-No pasará nada.
Xenia sabía que aunque Naomí sedujera a Diego, éste no respondería.
Así que no tenía nada de qué preocuparse.
Pero sintió pena por Naomí al pensar en su relación implícita con Diego.
-Pero Diego...
-No te preocupes, yo me encargaré de esto y te prometo que seguiréis siendo amigas -el hombre la interrumpió y le dijo en voz baja.
Diego conocía bien a Xenia. Ella asintió y se dio la vuelta para irse.
Al llegar a la puerta, se volvió y dijo, -Diego, una pregunta.
-¿Por qué no quieres casarte?
Creía que fue porque Naomí era poco atractiva que a Diego no le gustaba.
Pero a un hombre como Diego le da igual quedarse soltero hasta que conozca a una mujer a quien ame.
Pero, a tenor de la conversación que mantuvieron ese día, estaba claro que Diego estaba un poco prendado de Naomí.
Por eso Xenia decidió preguntar.
Diego, que siempre había respondido a sus preguntas, permaneció en silencio durante mucho tiempo.
-¿Pasa algo? -Xenia lo miraba fijamente.
Diego volvió a mirar a ella, que no estaba muy lejos. A la luz brumosa, parecía ser la misma mujer noble y hermosa que él había adorado.
-Diego, protege y cuida bien a tu hermana, por favor -dijo la mamá de los hermanos.
-Por supuesto, no se preocupe -asintió el joven Diego.
-¿Diego? -dijo Xenia.
-No. Vete a la cama o te vas a resfriar - dijo con una sonrisa.
Xenia se quedó donde estaba, notando la mirada diferente de Diego al pasar.
Sabiendo que no necesariamente respondería a más preguntas, Xenia asintió con la cabeza.
-Diego, soy la única familia que tienes en el mundo, así que si ocurre algo importante, dímelo.
-Ahora no eres la única.
-¿Qué?
-Bernabé.
-Xenia, ¡por fin te has despertado! Llevo mucho tiempo esperando aquí - dijo Naomí.
Xenia se quedó sin palabras y respiró profundamente.
-¿Qué pasa?
-¿Estaba borracha anoche? -preguntó Naomí.
Xenia asintió.
-¿Y estaba delirando?
Xenia dijo que sí.
-¿A Diego? -los ojos de Naomí se abrieron de par en par.
Xenia se lo pensó y siguió asintiendo, y Naomí palideció de inmediato.
-!No¡ Mierda, ¿qué voy a hacer? -gritó Naomí, tapándose la cara.
-Estabas muy triste cuando volviste ayer, como si ya no te gustaba -dijo Xenia con los ojos entrecerrados.
Naomí hizo una pausa al oír esto y dijo con cierta vergüenza, -Había decidido olvidarme de él, pero anoche soñé con él.
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