Haciéndolo mío romance Capítulo 75

—¿Por qué la actitud? Yo ya estaba siendo muy amable contigo. Todo esto es culpa. ¡Las cosas no hubieran terminado de la manera que lo hicieron si no fuera por ti! 

La voz de Miguel había iniciado las llamas de mi enojo dentro de mí y no podía evitar dejarlo salir todo sobre él. Natalia nunca hubiera estado con Jaime y las cosas no hubieran empeorado hasta ese grado si él no me hubiera evitado que me marchara aquella noche. Para ser honesta, jamás me había enojado tanto como Miguel. Después de decir mi parte, la llamada permaneció en silencio por mucho tiempo. Cuando volvió a hablar, su enojo había crecido en su tono de voz. 

—Debes de estar perdiendo la cabeza. ¿Te tengo que recordar con quién estás hablando, Andrea? 

Con solo escuchar el tono de su voz podía imaginarme la despiadada imagen en su rostro. 

—No estoy de humor para hablar contigo en este momento. Tengo asuntos más importantes que hacer, ¡o puede que tenga que dormir en la calle esta noche! 

A pesar de que estaba de un muy mal humor y tenía la enorme necesidad de golpear algo, sabía que lo más importante en ese momento era encontrar un sitio donde pueda pasar la noche. Después de todo, por ningún motivo quería dormir en la calle.  

Quería colgar la llamada en ese momento, pero pude escuchar de nuevo la voz de Miguel del otro lado de la llamada. 

—¿Dormir en las calles dices? ¿En dónde te encuentras en este momento?  

Puede que haya percibido que algo no estaba del todo bien, pues su tono de voz se aligeró considerablemente. 

—Estoy en las calles sin ningún lugar a dónde ir, ¿ya estás feliz? —me enojé y terminé la llamada al instante, ya no quería seguir escuchando la voz de Miguel.  

Nunca salía bien encontrarme con él y, durante mejores circunstancias, aun así, estaría preocupada si lo habré ofendido o no, pero ese era el menor de mis preocupaciones en ese preciso momento. Mi mejor amiga y yo estábamos en malos términos, por lo que no podría importarme menos qué pensara. 

Después de la llamada, visité unos cuantos hoteles por la zona, pero cada uno de ellos era demasiado caro. Al ver la hora y que eran las diez de la noche, suspiré sin saber qué iba hacer. Estaba atrapada en un embrollo, y me preguntaba si debía gastar doscientos o hasta trescientos por un hotel para pasar la noche pues mi única otra opción era dormir en la calle.  

Si esto estuviera pasando en el pasado, yo no sería tan indecisa, pero mi padre necesitaba estar tomando medicamentos todos los días para mantener bien su salud después de que tuvo la cirugía, lo cual se juntaba en una gran cantidad de dinero. Es por eso que tenía que ahorrar tanto como fuera posible en ese momento.  

Ya había tomado mi decisión de rentar una de las habitaciones de hotel cuando escuché el claxon de un auto detrás de mí. Cualquier otra persona se sentiría fastidiada al escuchar ese repentino sonido cuando ya era tan noche, y yo no era una excepción.  

Me di la vuelta con fastidio para ver detrás de mí, pero quedé impactada cuando leí el número de placa del auto. 

«¿A caso no es ese el auto de Miguel? ¿No debería de estar durmiendo? ¿Qué está haciendo aquí a estas horas? ¡Dime por favor que no está aquí porque quiere vivir la experiencia de hacerlo en un pequeño hotel!» 

Pude recordar con claridad que, la última vez, él había escogido un hotel de cinco estrellas solo para tener sexo; por esa razón, no había manera que él estuviera aquí para rentar una habitación. 

Me quedé quieta en mi lugar y me preguntaba si debía acercarme para saludarlo. En ese momento, la cabeza de Miguel salió de la ventana del carro y me miró con el ceño fruncido. 

—¿Qué estás esperando? ¡Sube! 

No fue hasta que escuché su voz que logré recobrar mis sentidos y me dirigí hacia su auto. Yo ya sabía que negarme no era una opción siempre que se trataba de él, así que metí mi maleta en el asiento trasero y me subí al auto. Apenas me había sentado cuando el auto se disparó hacia al frente.  

—¿Para qué viniste hasta aquí sin previo aviso? ¿Me necesitas para algo? 

—Mejor deberías preocuparte por ti misma. Ya fuiste echada de casa por tu amiga, ¿pero aun así sigues queriendo preocuparte por su bienestar? —dijo Miguel mientras apuntaba con la mirada hacia mi maleta. 

Lo único que logró con su sarcasmo fue empeorar el mal humor que ya tenía, yo deseaba hacerle llover un sinfín de insultos; pero claro, no tuve el coraje para hacerlo.  

—Yo comprendo lo que siente Natalia. Así que, tarde o temprano, ella se dará cuenta de que yo lo hice por su propio bien.  

—Entonces, ¿cuál es tu plan? No planeas dormir en las calles, ¿verdad? —dijo Miguel con un tono de voz nulo.  

—Planeo buscar un lugar dentro los siguientes dos días; después de todo, ya no me puedo quedar en la casa de Natalia. 

A decir verdad, yo ya tenía planeado mudarme de su casa desde hace bastante tiempo, me sentía mal quedarme en su casa por tanto tiempo sin tener que pagar renta.  

—No será necesario que tengas que buscar un lugar. Puedes mudarte a la casa que está en Los Matorrales. No hay nadie allí de todos modos —sugirió Miguel con total calma mientras que sus ojos se mantenían enfocados en el camino.  

Él siempre era alguien muy indiferente a todo y en raras ocasiones mostraba alguna otra expresión en su rostro. Había ocasiones en las que me preguntaba si era en realidad una creatura de sangre fría.  

El conjunto de llaves que él me había dado con anterioridad era para esa casa en Los Matorrales y, a decir verdad, creo que mi mejor opción era si me mudaba allí. De esa manera, podía ahorrar dinero en renta y podía estar más cerca de mi oficina. Pero había un problema, y ese era que la casa le pertenecía a Miguel, por lo que me iba a sentir todo el tiempo como una mujer mantenida si me mudaba a esa casa. Por un lado, en verdad quería ahorrar en la renta para poder comprar más suplementos para mi papá; pero por el otro lado, no podía aceptar la sensación de ser una mujer mantenida.  

—¿En verdad piensas que tienes otra opción en este momento? Apenas y puedes mantenerte, Andrea. Incluso la renta más barata en la ciudad tiene un valor mayor a dos mil al mes. ¿Tú crees que puedes pagar eso? 

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