«Parece que no puedo ayudarlo en nada, excepto en ser protegida por él.»
Isabella no pudo evitar llorar. El hombre que había salvado y que le había dado el Collar Meteoro, si era una mala persona o no, no tenía ningún sentido. Lo importante era que no ayudó a Gustavo...
***
En Grupo Navarro, la oficina de Gonzalo.
Con el apoyo de Gerardo, Gonzalo se volvió cada vez más hábil en el manejo de empresa.
Cuando estaba leyendo los estados financieros trimestrales, Gerardo se acercó para informarle:
—Señor Navarro, unos del centro de evaluación viene para devolverte un objeto de valor.
—Adelante —Gonzalo dejó el informe y pidió a Gerardo que preparara té.
Gerardo asintió y condujo a los dos hombres.
Sin embargo, los dos solo se sentaron allí durante dos minutos, dejaron la cosa y se marcharon.
Cuando Gerardo salió de la despensa con dos tazas de té, los vio salir, las colocó directamente en la mesa y se sentó frente a Gonzalo.
—Señor Navarro, ¿qué es esto? —Gerardo vio una exquisita caja de madera rectangular y no pudo evitar quedarse perplejo.
Gonzalo se sentó en el sofá, mirando el Collar Meteoro.
Ella había dicho que quería que las estrellas...
Así que la compró para ella.
Los dos del centro de tasación dijeron que este collar fue encontrado por Ernesto, un alto ejecutivo del Casino Nightmist. Quería subastarlo, así que se lo llevé a valorar.
Como fue introducido en los registros del sistema, no pudo ser subastado en el mercado negro. El collar se compró con su nombre, Gonzalo, y él firmó el nombre de Cristina en ello. Gracias a su poder en la Ciudad de río, el collar fue devuelto.
«Cristina fue drogado por Ismael en el Casino Nightmist.»
«Debe ser en ese momento se lo perdió.»
«Es que... »
«¿Por qué tardó tanto el ejecutivo en pensar en subastarlo?»
«¿Tendría ella una relación con él que no conozco?»
«¡No!»
«¿Cómo pudo tener ese pensamiento?»
«No debo sospechar de ella.»
Ella le había salvado la vida y le había dado su primer beso. Incluso él había tocado su cuerpo... Tenía que confiar en ella.
Pero en este momento, se le ocurrió la imagen de Siren. Siren parecía a «Cristina», fue besada por él.
¿Qué le pasó?
—¿Señor Navarro? —Gerardo volvió a llamarlo.
Solo entonces hizo retroceder los pensamientos de Gonzalo.
—Ponte a trabajar —instruyó distraídamente.
Él no pudo evitar levantar la mano y quitarle la máscara.
La máscara se mantuvo en su mano durante un momento y luego se cayó.
En el siguiente segundo, sus ojos se abrieron de par en par.
Ella tenía una cara bonita que resultaba hipnotizante. Y este rostro era el que extrañaba mucho.
Siren se encontraba frente a él, con una sonrisa y sus ojos brillaban como las estrellas.
A Gonzalo le gustaba tanto que no pudo controlar sus emociones, le acarició con los dedos el cuerpo a lo largo de la boca hasta la clavícula suavemente...
—Cristina... —le llamó con cariño y los tactos son reales.
Siren lo miró y sonrió dulcemente.
—Te echo mucho de menos... —en los ojos de Gonzalo se veía un poco de triste.
—Yo también —ella repentinamente se lanzó a sus brazos.
A Gonzalo se le aceleró el corazón y cada vez le resultaba más difícil controlarse. En un impulso, la levantó y la presionó sobre la cama. La estrechó entre sus brazos y, para su sorpresa, ella no se resistió, sino que le permitió abrazarla obedientemente.
—¡Te quiero ahora! —él dijo en voz baja.
Una dulce sonrisa seguía en el delicado rostro de Siren.
Le tocó el abdomen de la mujer y le soltó la cinturón. La mano del hombre entró y él sintió la frialdad en la piel. No pudo resistirse a besarle a lo largo del cuello, y le quitó suavemente el corpiño.
Su cuerpo ardía como fuego mientras la temperatura de toda la habitación subía bruscamente.
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