El resto de los invitados no tardó ni cinco minutos en marcharse, y los que todavía estaban para ver la severa ubicada que Mar le daba a Lizetta Wayland salieron aguantándose la carcajada, entre ellos Harris y su señora.
—Alan, no tenías que hacerlo, no me siento tan mal... quizás solo sea una gripe —lo reconvino Mar y él levantó una ceja divertida.
—¡Por favor, no puedes decirme que no disfrutaste poniendo a Lizetta Wayland en su lugar! —aseveró—. ¡Es más, esto merece un brindis, voy por la champaña!
Alan salió disparado hacia la cocina y Gus se rio de lo feliz que se veía por primera vez en muchos meses. Lo que había pasado con Soraia lo había dejado en un muy mal lugar, pero verlo entusiasmado con otra mujer -incluso aunque él mismo no se diera cuenta-, lo llenaba de alivio.
—Gus... —Mar se acercó a él con una sonrisa sincera—. Solo quería ofrecerte una disculpa si todo esto te incomoda un poco. Pero tienes que saber que solo es teatro. Creo que Alan tuvo un momento de "entre la espada y la pared", y supongo que hizo lo primero que se le ocurrió en ese instante, pero puedes tener por seguro que todo esto es una actuación.
Gus la miró con un gesto de incomprensión.
—Está bien, pero ¿por qué crees que me debes una disculpa si lo estás ayudando? —le preguntó.
—Bueno... es que tenemos que estar como muy... pegados, sabes... ¡Y lo último que quiero es herir tus sentimientos! Ustedes hacen una linda pareja, y la gente del hospital no es tan tradicional como todos creen.
Gus pestañeó despacio, dándose cuenta de que al parecer Mar había creído todo ese tiempo que Alan era gay, y tuvo que hacer un esfuerzo ímprobo por no soltar la carcajada allí mismo.
—¡Alaaaaaaaan! —llamó suavizando su voz tanto como podía y se llevó una mano al pecho con gesto dramático—. Te estás perdiendo lo mejor de la noche, cariño.
Su mejor amigo se acercó con las copas de champaña y las repartió, listo para brindar.
—¿Qué pasó? ¿Qué me perdí? —preguntó bebiendo.
—Mar me acaba de ofrecer disculpas por la actuación, no quiere herir mis sentimientos porque notó que tú y yo hacemos una linda parej...
—¡¡¡¡¡PPPPPFFFFFFFFFF!!!!! —Alan escupió toda la champaña sobre Gus ante la mirada impactada de Mar y luego se giró hacia ella con los ojos desorbitados—. ¿Que yo quéeeeeeee?
Gus se limpió un ojo para poder abrirlo mientras respiraba profundo, y Mar balbuceaba sin que nada saliera de sus labios.
—Cariño, creo que Mar ha visto tu enorme enorme... closet —se burló.
—¡Cállate, tarado, que esto es serio! ¡Y encima le sigues la corriente! —se escandalizó Alan—. ¡Mar! ¿Tú creíste...? ¿¡Has creído todo este tiempo que yo era gay!?
—Este... ¿no?
—No me mientas.
—Bueno un poquito... —dijo ella juntando dos dedos—. Un poquito así... ¡Pero es que tú dijiste que jamás querías casarte con ninguna mujer...!
—¡Ella tiene un buen punto!
—¡Cállate Gus, que por si no te has dado cuenta a ti también te dijo princeso! —rezongó Alan.
—Pero eso es entendible, es que yo soy demasiado lindo —rio su amigo y Mar levantó las manos a modo de rendición.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! Es que pareces tenerle mucha aversión al sexo femenino —intentó justificarse.
—¡No te tengo aversión a ti! —gruñó él.
—Claro, pero es que yo soy como tu socio... sabes... de negocios.
Alan le dirigió una mirada asesina y se metió la mano en un bolsillo, sacando un frasco pequeño de pastillas.
—Tómate una para la fiebre. ¡Y vete a dormir ya, que andar hablando con este tarado te va a atrofiar las neuronas! —rezongó antes de irse, protestando como un niño chiquito.
Mar se giró hacia Gus e hizo un puchero.
—¿Qué tanto la cagué y cuánto va a durarle el enojo? —preguntó—. Mejor dicho. ¿Qué hago para que se le pase?
—Dale dulces, ama los postres —respondió Gus para luego suspirar—. Y no la cagaste demasiado, solo es un poco sensible respecto a ese tema. Alan tiene un largo historial de corazones rotos, amiga mía. Hasta hace unos días pensé que ya se había rendido por completo, pero me alegra que pueda sonreír contigo, aunque solo seas su socia de negocios.
Mar lo miró con curiosidad, pero luego tuvo que asentir. No sabía exactamente qué sentía con aquella aclaración. Si era honesta le parecía hasta extraño que un hombre hetero fuera de naturaleza tan noble como Alan, pero ¿quién era ella para juzgar?
Se tomó su pastilla y se despidió de Gus con un gesto amable. Luego fue por Michael para llevarlo a dormir, mientras pensaba en qué postre podía hacerle a Alan al día siguiente para que se le pasara el berrinche.
Sin embargo, ni él estaban tan enojado, ni ella sería capaz de hacer ningún dulce al día siguiente.
Alan creyó que estaba soñando cuando escuchó la vocecita suave de Michael.
—Lalan... ¡Lalan!
Él se incorporó de inmediato en la cama y vio al niño a su lado.
—¿Campeón? ¿Qué pasa? —preguntó levantándolo del suelo y subiéndolo a la cama.
—¿Vamo a tomal agüita? ¿Tú tienes se?
Alan frunció el ceño aturdido.
—¿Que si tengo sed? Emmm... Claro, ¿y tú?
El niño asintió de inmediato y él entendió que eso era lo que quería.
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