
-Me temo que se va a tirar en pedazos antes de eso. No importa, eso es todo por hoy.
-Pero no pasaba nada -dijo Simón con el ceño fruncido de resignación.
-Vamos, es sólo el primer día, tenemos que tomarlo con calma, ¿de acuerdo? -dijo Jason.
Simón se quedó sin palabras.
Jason era como un león irritable, y Simón se preguntaba cómo podía ser amigo de un hombre así.
-Rafael, llévalo a la cama y habrá otros medios más seguros, hasta mañana.
Pero Simón incluso tenía que ir a casa todos los días.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Simón.
-Puede ir a casa una vez cada pocos días.
-No.
Que el cerebro descanse puede afectar a la recuperación de la memoria.
De hecho, cuando sus oídos, ojos y nariz se llenaron de agua durante el día, sintió un gran temor.
Pero no sabía por qué, ni quería creerlo.
Sin embargo, no recordaba nada más que el miedo.
Si no hubiera sido por Jason, podría haberlo intentado de nuevo.
-Señor Simón.
-Déjalo, no menciones esto a Xenia.
Rafael frunció el ceño, cuando una criada salió sola.
-Lo siento, señor Simón, Bernabé se ha dormido y el señor Jorge le ha pedido que vuelva -dijo con disculpa.
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