Haciéndolo mío romance Capítulo 76

En cada ocasión en la que yo me encontrara en algún dilema, siempre y cuando él hablara, yo terminaba cediendo. 

Él tenía razón; tenía demasiado en mis manos en ese momento. Mi padre se estaba recuperando bien, pero él todavía requería de muchos medicamentos para mantener su salud en buena condición debido a que había salido de cirugía hace poco, y yo era la única persona de la familia en la que él podía depender.  

De hecho, yo tenía un hermano menor, pero él era una persona irresponsable y nunca tuvo un buen trabajo. Él no iba a poder hacerse responsable de nuestros padres ni en sueños; de hecho, yo ya había estado contado nuestra suerte si no les hubiera pedido dinero.  

Fue así que todos los problemas de mi familia caían en mis hombros. Mi vida era mucho más fácil cuando mi padre estaba en buena salud, pero ahora me empezaba a sentir sofocada por toda la responsabilidad cuando su salud empezó a deteriorarse.  

—Ya que no puedes pagarlo, olvídate de tu inservible dignidad y escúchame —reprendió como si él me hubiera estado leyendo la mente. 

Me molesté por su actitud y por las palabras que utilizó, pero la verdad es que no tenía más opción.  

—Gracias.  

Yo sabía cuál era el motivo de sus acciones, pero, al fin y al cabo, me había proporcionado un lugar en donde me podía quedar y, por esa razón, yo estaba agradecida. Es probable que hubiera dormido en las calles sin esa casa.  

El auto aceleró por la carretera y llegamos a Los Matorrales dentro de diez minutos. 

Miguel me acompañó al piso de arriba. No hace falta de un genio para saber qué iba a pasar cuando un hombre y una mujer estaban solos a mitad de la noche. No era necesario decir que yo no estaba de humor para entretenerlo después de haber tenido una discusión con Natalia; desafortunadamente, esta casa le pertenecía a él, por lo que en realidad no le podía pedir que se fuera. Debido a eso, lo único que pude hacer es reprimir mis emociones.  

Después de entrar a la casa, arrastré mi maleta hacia el dormitorio y empecé a desempacar mientras que él me abrazaba a mis espaldas y empezaba a besar mi cuello. Sus acciones me provocaron un hormigueo por todo mi cuerpo. Yo sabía que este hombre tenía el deseo de hacerlo esa noche; pero pensándolo bien, esa era su manera de ser cuando él estaba cerca de mí.  

—Miguel, aún estoy organizando mi ropa. Además, se está haciendo tarde y tenemos que ir al trabajo mañana.  

No lo alejé de mí, pero traté de disuadirlo con una pequeña voz. Después de un largo rato, empecé a entender su carácter; si lo empujaba, no cabía duda de que lo iba a hacer enojar, ya que él era una persona que estaba abierta a la persuasión, pero jamás a la coacción.  

—No hay prisa. Ahora que tú vivirás aquí de aquí en adelante, puedes organizar tus cosas en cualquier momento. 

Miguel tomó un mechón de mi cabello y empezó a enrizarlo con sus dedos delgados mientras que sonreía de manera seductora. Mi corazón se hundió porque yo entendía que no había nada que le entraría a la cabeza a este hombre una vez que estuviera excitado.  

Yo cerré mis ojos y suspiré en señal de rendición para luego tumbarme en la cama. Estaba esperando que tomara posesión de mí y que acabara pronto, pero al parecer Miguel no esperaba que reaccionara de esa manera, así que alzó una de sus cejas y dijo con una voz un poco ronca: 

—¿Qué estás haciendo, Andrea?  

Abrí mis ojos y le contesté con una voz apagada: 

—¿A caso no querías sexo? Apresúrate en hacerlo entonces. Entre más pronto termines, más rápido podré irme a la cama. 

Yo pensé que se iba a abalanzar sobre mí de inmediato para satisfacer sus necesidades tan rápido como pudiera, pero no fue así. 

—¿Podrías por lo menos mostrar un poco de interés? El sexo debería ser disfrutado por ambas partes, tú lo estás tomando como una tarea.  

Sus cejas se unieron para formar un gran ceño fruncido mientras que el descontento invadía sus oscuros ojos.  

Capítulo 76 Olvídate de tu inservible dignidad 1

Capítulo 76 Olvídate de tu inservible dignidad 2

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