Esposa falsa de Simón romance Capítulo 989

Pidió descansar, y Xenia no se atrevió a rechazarlo. Con cuidado lo ayudó a regresar a la habitación para descansar.

Simón se encontraba realmente cansado, por lo que aunque estuviese solo con ella en ese momento, se sentiría impotente para hacer algo. Xenia lo cuida especialmente, e incluso le cubiró el cuerpo muy ligeramente con la frazada después de que se acostó. La expresión de su rostro era tan seria como si estuviese cuidando a un niño.

Al verla así, Simón tragó profundamente, no pudo evitar sostener su mano antes de que se levantase y le dijo con voz ronca, -Súbete.

Xenia fue agarrada de repente por la mano y lo miró.

-¿Qué haces?

-Dormimos juntos.

Xenia se sorprendió por un instante, luego se sonrojó y lo miró con fiereza.

-¡Tienes interés para pensar en eso en este momento!

Después, lo empujó con enojo y le echó la mano hacia atrás.

Simón tosió. Xenia se puso nerviosa de nuevo, y se apresuró a decirle, -¿Estás bien?

Al ver su expresión en su pequeño rostro, Simón extendió su mano lentamente, la puso en su mejilla y le dijo con una leve sonrisa, -¿Ves qué hora es? Dejo que duermas, y ¿qué estás pensando?

Xenia murmuró, -Tú, ¿no quieres decir eso...?

-¿Eso significa? -Simón entrecerró los ojos levemente y se le curvaron hacia arriba las comisuras de sus labios, -Señora Freixa, ¿qué quieres decir con eso?

Xenia sintió que su rostro se calentaba, como si fuese engañada por Simón. Lo miró con furia.

-¿Lo hiciste a propósito? ¿Es gracioso verme quedar en ridículo? ¡Ya estás así y todavía te da gusto hacer broma!

Simón descubrió que había lágrimas frescas en las comisuras de sus ojos, por lo que le dijo en voz ronca, -Acércate.

-¿Qué quieres hacer? -le preguntó Xenia con brusquedad-. ¿Quieres hacerme trampas de nuevo? No me va a engañar.

Ella estaba realmente enojada. Se murió de susto por la apariencia de Simón en ese momento, pero él estaba de humor para hacer broma. Se enfadó por el momento.

-No te hago trampas. Lo sabrás si te acercas más.

Xenia no lo escuchó y se quedó inmóvil.

Después de un rato, Simón levantó las manos y quiso levantarse, así que Xenia solo pudo ayudarlo cuando lo vio, -Buenos. No te levantes. Me inclino.

Pronto, se inclinó y se le acercó un poco.

Simón elevó la mano y secó las lágrimas de las comisuras de sus ojos suavemente. Finalmente apoyó la cintura, cubriendo ligeramente sus párpados con sus delgados labios.

Xenia se sorprendió por el beso sobre el párpado y cerró los ojos por reflejo.

Estaban un poco secos los labios finos. Cayeron con frialdad sobre sus párpados. Succionó las lágrimas con mucha dulzura.

Los alrededores se veían tranquilos. Simón habría querido secar besando sus lágrimas, pero cuando lo hizo, movió los labios a la punta de su nariz, y luego al labio superior.

Pintó lo hermosos de los labios que pertenecían a Xenia y, después de un tiempo, poco a poco se fue sintiendo insatisfecho.

Xenia notó que la respiración de Simón parecía ser más pesada, y la gran mano se deslizó por sus mejillas hasta la parte posterior de su cabeza con insatisfacción lujuriosa, como si quisiese profundizar el beso.

Xenia estaba un poco conmovida por el beso, pero en ese momento, se encontró así la condición del cuerpo suyo. Si algo realmente les sucedió por la noche, no se sabía si podría sostenerlo.

Y lo más importante... se quedaba embarazada.

Aunque había cumplido tres meses, el feto no era estable después de todo, así que fue adecuado no hacer el amor.

Pensando en eso, Xenia apartó la mejilla, que no aceptó sus besos. Los labios de Simón naturalmente cayeron sobre su rostro. Hizo una pausa y alargó la mano para pellizcarle la barbilla, como si desease enderezar su cara.

Ella no giró la cara obstinadamente. El hombre se quedó en silencio por un momento antes de inclinar repentinamente la cabeza para besarla.

En cuanto oír el nombre, a Simón se le oscureció el color de los ojos un poco, -Yo soy lo todo tuyo. ¿Es correcto que la tomes más importante que yo?

-¿Qué tonterías? Naomí es mi mejor amiga. Acabas de ver su situación. No puedo dejarla sola.

Inexplicablemente, Simón no quería que saliese en ese momento.

-¿Tienes que ir?

-Solo un momento. Volveré dentro de poco.

Finalmente, Simón pudo aceptarlo sin remedio.

Xenia le sacó la frazada y, después de confirmar que no le ocurriría ningún accidente especial, se levantó y se fue con tranquilidad.

Fue a buscar a Naomí, pero descubrió que había cerrado la puerta.

Xenia no tuvo más remedio que llamarla.

Pero después de tocarlo varias veces, Naomí no vino a abrir. A Xenia se le colgó el corazón, y solo pudo llamarla en voz alta.

Parecía que estaba a punto de llorar en ese entonces, sintiéndose muy agraviada. Se encerraba en la habitación, ¿debería hacer estupideces?

Sin embargo, después de que la llamó gritando, Naomí no le respondió. Xenia solo pudo aumentar el volumen.

-¿Abrirás la puerta primero? Dime algo. Podemos discutirlo. No piensas demasiado sola.

Lo que más le preocupaba era que Naomí hará cosas estúpidas.

Justo cuando Xenia dudó en encontrar la llave para abrir la puerta, la voz de Naomí vino desde adentro.

-Xenia, vuelve y descansa. Quiero... que me dejes en paz.

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