Esposa falsa de Simón romance Capítulo 988

Hubo un momento de silencio en la sala de estar. Diego habló con indiferencia.

-No, no es necesario que vayáis. Basta con que Rafael me lleve.

En cuanto oír esto, Xenia la miró a Naomí inconscientemente.

Lo que su hermano quería decir era que a Naomí no le permitiría seguir.

A Naomí se le puso pálida la cara, de pie desconcertada. Miró a Diego con tristeza, que estaban tan deprimida que casi se le caería lágrimas. Quería ir con él, pero lo que dijo Diego parecía estar dirigido a ella.

Se suponía que no había esperanza a pesar de eso.

Al mirarla así, Xenia se sintió un poco insoportable como mujer, pero Diego no la dio una mirada más. Solo levantó la maleta, -Vamos.

Dio un paso con prioridad y no miró hacia atrás. Parecía que no había nada que valiese la pena añorar en absoluto.

Antes de que Rafael lo siguiese, miró a Naomí inconscientemente.

Por fin, suspiró en silencio y luego lo siguió rápidamente.

Estaría bien que la decisión también pudo hacer que Naomí se rindiese lo antes posible.

¡Plof!

Cerrándose la puerta, Naomí reaccionó. Dio un paso adelante con los ojos enrojecidos para alcanzarlo, pero Xenia la detuvo.

-Para. No te vayas.

A Naomí se le cayeron las lágrimas de todas a la vez, -Xenia, ¿por qué?

¿Por qué? ¿Ni siquiera no permitió que le acompañase? ¿Acaso sería imposible de verdad que ella estuviese con él?

Al ver la situación de Naomí, Xenia no sabía realmente qué decir para consolarla. Si fuese posible, desearía compartir un poco del dolor y de la tristeza suyos, pero las emociones no se pudieron compartir en absoluto.

A ella no le daría derecho señalar a Diego y regañarle por qué no te gustaba Naomí. Nadie pudo forzarlo en los asuntos del amor.

Justo cuando Xenia pensaba en cómo consolar a Naomí, de repente se apartó de Xenia y luego entró en su habitación. Al ver eso, Xenia quiso ponerse a perseguirla, pero Simón lo agarró de la muñeca.

-No lo hagas.

-Pero...

-Estar sola será la forma más favorable para ella ahora. Después de esta noche, a lo mejor ella pensará claramente en muchas cosas.

Al escucharlo, Xenia miró a Simón inconscientemente, -¿Cómo lo sabes...?

Simón sonrió y una vez más extendió la mano para rozar su cabeza. La frotó suavemente, -Lo que pensó tu hermano ya es muy obvio. Si no se da cuenta todavía, está pidiendo dificultades.

Luego, la frotó otra vez. Xenia se sintió extraño y levantó los ojos para mirar hacia arriba.

De repente, recordó el lugar que estaba tocando fue donde había acariciado su hermano hace un momento.

-¿Qué estás haciendo? -Xenia quiso quitarle la mano. Ella era tan mayor, y él le siguió tocando la cabeza, haciéndola parecer pertenecer a la joven generación.

-Estampando el sello.

Xenia se quedó sin saber qué decir.

Efectivamente, lo que dijo fue tal como ella pensaba. Xenia agarró su mano con un poco de enojo, -¡Envidias a mi hermano! ¿Eres irrazonable?

Simón sonrió, con los ojos de color tinta llenos de mimo.

Al segundo siguiente, su rostro cambió y se le volvió convulsiva la expresión.

-¿Qué te pasa?

-No llores.

Ella se sorprendió por un momento y lo empujó, -¿Mejor?

El rostro de Simón se veía extremadamente pálido en ese entonces. No había color adicional en sus delgados labios y tenía una fina capa de sudor frío en su frente, que mostraba el dolor que acababa de sufrir.

Pero a pesar de eso, le dio a su amada mujer una sonrisa reconfortante, y le dijo en voz baja, -Estoy bien, ¿no? ¿Qué me pasará a mí?

Xenia lo miró fijamente por un momento. Pronto de repente, se apresuró a abrazar su cuello con fuerza.

-Me asustaste tanto, solo...

-Solo tuvo un poco de dolor de cabeza. Ahora todo va bien -Simón extendió su mano y le dio unas palmaditas en el hombro ligeramente. Era obvio que el accidente le sucedió a él, pero parecía tranquilo. Por otra parte, Xenia estaba afectada por el miedo.

Los dos se abrazaron así por un tiempo, cuando Xenia recordó algo y lo empujó para tomar su móvil.

-No. Me preocupo por ti. Tengo que llamar a una ambulancia.

Simón se quedó sin palabras.

Sonrió sin remedio, -He estado bien de verdad. ¿Por qué llamas a la ambulancia? ¿Para que nos moleste?

Xenia le contestó, -Pero tú iba a…

-Acabo de recordar algo, por eso me duele la cabeza. Ahora se acabó.

Mientras hablaba, Simón le presionó la mano a ella y dijo con cansancio, -No es necesario que la llames. Vuelvo a mi habitación para tomar un descanso por un rato.

Terminó de experimentar un dolor en el cerebro y se sentía exhausto.

Y pudo ser que el tratamiento reciente hizo que su cuerpo no fuese capaz de soportarlo. Simón sintió que mientras cerrase los ojos, caería en una oscuridad sin fin.

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