Él no la conocía, eso era evidente, pero Rose lo había visto muchas veces antes. Desde que estaba ocupándose de Charlie y de su depresión casi siempre estaba cerca de Grace cuando esta hablaba con su hermana, así que lo había visto, había escuchado su voz, y comprendía por qué era el pretendiente perfecto para Faith, lo habría sido para cualquiera.
El maldit0 árabe le había provocado lo que ningún chico le había provocado a su edad y odiaba eso. Con dieciocho años y a punto de entrar a la universidad, sus amigas cercanas pensaban que era lesbiana porque ni había tenido novio ni la intención de tenerlos.
Rose jamás se lo había cuestionado, simplemente nadie le había llamado la atención lo suficiente, pero había bastado un puñetero audio de aquel hombre para que su piel se erizara por primera vez y un millón de mariposa saltaran en su estómago. Verlo había sido todavía peor, y unos meses después estaba con el "crush" adolescente más violento de la historia, sin entender por qué.
Si era honesta no sabía por qué lo había seguido a casa de Faith, si porque quería ayudar a su hermano o porque no podía soportar la idea de verlo abrazar a otra, aunque esa otra fuera una de las personas que más quería en el mundo. Lo cierto era que había tomado un atajo en el tráfico y allí estaba, cinco minutos antes que él, esperándolo con su arma favorita.
Rose sintió que temblaba en el momento mismo en que su espalda chocaba contra aquella pared. Escuchar su voz en vivo y tan cerca de su boca era todavía peor, era como si su cuerpo entero se derritiera bajo su aliento, como un helado de caramelo al calor de la estufa.
Aquel rodillazo en la entrepierna realmente no fue para él, sino para ver si de alguna forma se impedía a sí misma aquella puñetera calentura, pero verlo reírse, arrodillado frente a ella, fue como desatar todos sus demonios de una sola vez.
—¿No me oíste? ¡Quiero que te largues! —espetó furiosa, pero Karim se levantó, mirándola de arriba a abajo.
Era una cosita menuda, frágil y loca que sabía muy bien cómo pegar. Los rasgos de sus ojos eran asiáticos, y tenía la piel un poco bronceada, como él, y una boca pequeña y regordeta con la lengua más peligrosa que le conocería a una mujer.
El problema de ser quien era él, era que no mucha gente se atrevía a hablarle así, no digamos ya golpearlo, ¡menos con un palo de criquet!
—Vas a tener que esforzarte un poquito más, niña —siseó levantándose con un gruñido de dolor—. ¡Porque yo me voy cuando yo quiera, no cuando una mocosa como tú quiera echarme!
Rose apretó los labios, pero antes de que se le ocurriera nada más levantar el arma homicida, Karim la sujetó por una muñeca mientras con la otra alcanzaba su cara, inmovilizándola.
—La próxima vez que me pegues, te voy a besar —la amenazó—. Ponme un dedo encima y yo voy a poner sobre ti todo lo demás mío, hasta que ya no tengas ni fuerzas para mover un dedo ¿entendiste?
Le arrancó el bastón de las manos y lo lanzó lejos, antes de sonreír a dos centímetros de su boca como retándola a que se atreviera. La sintió estremecerse, Karim podía reconocer muy bien cuándo le gustaba hasta a las mujeres más experimentadas; y ella, siendo una chiquilla, era un libro abierto para él.
La soltó dando un paso atrás, y se quedó allí, mirándola con sorna de arriba abajo sin poder evitar morderse el labio inferior porque era una muñeca y se veía deliciosa. De pronto la vio llevarse las dos manos a la altura de la cabeza a modo de rendición, pero él estaba seguro de que ella no era de las que se rendían fácil.
—Bueno... entiendo que no te puedo tocar... —dijo dándole la espalda y Karim supo que aquella mujer no iba a irse tan tranquila.
—¡Oye! ¿Qué vas a hacer...? ¡Tú! ¡Te estoy llamando! —Corrió tras ella hacia el jardín trasero de la casa porque sabía que algún desastre iba a hacer, pero no le dio tiempo a alcanzarla antes de que ella se volviera y aquel chorro de agua impactara contra su pecho, mandándolo de espaldas sobre el césped.
Cayó como un saco de patatas mientras la escuchaba reír y él solo podía pensar por qué demonios Faith tenía en su casa una manguera con aquella presión.
Intentó levantarse varias veces, pero el chorro siempre lo hacía caer, y eso solo conseguía ponerlo más furioso... hasta que logró arrastrarse y patear la llave para cerrarla.
—¡Oye idiota! ¡A ver si no la rompes de...!
—¡Sí, Faith!
—Faith no está conmigo.
—¿¡Eh!?
—¡Que Faith no está conmigo! —respondió él con sinceridad—. ¡Es mi amiga, la he estado ayudando pero no me acuesto con ella ni mucho menos, qué asco, es como si fuera mi hermana!
—Pero... pero yo pensé...
—¿Que ella tenía ojos para alguien más que no fuera su gallino? —preguntó él y Rose no pudo evitar echarse a reír porque reconocía muy bien aquel apelativo, así llamaba ella a su hermano.
Durante un segundo se dejó embargar por el alivio, sabiendo que el drama de su hermano con Faith por fin tendría solución porque el árabe no estaba metido entre los dos… hasta que sus ojos volvieron a encontrarse con los de Karim. Entonces toda la rabia desapareció, y aquel maldito "crush" adolescente explotó en un solo segundo, haciendo que su cuerpo temblara.
—Quítate Karim... —murmuró y decir su nombre fue lo peor que pudo hacer, porque aquel nombre en su boca acabó de descontrolarlos a los dos.
—¿Estás segura? —susurró él respirando pesadamente contra su piel—. Dime que estás segura y te juro que te dejaré ir.
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