Ex-marido, ahora fabuloso amante romance Capítulo 7

¡Qué par de ojos tan profundos! Aunque tenía ojos atractivos, este no era el momento para distraerse con ellos.

-Véndeme el brazalete, te pagaré a plazos, ¿qué te parece? -Ximena respiró dos veces y forzó una sonrisa.

—¡Qué repugnante, estás actuando como si me tuvieras lástima!

Mario rozó con suavidad el brazo de Ximena. «¡Mierda! En verdad me pasó de largo.» Ximena se sumió en dolor recargando su espalda contra la fría pared, en realidad, no veían nada de frente.

-No puedo creer que esté dispuesto a gastar 5 millones en Rubí. ¡Bien! Supongo que el dinero todo puede -Después de una pausa, Ximena continuó con desdén-.

Sin embargo, me gustaría dedicarte estas palabras: ¡idiota!

Solo un verdadero idiota nacido en cuna de oro estaría dispuesto a gastar una fortuna solo para ganar la sonrisa de una chica. Ximena estaba humeando. Mientras se giraba para irse, sintió a alguien tirando del cuello de su camisa.

—¿Cómo te atreves a regañarme?

La tensión en el aire le recordó que él no era alguien que ella debería provocar.

-No. Estaba regañando a un idiota, ¿eres idiota?

Con amplios ojos ¡nocentes, Ximena enfatizó la palabra «idiota».

-¡Vete al infierno! -Los ojos de Mario estaban llenos de apatía, ya que hacía tiempo que no conocía a una mujer tan imprudente.

—¿Qué... qué estás planeando hacerme?

¿Se había reído? Ximena tenía un mal presentimiento.

-¡Échala! ¡Solo échala!

Al dar la orden, Ximena fue agarrada y levantada. ¡Pum!

-Mami, también tomaste el dinero que tenía bajo mi almohada —dijo Daniel convencido—. Quería denunciarte a la policía, pero cuando te vi llorando, decidí perdonarte.

—¡Gracias, mi querido hijo! —Ella era un fracaso de una madre, ¡incluso su propio hijo había querido denunciarla a la policía!

-Pero, si te denuncio, quizás papá te reconozca y nos lleve a Samuel y a mí a casa -dudó Daniel.

-Daniel, solo porque no te he regañado, no creas que no lo haré.

¡Era absurdo! Ximena temblaba de ira.

-¡Si sigues diciendo tonterías, no te voy a aplicar el ungüento! -Daniel agarraba el frasco de ungüento en su pequeña mano y lo frotaba con suavidad en su piel; aunque tenía muchas más preguntas en mente, decidió permanecer en silencio.

—Daniel, dime, ¿por qué me ayudas con el ungüento? —dijo mientras lo aplicaba con cautela. Ximena nunca pensó que Daniel fuera así, debido a que las cosas nunca habían sido tan simples con él...

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