La chica fénix: ¿Mi mate? romance Capítulo 50

Omnisciente

Ver que su amada que no despertaba le dolía, apenas llegaron al castillo de los dioses, Sophie y Ámbar habían despertado, pero Nay no parecía dormida tan tranquila, no quiere ni pensar lo pase cuando tenga que decirle lo del bebé.

Le desespera no poder hacer nada, no la quiere soltar, prefiere sostener su mano para siempre, no se separará de ella hasta que despierte.

Ámbar tampoco se quiere separar de su hermana, no se perdona no haber hablado con ella cuando pudo, no se disculpó por irse sin decirle nada. La culpa la carcome, ella siempre ha estado para su hermana y ahora no pudo salvarla, la abandonó.

De un momento a otro Bastian que estaba con Sophie; y Yack siente que deben estar al lado de Eli, algo muy fuerte los hace buscarla. Yack mira a Bastian y después a Nay que sigue con sus ojos cerrados, está en un dilema y no sabe qué hacer.

—Yack. ¿Qué pasa? —pregunta Am que también sintió que debía estar al lado de Eli al igual que Sophie.

—Eli, algo pasa con ella —dice Bastian, desesperado por su hermana.

—Vayan a su lado. —dice Karla con su bebé en brazos también preocupada —Nosotros la cuidamos. —A su lado había algunas mujeres de la manada, Yack miró a Nay y asintió sabiendo que ella estaría segura ahí. Le dio un beso en la frente, quería quedarse, pero su prima lo necesitaba.

Miró a su sobrino que no se despegaba de las gemelas que tenía Nick, sabe que con él su pequeño sobrino no le pasará nada.

Nick también sintió que tenía que ir con Eli, pero decidió no ir, su deber es cuidar a las bebés, sabe que los chicos podrán ayudarla.

La manada era un desastre, muchos muertos, los guerreros fénix tratan de curar a los heridos con su brebaje, pero son muchos y no han podido cerrar el portal.

Las manadas que se acercaron a ayudar tienen pocos heridos gracias al famoso brebaje de los fénix, todos se asombraron cuando vieron a aquella pelirroja subir hacia el cielo con aquella diosa que la retenía entre sus brazos, estaban inmóviles viendo hacia el cielo. Contemplaron como un fénix se reflejaba en llamas, de manera abrupta la diosa llamada Gaia caía estrepitosamente en dirección al suelo. Su cuerpo estaba con quemaduras graves, Eli al ser una semidiosa y de la misma línea sanguínea que la diosa puede hacerle daño, no al grado de matarla, pero si de lastimarla.

El dios Ra aprovechó lo débil que estaba Gaia y la lanzó al portal, tras ella los monstruos de cuatro brazos retrocedía al portal viéndose acorralados por todos, los Titanes no tuvieron la misma suerte, ellos fueron destruidos por Zeus y sus aliados.

Lo que no pudieron evitar es que los lobos de maldición huyeron, Zet y Yassi intentaron hacerlos retroceder, pero no pudieron había niños, entre ellos no lastimarían a un niño inocente. Algunos de los lobos de maldición no pelearon y corrieron lejos de la batalla.

Lo que les extraña a todos es no ver a Eli, le preocupa no saber qué tanto de su poder forzó para poder herir a una diosa. Mario estaba en el suelo con su padre al lado sosteniéndolo, no sabe que le hizo el titán que no despierta ni siquiera con el brebaje de los fénix.

Bastian, Yack, Ramzes, Nethan y Dalec aparecen buscando algo o mejor dicho a alguien. Desesperados buscaban a la fénix sabían que ella los necesitaba.

Detrás de ellos aparecen Am y Sophie ya convertidas en guerreras fénix, aunque no saben bien cómo utilizar los poderes, estarían a lado de una de las pocas personas que las han ayudado.

Ramzes estaba cuidando que nadie de la manada quedará olvidado, así que él y su hermano no vieron a su madre pelear peor su padre que después los matará por hacerle lo que le hicieron a él y a sus otros dos hermanos.

Nethan escucha algo que lo hace levantar el vuelo, todos lo quedan viendo sin entender hasta que se dan cuenta de que Eli está cayendo y no se ve como si estuviera consciente.

Nethan logra sostener a su hermana que está inconsciente y la lleva hasta el suelo al lado de Mario.

—¿Eli? —pregunta el dios Fénix, mira a su hija inconsciente, se llena de rabia al saber quien fue la causante de que ella estuviera así de mal.

—Zeus —Llama Ra al otro dios —es hora de cerrar este portal. —el dios no lo piensa y se acerca a Ra.

Los dos dioses se dirigen hacia el portal, cada uno se posiciona en una esquina y comienza a cerrarlo, lo diferente es que no utilizan ningún hechizo, solo utilizaron su fuerza para cerrarlo de sus manos salía una luz cegadora que hizo que el portal se cerrara más rápido. Nadie entendía por qué los dioses no hicieron eso cuando Eli les preguntó cómo se cerraba el portal.

Con el portal cerrado debían curar a los heridos, había más bajas en el lado de los cazadores, sin embargo, ellos tenían fuerza y agilidad, seguían siendo humanos, no se curaban rápido; como los sobrenaturales, de este modo los fénix ayudaron a todos los que habían caído como cazadores para convertirlos en guerreros fénix, pero primero tenía que tener la aprobación de sus líderes.

