La Chica Dhall © romance Capítulo 4

Capítulo tres

Bajo de la camioneta negra con Danna y Danni pisandome los talones, la cierro y camino a las instalaciones de la universidad con la mayoría de las miradas sobre nuestros cuerpos.

Esto se siente extraño.

Miro nuestro alrededor con curiosidad y me detengo en la puerta al ver una señora como guardia de seguridad —Carnet —dice sin más y saco de mi bolsillo trasero mi identificación.

—Soy Zuani Dhall y estas dos vienen conmigo —señalo a las chicas —tenemos un pase para admisión, nos van a explicar todo antes de entrar.

La morena me devuelve mi carnet y se hace a un lado —pase, señorita Dhall —me hace un gesto con sus manos para que siga —aquí mismo a la derecha, segunda puerta, está el departamento de admisiones.

Asiento —gracias.

—Un gusto.

Entro y observo con detenimiento las cuatro plantas y la cantidad de personas que corren de un lado para otro por estos, mis ojos van al costado de descanso y levanto mis cejas al ver las cafeterías, lugares para comer y estar relajados, más adelante hay dos tiendas exclusivas de accesorios escolares y por el gran pasillo hay bancos con mesas donde muchos charlan animadamente.

Pero bueno, ¿me encuentro en el centro comercial y no en la universidad?

—¿Señorita Dhall? ¿Es usted? —una señora de no más de treinta años me recibe con una sonrisa de oreja a oreja.

—Sí, soy yo.

Me tiende su mano en forma de saludo y se la tomo —Bienvenida a nuestra humilde comunidad.

Sí, claro. Humilde comunidad esta que parece un centro comercial.

—Pensé que llegaría más tarde asique me disculpo si ando en estas fachas —señala su atuendo de chef en prácticas.

—No hay caso —niego con mi mano —¿comenzamos?

—Por supuesto que sí —me hace un gesto para que pase al frente —por favor—dice y nuevamente mis ojos examinan cada rincón del lugar.

Lujos, niños ricos, moda, tendencias.

Definitivamente no es lo que quería, pero es lo que toca con el padre que tengo.

Muerdo mis labios, aún recuerdo como mi cara hizo una rara expresión de confusión al ver la casa que compro solamente para esto.

Flashback

No paso la velocidad del auto a más de ochenta.

Llámenme abuela, pero para mí es más seguro conducir a esa velocidad que ir a ciento veinte o cuarenta como los idiotas que tengo como hermanos.

El aire acondicionado rebota en mi piel y doy un suspiro intentando guardar la calma ante el agobiante frío que aguanto en mis brazos.

Nunca en mi vida, pero nunca, nunca me ha gustado conducir a pesar de que lo sé hacer y uno de los motivos es por esto mismo.

Observo de reojo el GPS y noto que solo faltan unas calles más para por fin llegar a la dichosa casa, doblo dos esquinas más y entro a un barrio lujoso, aparco el auto en la garita de seguridad y bajo los oscuros vidrios de la prado, el policía de turno alza una ceja y se levanta de su puesto —¿visita o residencia?

—Residencia —digo y tomo los papeles que mi padre me facilitó antes de salir, se los paso y él abre sus ojos sorprendido.

—Señorita, ¿podría facilitarme su documento de identidad? —volteo la cabeza para buscar mi cartera, pero Danna es más rápida y la encuentra, saca mi carnet y se lo paso.

—Confirmado, señorita Dhall. Su casa es la duplex al final de esta calle, no tiene perdedero ya que es la única de dos pisos que se encuentra actualmente—me devuelve mis papeles.

—Gracias —digo sin más y le doy una sonrisa de boca cerrada, manejo con calma hasta ver una gran casa blanca y junto mis cejas.

Adiós vida normal, adiós ganas de pasar desapercibida, adiós ganas de vivir fuera, adiós mundo cruel.

Aparco en estacionamiento y veo a las chicas antes de salir —repacemos, ¿de acuerdo? Somos hermanas, tenemos diecinueve años y estamos en esta casa porque nuestra familia es muy rica y nos envió a estudiar cerca, también recuerden llamarme por mi nombre y únicamente por este, no quiero nada de 'chica Dhall', 'hija del alpha' y esas cosas. Cualquier otra pregunta queda automáticamente descartada.

—Entendemos, Zuani —habla Danni —Pero con semejante casa, dime, ¿quién no se acercaría a visitar a sus nuevos vecinos? es obvio que los de nuestro al rededor van a cotillear.

Desabrocho mi cinturón y abro la puerta —pues que lo hagan, pero si se acercan a preguntar más cosas sobre nosotras simplemente decimos que vamos deprisa y evitamos el tema a toda costa —bajo y cierro la puerta con fuerza, suspiro sonoramente y pongo mis manos en la cintura.

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