La líder de los cazadores no tuvo ningún problema con tal que sus cazadores estén a salvo. Los cazadores de artemisa se les conoce así porque ellos idolatran a la diosa de la caza, por generaciones lo han hecho incluso cuando sus antepasados supieron que también es la diosa madre de los hombres lobos.

Con mucho cuidado, Aldo carga a su hijo en dirección a la casa de la manada, a su lado Bastian lleva a Eli en sus brazos. Cuando la diosa Luna iba a ir con su sobrina para ayudarla, el dios del trueno se interpone en su camino.

—Mi querida Artemisa es un gusto verte de nuevo. —la diosa rueda los ojos al escuchar a Zeus, no soporta tenerlo tan cerca.

—Te he dicho Miles de veces que mi nombre es luna, que los griegos digan que soy tu hija no lo hace verdad —dice la diosa cansada de lo mismo, hace milenios renegó de su padre y su familia del Olimpo por el daño que le hicieron. —si me das permiso tengo que ver a personas importantes. —se aleja del dios que solo disfruta hacer enojar a la diosa, nunca tomo en serio el enojo de su hija, ni siquiera cuando escucha llamar papa al dios Ra.

La diosa busca a sus dos pequeños Yack y Ramzes, la última vez que los tuvo en sus brazos eran solamente unos bebés.

—Disculpa. —escucha detrás de ella —Creo que nos buscas a nosotros —dice Yack un poco nervioso de tener a su madre enfrente de él.

La diosa gira y los observa, sus ojos se llenan de lágrimas al verlos a los dos juntos de nuevo. —Mis pequeños —se lanza a abrazar a sus hijos —no saben cuánto los extrañé —lloraba. Estuvieron un extenso tiempo abrazado en silencio, juntos al fin.

—¿Dónde está su padre? —pregunta buscando a Yaakov —tendrá que darme muchas explicaciones. —los chicos se ven un poco nerviosos.

—Verás —comienza Yack nervioso —Ramzes sabe dónde está —señala a su hermano, este lo mira matándolo con la mirada, son como niños acusando al otro.

—Traidor —susurra Ramzes a su hermano para que su madre no los escuche, pero fue en vano, ya que la diosa si lo escucho.

—¿Chicos dónde está su papá? —vuelve a preguntar la diosa, los chicos se ven nerviosos hasta que ven a Dalec.

—¡Dalec sabe!— dicen los dios, al mismo tiempo la diosa mira con desconfianza a sus hijos, aunque le causa un poco de gracia porque parecen niños, piensa.

—¿Yo qué?. —pregunta el aludido —Hola tía. —saluda sin saber por qué lo nombraron.

—¿Dónde está Yaackov? —Dalec los mira asustado, ahora la diosa está más interesada en encontrar al vampiro, parece que los chicos hubieran hecho una travesura.

—Verás tía, tus hijos aquí son muy sobre protectores. —señala a los chicos —Así que me pidieron que encerrará a Yaackov a sus hijos y a mi queridísima Serene, que por cierto me matará cuando salga, en un lugar seguro para que no les hicieran daño. —explica Dalec delatando así a sus primos.

—¡Él encerró a Fer también! —grita Yack para que no sean los únicos engañados.

—Dalec cariño puedes traer a los que encerraste, por favor —a Dalec le dio escalofríos, le daba miedo cuando su tía utilizaba esa voz tan calmada.

Con un chasquido de manos Yaackov sus otros hijos junto a Serene aparecieron enfrente de ellos.

—¡Espero una buena explicación para qué nos dejarán en…! ¿Luna? —Su padre detuvo de manera abrupta el regaño al ver a su amada Luna tan bella como la primera vez que la vio.

No hizo más que acercarse y besarla, era un beso profundo profundo, quería demostrarle lo mucho que la extraño y lo mucho que la ama. Su beso hubiera sido más largo si Yack no hubiera hablado.

—Por favor señores estamos aquí más respeto por mis ojos —Yaackov se separa de la diosa y mira a su hijo—recuerda que soy tu hijo y me amas. —dice Yack temiendo por su seguridad.

—No me lo hagas olvidar, ahora dime ¿por qué nos encerraron?.

—No dejaríamos que les hicieran daño. —comienza Ramzes que se mantenía callado, ya que Yack habla por los dos y eso no le molestaba.

—¡Que no querían que nos hicieran daño! —dice Serene alterada.

—Oh, oh —habla Yack sabiendo lo que viene.

—¡No sabes lo preocupada que estaba y si les hacían daño! —grita, estaba llorando desconsolada Serene, que todavía estaba conmocionada por lo de su aquelarre.

—¡Hey!, mírame estoy bien, estoy aquí contigo. —la abraza fuerte.

—No me vuelvas hacer eso jamás. —susurra entre lágrimas.

—Jamás lo haré, me entiendes. —Ramzes pocas veces se mostraba cariñoso con alguien, con Serene comportarse así le era natural.

—Díganme que ya acabó todo por favor.

—Si ya acabó, ellos se fueron. —la diosa responde esta vez viendo con ternura a su hijo y a su alma mate juntos.

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